Capítulo 10

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Sabía que estaba soñando por los bordes borrosos que tenía mi visión, estaba acostada sobre la cama color fucsia en casa de mis suegros, me sentía extrañamente feliz, me levanté y caminé con cautela hacía al espejo, mi reflejo me devolvió la mirada, estaba vestida de rojo, un vestido simple de tirantes con pedrería en dorado, tenía el cabello negro ondulado suelto y la raíz partida en medio pintada de rojo, mis manos continuaban con aquellos tatuajes de henna.

Pronto lo comprendí, estaba reviviendo mi boda, con otro vestido, con otra imagen pero al final de cuentas para casarme con...

Todo vibró.

Me tambaleé hacía atrás y de un momento a otro todo había cambiado, no estaba en la habitación estaba frente a una iglesia católica grandísima, había un hombre vestido con esmoquin de espaldas, era el novio.

Caminé con los pies descalzos por las piedras, cuando llegué junto a él me quedé sin habla, era Julio. ¿Eso era lo que quería mi subconsciente? Sus ojos dorados brillaban, su cabello castaño claro estaba perfectamente peinado y tenía una sonrisa brillante.

―Nirek―dije y le sonreí.

¿Nirek? Era Julio pero yo le llamaba Nirek...

Algo caló en mis pies...arroz y pétalos de rosa―lo que avientan cuando salen los novios de la iglesia―, miré mi vestuario ya no llevaba aquel vestido rojo ahora estaba de blanco, levanté la mirada y avancé tomada del brazo de Nirek porque ahora era él quien estaba frente a mí, no más Julio.

Julio...

Hacía tres días que el mismo sueño se repetía sin parar, apenas cerraba los ojos en mi mente se repetía la elección que había hecho.

Nirek y yo no hablábamos... bueno sí, pero para lo esencial aunque en realidad no había nada esencial de lo que pudiéramos hablar.

Estábamos en Abudabí en una luna de miel que más que parecerlo parecía una penitencia, estaba pagando los errores que había cometido en toda mi vida y los que aún no había hecho, si lo veía por el lado era bueno pues entraría directito al cielo ya estaba libre de pecados.

Nos encontrábamos en uno de los hoteles principales de su padre The Magestic Khan, al parecer estaba arreglando todo el papeleo para viajar de regreso a México, a decir verdad la pasaba mal a pesar de estar en la suite presidencial y tener a mi disposición 10 empleados, estaba encerrada en la habitación y no es que Nirek me prohibiera salir pero estaba tan deprimida que no me apetecía salir, me dedicaba a mirar por el balcón a las personas bañarse en la alberca y mirar a los turistas que brillaban entre los indios.

Estaba segura que estaba perdiendo kilos, mis pantalones me empezaban a quedar flojos de la cintura por suerte la migraña empezaba a desaparecer poco a poco, desde aquel terrible golpe que me di cuando me desmaye por ver la sangre tenía horribles jaquecas por la mañana.

Me levanté a trompicones de la cama, Nirek estaba dormido era la primera vez que lo veía en aquel estado tan pacífico, me acerqué para verlo mejor, no llevaba camisa por lo cual su piel bronceada se asomaba por debajo de las sabanas, tenía un bello ligero en su pecho, sus brazos estaban marcados y tensos ¿Qué estaba soñando?

Su barba era tupida y negra, su nariz larga y puntiaguda...Comenzó a mover la mano hacía donde yo había estado acostada ¿Me buscaba?

―Dira...―murmuró por lo bajo.

Me alejé lentamente y salí a la pequeña sala.

Nirek me confundía, no hablaba conmigo pero me buscaba en las noches para abrazarme, no me sonreía pero me besaba la coronilla cuando fingía dormir, no se acostaba a mi lado cuando estaba despierta si no cuando ya estaba dormida, no me permitía verlo por la mañana pero se quedaba conmigo hasta el amanecer...

Para toda la vida.Where stories live. Discover now