Momentos.

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Estaba hojeando un libro de Paul con atención, él se acercó y se sentó a mi lado.

Lo siento – dijo en voz baja – siento lo que pasó con Elisa – negué con la cabeza y acaricié su pierna.

No es tu culpa – respondí – no te preocupes – tomó mi mano y la acarició con suavidad.

Esta demente – me dijo y miré sus ojos fijamente – siempre supe que había algo extraño en ella – ladeé mi cabeza.

Estuviste en África ¿cierto? – él asintió - ¡cuéntame! – le dije y sonrió.

Pero con más comodidad – dijo suavemente y luego de ubicarnos en su cama, con la luz tenue de la lamparita que estaba en la mesita de noche, sus ojos mirándome fijamente y aquella preciosa sonrisa iluminarme más que cien soles. Sus dedos acariciaban los míos y yo estaba preparada para deleitarme con su suave voz – estuve dos semanas en Guinea – comentó – quería un retiro, un cambio de aire y de perspectiva porque mi realidad me estaba confundiendo mucho – me miró fijamente y asentí – aprendí tantas cosas y enseñé algunas de nuestras tradiciones. Fueron increíbles conmigo y tuve la oportunidad de hacer una clase para los pequeños – me alegraba escuchar esas cosas porque eran detalles que alegraban a Paul. Su vida y sus palabras me parecían tan interesantes que no podía perder el hilo de las conversaciones – llegué renovado, con ganas de hacer mil cosas y enseñarle a los demás todo lo que había aprendido – sonrió y me derretí – tengo fotografías, puedo mostrártelas mañana mismo si deseas – asentí.

¡Claro que quiero verlas! – exclamé emocionada y sonrió.

Me encanta que te intereses en lo que hago – mi corazón se inflaba de alegría.

¿Cómo no hacerlo? – pregunté – eres la persona más interesante que conozco – se acercó más a mi cuerpo y me miró por unos segundos – es fantástico que hayas ido a África para empezar de cero – él asintió y besó mi mejilla.

Esto es tan loco – dijo mientras miraba al techo de la habitación – acostado con mi alumna mientras conversamos sobre mi retiro en África – sonreí – es increíble – asentí y me acomodé.

Yo tampoco lo imaginé – dije con voz suave – y lo más loco es que no me siento mal. No le temo a las preocupaciones porque siempre termino pensando en ti – Paul se puso de pie y me di el tiempo de admirar su bello cuerpo. Aquellos músculos en espalda que se marcaban cuando caminaba tranquilamente y sus largas piernas tonificadas con sus muslos cubiertos por los bóxer oscuros.

Yo también pienso en ti – habló mientras salía del dormitorio. Me senté para mirar los mensajes que tenía en mi teléfono y había otro desconocido.

Usuario Desconocido: ''Tus mentiras no duraran mucho Sabrina''

Alcé una ceja y dejé mi teléfono sobre la mesita de noche. No me preocupaba lo que decían los mensajes, si no que me asustaba el hecho de no saber quién era la persona que los enviaba porque si no era Elisa, significaba que alguien más sabía lo que Paul y yo estábamos ocultando.

Bien – murmuró Paul mientras entraba al dormitorio sosteniendo algunas cosas. Se sentó en el borde de la cama y acomodó sus herramientas. Sacó un gran cuadernillo, un par de lápices, carboncillo y otros artículos.

¡Vamos a dibujar! – exclamé como una pequeña niña y él negó con la cabeza.

Señorita Evans, usted va a permanecer justo dónde está – fruncí el ceño sin comprender y él me dedicó una sonrisa dulce – te voy a dibujar cariño – guiñó su ojo y sentí como mi interior caía lentamente.

Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora