Cincuentaidos

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[NARRADOR]

Para la buena suerte de Dylan, su padre había acabado con el sermón antes de acabar de bañarle. Por lo que al menos pudo disfrutar mientras su padre le quitaba la tierra que se le había pegado al pelo y espalda.

— Sigo sin entender en qué pensabas –Había escuchado bufar a Stiles.— ¿Cómo se te ocurre escapar? Casi me produces una aneurisma.

— ¿Qué es una aneurisma? –Preguntó el niño, sin saber.

— Una aneurisma es algo que no deberías provocarme nunca, es muy grave –Explicó mientras le enjabonaba la espalda.— Ahora cuéntame ¿Por qué te fuiste así?

El niño dudó un segundo, quedándose mirando fijamente el agua enjabonada, para luego decidirse a hablar.

— Creí que se habían cansado de mí –Murmuró, sonando apenado.

— ¿Qué? –Stiles estaba sorprendido.— Eso es lo mas tonto que has dicho nunca, Dylan. Nunca me cansaría de ti, eres mi hijo.

— Pero es que todos estaban siempre ocupados o esperando nuevos bebés, y luego te escuché hablar con papá Derek y... –Dylan no acabó la frase.— Creí que se habían aburrido de mí.

— ¿Cómo sería eso posible? –Stiles le sonrió a su hijo mientras le palmeaba la cabeza.— Todos quieren hacer más bebés porque me envidian, aunque nadie va a poder hacer un bebé que salga tan guapo como tú.

— ¿Ni siquiera papá Derek? –Le preguntó más animado.— Creo que los bebés de papá Derek serían guapos.

— Yo también lo creo –Asintió Stiles.— Aunque no sé si hay una forma de saberlo.

— ¿Por qué tío Liam puede tener un bebé en su estómago y tú no?

— Primero: los bebés no están en el estómago –Le aclaró.— Y segundo: no voy a hablar de estas cosas contigo, eres muy joven.

— No es verdad –Se quejó haciendo un mohín.— Soy el único de mi clase que sabe qué es el sexo.

— Y mejor que siga siendo así –Pidió casi con súplica.— Porque no quiero que me llamen diciéndome que se lo contaste a alguien.

Dylan rió y le arrojó un poco de agua a Stiles, el Stilinski mayor frunció el ceño y se quitó las gotas que le habían salpicado la cara, devolviéndole la salpicada a Dylan.

— No empecemos una guerra, enano –Le dijo mientras dejaba la esponja a un lado.— Terminemos de bañarte y luego a dormir.

Dylan hizo ademán de negar, pero un bostezo traicionero abandonó su boca mientras se frotaba un ojo. Aunque se arrepintió porque le entró jabón.

— Au... –Se quejó, tapándose el ojo.

— Dios, eres todo un caso –Stiles negó riendo.— Venga, que te quito eso del ojo.

Cogió la toalla y le secó los ojos a su hijo para luego continuar lavándole el cabello.

Una vez que acabó de bañarle, le envolvió en una toalla cual rollo de sushi y le hizo ir a su cuarto. El niño corrió riendo y Stiles fue tras él, sonriendo ante las payasadas de su hijo. Le vistió con ropa de pijama y luego le cargó a su habitación, donde Derek ya estaba acostado esperándoles.

— Tardaste mucho –Le recriminó mientras el menor cerraba la puerta.

— Tenía que tener una charla con el enano –Señaló a Dylan, el cual ya se había dormido en sus brazos.

— Pues parece que tu sermón le cansó –Dijo el pelinegro riendo mientras que el otro fruncía el ceño y acostaba a su hijo junto al mayor.

Dylan, al ser dejado en la cama, hizo un mohín aún estando dormido y se acercó a Derek. Acurrucándose contra él en busca de calor.

Ultima Oportunidad #SterekAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora