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Chantal regresó a su habitación tambaleándose, intentó introducir la llave en la puerta pero falló así que finalmente decidió golpear para que Ashton le abriera; él se tardó un largo rato en abrirle, pero en cuanto lo hizo una carcajada se escapó de sus labios.

—Eres un desastre —Él rió, dejándola entrar a la habitación. —Creí que no regresarías tan ebria.

— ¿A dónde están mis bebés? —Ella cuestionó, abrazándolo con ternura.

—Los he dejado con tu abuela, ¿Por qué? —Ashton frunció el entrecejo en cuanto notó que Chantal había comenzado a lagrimear. — ¿Qué pasó?

—Besé a Michelle, dios... ¡Lo siento! —Ella exclamó entre sollozos, el mayor soltó una sonora carcajada. — ¿Por qué te ríes? ¡No te rías, te odio!

—Bueno, si me odias puedo cambiar las cosas y dejar que te cases con Michelle —Él contestó, pero ella se negó mientras continuaba lloriqueando. —Mierda, nena. No me enfadaría contigo por una cosa tan insignificante como esa, entiéndelo. Comprendo que estás ebria y significa que podríamos tener un trío con otra chica...

— ¿Por qué no un chico? —Ella se defendió, limpiando las lágrimas que había sobre sus mejillas.

—Porque no estoy dispuesto a compartirte con un hombre.

—Yo tampoco quiero compartirte —Se quejó, dejando unos cuantos besos sobre los pectorales de Ashton. —Está demasiado frío aquí, ¿Encendiste el aire acondicionado?

—Sí, pero puedo apagarlo —Chantal negó con la cabeza, deshaciéndose de su ropa mientras caminaba provocativamente hacia la cama. —Hace calor aquí sin el aire acondicionado.

—Lo sé —Ella soltó mientras lo invitaba al lado libre del colchón. —Ven aquí, Ash... quiero que me hagas tuya, amor. Fóllame, tócame... puedes hacer lo que quieras con mi cuerpo.

Ashton se acomodó frente a ella, sentándose como un indio. Rozó con suavidad los labios de Chantal de manera juguetona mientras ella enredaba sus dedos en su rizada cabellera, la levantó de las caderas dejándola sobre él para besarla de forma lenta y pasional, sus ojos permanecieron cerrados pero ella decidió abrirlos para apreciar de otra manera la belleza que Ashton poseía. Cabello rubio, pestañas claras, tez dorada y los pequeños vellos de su barba la cual estaba creciendo otra vez, Chantal estaba segura de que Ashton era su príncipe cubierto de tinta.

Él sabía que ella era preciosa, que era una flor exótica y también sabía que era una diabólica tentación en cuanto jugaba a ser una perra, a pesar de que él la amara de cualquier forma sentía que ella lo volvía mucho más loco cuando se comportaba de esa forma en la cama.

Sus dedos se deslizaron sobre la pálida piel de Chantal, acariciándola con lentitud hasta bajar a las piernas; aquellas delgadas y alargadas piernas que le encantaban, aquel trasero de tamaño normal y sobre todas las cosas, ella y todo de ella, su cuerpo, su cara, sus ojos, su nariz, sus orejas, sus labios, su sonrisa, su voz, su risa, sus lunares, su vientre, sus brazos, sus manos, sus piernas, sus pies, su cabello. Todo.

Chantal comenzó besando el cuello de Ashton mientras él le quitaba el sostén y jugaba con sus pezones, sus dientes tomaron su labio interior luego de que un gemido se le escapara y no tuvo otra opción que dejarlos salir. Él era realmente bueno en lo que hacía, pero sabía que era aún más bueno con otras cosas; separó sus piernas y con ayuda de ella se deshizo de las pequeñas bragas negras que ella traía puestas aquella noche.

Él se inclinó rozando la punta de su lengua sobre el clítoris de la rubia, quién se aferraba a las sábanas mientras disfrutaba del placer que su prometido le estaba brindando y en cuanto él introdujo uno de sus dedos en ella gimió con suavidad y de ese modo permaneció por unos largos minutos. Ashton se puso de pie, quitándose sus pantalones de chándal y los bóxers a la vez mientras la observaba con una media sonrisa.

Psychopath. »ashton irwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora