Inicios de atracción parte III

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Hola – saludó con una sonrisa ¡que linda sonrisa!

Hola profesor – me acerqué y le entregué mi carpeta. El rió bajito y la hojeó rápidamente.

Tu avance va muy bien – movió la carpeta con su mano – me sorprendieron los datos que agregaste – sonreí agradecida.

¡Genial! – respondí – estuve bastante enfocada en eso – el asintió y apunto a un extremo – ven un segundo, quiero fotocopiar la página diez de tu avance para comprobar un dato en mi computadora porque no estoy seguro – me guió hasta una de las salas de fotocopias que se ubicaba al extremo derecho del estacionamiento.

Saqué los datos de los libros e internet – exclamé siguiéndolo – quizás hay un error – caminó por el pasillo y me fijé en su bella figura. Su espalda era perfecta, sus pasos eran seguros y su aroma era grandioso. Entramos a la sala de fotocopias y hojeé mi carpeta que acababa de dejar Paul sobre la mesita. Fue de un segundo a otro cuando se acercó y quitó la carpeta de mis manos para lanzarla lejos. Se pegó a mí y me besó de una manera inexplicable. Mi alma estaba en los anillos de Saturno y mi mente viajaba de diez kilómetros por segundo. No podía creer lo que estaba ocurriendo y mi corazón latía velozmente. Llevó sus manos a mi rostro para intensificar el beso y no lo detuve. Sus labios eran perfectos y su forma de besar era espectacular e irresistible. Llevé mi mano a su brazo y lo acaricié suavemente, su mano acariciaba mi mejilla y su lengua hacia maravillas en mi boca. No podía asimilar lo que estaba pasando y no podía negar que me encantaba. Llevó su mano a mi cuello y la bajó hasta mis brazos, siguió y llegó hasta mi cintura, acercándome más a su cuerpo y deleitándome con el movimiento de sus labios. El beso fue cesando y el aire volvía a mis pulmones que rogaban por oxigenación. Nos miramos a los ojos y reímos – lanzaste mi carpeta – susurré y le saqué una risa.

De todas formas estaba bien – burló y volvimos a sonreír. Su perfume me estaba llevando al límite y sus ojos me tenían hipnotizada.

Nos pueden encontrar – susurré mirando hacia la puerta y el negó con la cabeza.

La mayoría está almorzando – respondió - ¿vas a la florería? – preguntó con sus electrizantes ojos.

Sí – respondí aún agitada – debo vender flores – sonreí y se acercó a mi rostro para aspirar mi perfume.

Vamos entonces – besó mi frente y se alejó totalmente relajado mientras que mi cuerpo estaba a segundos de ceder. Me entregó la carpeta y sonrió – va muy bien – me guiñó un ojo y abrió la puerta. No sabía que decir ni que pensar porque estaba segura de que mi alma se había quedado en la sala de fotocopias. Subimos al auto y gracias al cielo nadie nos vio. Me quedé de pie junto a su auto con las manos juntas - ¿Qué pasó? – preguntó mientras abría la puerta del conductor.

¿Nos despedimos acá? – pregunté y el comenzó a reír.

¿Cómo puedes ser tan dulce? – alcé una ceja – yo te llevo Sabrina – se puso los lentes de sol y me dedicó una sonrisa irresistible. El día no podía ir mejor. Subí a su auto y crucé el cinturón de seguridad por mi cuerpo. Paul puso la llave y me miró dulcemente -¿Podrías esconderte abajo cuando salgamos de la universidad? – preguntó – por si aparece algún compañero o maestro tuyo – asentí y obedecí de inmediato. Él ya estaba conduciendo.

¿Ya? – pregunté y lo oí reír.

Sí – respondió y me levanté con rostro de duda – es que te veías muy tierna escondida ahí – reía y no pude evitar sonreírle. Llegamos a la florería y puse mi bolso sobre mi hombro bajo su mirada.

Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora