Susurros en la oscuridad:

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Al acostarse aquella noche Ania estaba preocupada, no había coincidido con Severus en todo el día, no la había llamado y el hombre se había salteado la cena. Temió que Dumbledore lo hubiese echado... ¿Realmente era posible? Ella no lo sabía pero los argumentos del profesor eran válidos y la culpa que sentía se incrementó. No tendría que haber pasado lo que había pasado... pero ya no había vuelta atrás.

Se sacó la túnica y se puso el camisón. La ropa de las brujas al principio le había resultado algo fea y descolorida pero se había acostumbrado a usarla y ahora creía que era muy cómoda. Se acostó en la cama y tomó un libro de la mesilla de luz... "El idioma de las sirenas y sus costumbres." La señora Pince se había sorprendido mucho cuando se lo pidió pero a ella le había parecido interesante. Sabía que había sirenas en el lago y como le gustaban los idiomas... Más tarde cuando terminó de leer se sacó la pesada medalla y la dejó en la mesilla, dejó el libro al lado y apagó la luz.

Estaba a punto de cerrar los ojos cuando escuchó susurros en el corredor del otro lado de la habitación. Aquella noche no había luna y la oscuridad era total, asustada se incorporó en la cama. Los fantasmas del castillo ya casi no le daban miedo pero todavía no se acostumbraba a ellos. ¿Y si uno entraba en la habitación? Pero... no parecían susurros de fantasmas. Pensó que era el viento ya que afuera se había levantado una helada brisa, así que se volvió a recostar.

Ya se había calmado pensando que todo había sido producto de su imaginación cuando escuchó claramente voces.

_ No... no..._ susurraba alguien.

_ Ahora no...

_ Sí... debe estar durmiendo....

_ Entremos...

Ania se incorporó asustada, sabía que eran voces de alumnos pero no pudo reconocer ninguna ya que apenas eran audibles... ¿Si eran alumnos de Slytherin? Pensó asustada... ¡Había olvidado cerrar la puerta! Se incorporó de la cama tan rápido y sin ver nada que se enredó con las sábanas. Cayó hacia un costado golpeando la mesilla y haciendo bastante ruido.

_ ¡Demonios!_ exclamó adolorida. Se desenredó de las sábanas y fue hacia la puerta. Probó la cerradura y comprobó que definitivamente la había dejado abierta.

Sacó la cabeza hacia el corredor pero no había nadie...estaba todo oscuro y silencioso. ¡Qué raro! ¡Hubiera jurado que escuché voces! Pensó confundida pero después cayó en la cuenta de que al levantarse había hecho tanto ruido como para despertar a todo el colegio, seguramente al escucharla habían huido. Pero no entendía por qué unos alumnos iban a querer colarse en su habitación cuando dormía... ¿Pretendían asfixiarla con la almohada? Pensó en broma aunque después la idea le pareció aterradora.

Se puso su bata encima del camisón, ya que hacía bastante frío, y salió de la habitación a comprobar si había alguien deambulando por allí. Si pasaba algo gritaba y listo, la habitación de la profesora McGonagall estaba allí cerca. El corredor estaba oscuro y helado, dobló por uno lateral y miró hacia el final, allí estaba la entrada de la casa Gryffindor con el cuadro de la señora gorda. Parecía no haber nadie pero con esa oscuridad poco se podía ver a lo lejos así que se acercó a ella... No, no había nadie allí.

_ ¿Qué haces aquí?_ dijo una voz femenina.

Ania saltó del susto y miró hacia atrás pero... no había nadie. ¿Qué demonios? Pensó.

_ No deberías deambular a esta hora_ volvió a decir la mujer y Ania se dio la vuelta otra vez. Era el retrato de la señora gorda la que le hablaba.

_ ¡Oh! Hola... señora... ¿no ha visto algún alumno por aquí?_ dijo Ania aliviada, porque pensó que era un fantasma.

_ Hay muchos alumnos en mi casa, pero no, esta noche no ha salido ninguno_ dijo la señora gorda.

El alma perdidaWhere stories live. Discover now