Un cambio de sentimientos:

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El mismo Voldemort, causante de la depresión de la chica, fue el que terminó acabando con ella de una forma inesperada. Un día entró a su cuarto, en el cual todavía estaba cautiva, y le habló de manera muy diferente a las otras veces.

_ Quieres dejar de molestarme y comenzar a comer._ No era una pregunta, era una orden.

Ania que estaba sentada en una silla con la vista perdida en el techo. Ni siquiera se inmutó al escuchar el ruido de la puerta al abrirse y cuando le habló Lord Voldemort recién entonces bajó su mirada para observarlo. Pero no le dijo nada.

_ No me gustas así_ le dijo el hombre con un gesto de las manos. Dándole a entender que estaba o muy deprimida o muy delgada.

_ Me alegro_ le respondió ella con apatía. Luego volvió a enfocar su mirada en el techo. Tenía unos curiosos arabescos en las orillas y últimamente le resultaban interesantes.

A Voldemort le exasperaba su conducta y esta vez su rostro lo mostró a las claras. Consideraba a la mujer como de su propiedad y que se negara a hacer lo que él quería lo sacaba de quicio. ¿Por qué demonios no podía ser como Bella? Pensaba cada vez que la veía. Y peor aún, ¿por qué le resultaba tan difícil hablar con ella de manera coherente? Luego de mirarla unos momentos estalló.

_ ¿Qué intentas hacer?... ¿Piensas cometer suicidio?_ le dijo con burla Voldemort, y al ver que ella no se inmutaba agregó_: ¿Crees que lo permitiría?

Ania entonces lo miró sorprendida con la duda de si ese hombre era capaz de detener la muerte. Porque si era así sus esfuerzos serían en vano. ¡Era lo único que le faltaba! ¡Ni siquiera se podía morir en paz!

_ ¿Qué quiere decir?_ le preguntó asustada.

Al ver que tenía toda su atención Voldemort sonrió, mostrando todos sus feos dientes.

_ Te he dicho mil veces que te dirijas a mi como: "mi señor"_ le dijo poniéndose serio, a pesar de todo. Ese era otro asunto que le molestaba, el tono con que lo trataba la chica era demasiado irrespetuoso para lo que él estaba acostumbrado.

_ Agggg, no. Usted no es "mi señor" ni nada parecido... ¡Qué asco!_ exclamó Ania con evidente desprecio y con la intención de fastidiarlo.

Las cejas en el rostro de Lord Voldemort se juntaron aún más al advertir el doble sentido de la frase. Entonces Ania por primera vez se dio cuenta de que tenía cejas (de color muy claro, pero pelo en fin), y lo observó con atención como no lo hacía desde hacía mucho tiempo. Entonces se dio cuenta de que el hombre oscuro había cambiado. ¡Hasta parecía otra persona! O mejor dicho... ahora parecía una persona.

El hombre que estaba parado frente a ella no era ni sombra del esqueleto blancuzco que una vez conoció. Su túnica gris oscuro, aunque todavía le quedaba algo grande, dejaba entrever el cuerpo de un hombre adulto normal. Sus brazos cruzados sobre su pecho dejando sus mangas levantadas descubrían unos antebrazos normales. Pero al levantar su mirada descubrió que su rostro era el que presentaba más cambios. Ya no era de una palidez cadavérica y sus ojos no se veían inmensos en su cara sino que tenían el tamaño normal, al igual que sus mejillas que ya no estaban hundidas. En su barbilla podía jurar que tenía, si bien no era una barba, al menos eran unas cuantas pelusas de hacía unos días. Miró entonces su cabeza y también pudo ver allí una pelusa rubia que asomaba, aunque seamos sinceros, a eso no podía llamársele pelo. Pero lo que más le llamó la atención en ese momento fue su nariz, había comenzada a aparecer (o a crecer, no estaba segura) y su rostro comenzaba a verse más normal, y no como una cruza entre humano y serpiente. Ania pensaba desconcertada si se había lanzado un hechizo para que creciera, si se había tomado una poción crece narices (aunque no estaba segura si existía dicha poción) o si se había hecho algún tipo de cirugía plástica. Luego pensó absurdamente si de tanto mentir la nariz le crecía... como pinocho.

El alma perdidaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin