Oportunidad

4K 245 7
                                    


En el momento en el que sacó el aparato de su bolsillo, mis ojos se fueron a la pantalla y decía ''Tiffany'', alcé las cejas y alcé la mano indicándole que contestara.

No lo haré – respondió – estoy conversando contigo – negué.

Antes hablabas por teléfono – me miró fijamente y volvió a meter el teléfono en su bolsillo.

¿Estás molesta? – preguntó – porque lo que menos quiero es distanciarme Sabrina. Ella es una gran amiga, probablemente me llama por algún problema y lo hace a esta por la diferencia de horarios. Quiero que confíes en mí – asentí.

No me des explicaciones Paul – respondí – no somos novios – me dolió decir eso pero debía hacerlo.

Pero en tus ojos puedo ver que estás molesta – volví a negar.

Entiéndeme – respondí – es difícil tenerte aquí luego de todo lo que pasó y más ahora que me envían esas fotos ¿por qué se desquitan conmigo? Lo peor de todo es que me sigues gustando mucho y me duele – estaba segura de que había visto dolor en su mirada y tragué despacio por la presión que sentía.

¿Y crees que no me gustas? – preguntó paseándose por mi sala de estar – estoy malditamente enamorado y celoso. Sí, sentí celos por tu vecino porque lo siento como una competencia – solté una risa.

Alex es mi amigo, yo siento celos de esa tal Tiffany – confesé - ¿por qué diablos no me dices que estuviste con ella en China? Realmente quiero saberlo porque me intriga mucho Paul, es linda y se nota que algo hubo, no sé, es intuición femenina ¿quién sabe? Dímelo, por favor – seguí insistiendo y Paul se acercó rápidamente a mí, me tomó de las muñecas y me hipnotizó con su mirada.

¿Cómo me iba a estar involucrando con alguna mujer mientras mi jodida cabeza no dejaba de pensar en ti? Llegué al extremo de hablarle de ti a Tiffany, pedirle consejos porque pensé que ya no querrías verme. Estaba con la maldita duda de quedarme allá o volver a buscarte ¿sabes por qué? Porque soy un jodido perfeccionista Sabrina, no quería darte más problemas, no quería arruinarlo, quería todo perfecto y cuando negué nuestro secreto frente George Harries fue porque no quería que tuvieras problemas con tu carrera ¿entiendes? No hubo una maldita noche en la que no pensara en ti, veía tus redes sociales y me moría con cada foto que publicabas, quería tener la respuesta y eso me estresaba. Jess me contaba que te sentías protegida con Alex, tu vecino y sentí que mi instinto de hombre protector se disparaba alocadamente. Quería Sabrina, quería una dosis de Sabrina porque me inyectas alegría y pasión ¿puedes entenderlo? ¿Crees que estaría mintiendo? Si estuviera mintiendo, habría vuelto y te habría ignorado, habría borrado tu número, las fotos y te habría olvidado con otra persona pero no, no porque esto – apuntó su corazón – esto late muy rápido por ti – me quedé petrificada ante sus palabras y separé lentamente mis labios – ya no sé qué hacer para que me creas Sabrina – se acercó a mi rostro – pero te lo juro por el arte – me lo dijo sin pestañear, con sus ojos fijos en mis pupilas, con aquella voz insuperable y sus manos en las mías – quiero ser tuyo – mi labio inferior temblaba levemente y mis piernas le seguían el paso, estaba en un momento que jamás olvidaría y era el momento de conocer la sensibilidad de Paul Hart.

Nunca dije que no te creía – murmuré con una voz suave – y me dejaste sin palabras – agregué y reímos – tomemos nuestras herramientas Paul – susurré y me miró intensamente – podemos moldear y esculpir nuestra historia otra vez – me miró sorprendido con sus bellos ojos claros y sonreí – desde cero – sentí como salía la tensión de su cuerpo, sonrió y luego lamió sus labios. Acaricié su mano suavemente.

Eso todo lo que quiero ahora – murmuró con su cuerpo muy cerca del mío. Nos quedamos en silencio unos segundos y luego sonreímos, era un momento tierno y me encantaba. Se acercó a mi rostro y rozó sus labios con los míos, presionó despacio y se alejó lentamente – señorita Sabrina – agregó - ¿aceptaría una cita conmigo mañana? – dijo tiernamente y sonreí.

Claro que sí – respondí entre risas y asintió con su bella sonrisa perlada. Se giró y acercó la bolsa con medicamentos – es hora de curar tu brazo – envolvió mi muñeca con su mano y caminamos hasta mi dormitorio, nos sentamos en la cama y acomodó las cosas. Se volvió a levantar y me dejó con el brazo estirado, cuando volvió, traía un vaso con zumo, los medicamentos, un poco de algodón y una bolsita. Se sentó a mi lado y tomó mi brazo con cuidado, sentí sus tibia mano hacer contacto con mi piel y mi espalda se erizó ante la sensación – cuidado – susurró – no dolerá mucho – quitó los parches con sumo cuidado, untó el algodón sobre las heridas y mordí mi labio inferior para aguantar las puntadas, luego de eso, cubrió las heridas con una crema especial, sus dedos hacían círculos sobre mi brazo muy suavemente y el frescor de la crema me relajaba. Cuando terminó, sacó parches nuevos de la cajita y los pegó con delicadeza – debes tomar esto – me mostró una pastilla – y se me había olvidado que había traído un rollo de canela – movió la bolsita y reí.

Gracias Paul – le dije mientras lo miraba con atención (para no decir, fascinación) – gracias por preocuparte – él negó.

Es lo mínimo que puedo hacer cariñ... - se detuvo unos segundos y suspiró – Sabrina – corrigió y sonreímos – bien, debes descansar porque mañana tienes una cita con tu profesor, más bien, ex profesor – guiñó un ojo - ¡Bruce! – exclamó luego – cuida de tu bella dueña y nos vemos mañana campeón – acarició su cabeza y reí ante semejante ternura – buenas noches Sabrina – se acercó y besó mi mejilla lentamente.

Déjame acompañarte hasta la puerta – me puse de pie – mi brazo está herido, no mis piernas o cerebro – bromeé y sonrió. Caminamos hasta la sala de estar, tomó su chaqueta, volvió a acariciar a Bruce y acarició mi otro brazo – buenas noches – le dije mientras mis ojos disfrutaban del brillo de aquellas perlas que Paul tenía bajo sus pestañas.

Buenas noches – dijo con una sonrisa irresistible – nos vemos – volvió a besar mi mejilla y salió. Me quedé junto a la puerta esperando hasta que se subiera al ascensor y antes de hacerlo, me guiñó un ojo y lanzó un beso al aire. No podía explicar ni definir lo que sentía por él pero de lo que estaba segura era que se me hacía intenso.

Sí mamá, ya estoy tomando desayuno, tomé mis medicamentos y alimenté a tu nieto – bromeé y mi madre reía – mamá ¿por qué sigues preguntando por Paul? Lo sé, sé que no puedes creer que era mi profesor pero después hablaremos de eso – llevé la tostada a mi boca mientras mi madre hablaba – no, claro que no mamá, recuerda que nos juntaremos esta semana, sí, espera, tengo otra llamada, sí, te amo, adiós – colgué y contesté otra vez.

- Buenos días – saludó Paul y sonreí. Me encantaba escuchar su voz.

- Buenos días Paul – saludé de vuelta.

- ¿Cómo amaneciste Sabrina?

- Muy bien ¿qué hay de ti?

- Todo bien ¿a qué hora paso por ti? – sonreí.

- ¿Puedo llegar ahí? – pregunté y sentí su risita.

- Claro que sí, quiero que vayamos al cine, puedes elegir la película – no podía evitar sonreír.

- Me gusta mucho ¿a qué hora nos juntamos?

- ¿Te parece a las 19:30?

- Claro, nos vemos ahí Paul

- Ahí estaré Sabrina. Nos vemos – colgó la llamada y me sentí satisfecha. Me gustaba la idea de volver a coquetear con Paul, como al principio pero con libertad. Me sentía bien al haber llegado a las fibras sensibles de Paul porque confiaba en él.

B

Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora