Avanzar

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Acompáñame a comprar unos artículos para el gimnasio y aprovechamos de comprar algunas rosquillas – me dijo Alex y asentí.

¡Claro! – respondí animada – voy a buscar mi bolso y salimos – asintió y corrí hasta mi dormitorio. Nos bajamos de su auto y entramos a una tienda deportiva en el centro comercial, Alex bromeaba y me hacía reír demasiado porque no tenía filtro para sus chistes.

Y la señora insistía en eso y le dije mil veces que eran clases de kickboxing – bromeaba y sonreí - ¿puedes creer que agarró su bolso y me golpeó con él? Literalmente, lo estampó en mi cara y me quedé en shock. Una señora había golpeado mi jodida cara – reí con ganas mientras avanzábamos por la tienda – necesito algo así – me mostró una camiseta deportiva que contaba con un sistema tecnológico para mantener la temperatura fría - ¿qué color? – preguntó y entrecerré los ojos.

Negra – respondí y asintió. Recordé cuando Paul había ido a trotar en las playas de Aruba y mi corazón se apretó un poco.

Podríamos ir a trotar – comentó Alex – y llevar a Bruce – asentí.

¡Sería fantástico! – exclamé – Paul estaría feliz - comenté y Alex me miró con diversión – sigo, Bruce, sí, Bruce – seguí y reímos ¡Vaya oso y jodido Paul!

Bien, iremos a trotar y luego pasaremos a comer algo grasiento – bromeaba y reímos - es una recompensa y no puedes rechazarlo.

Bien – respondí y seguimos riendo. Mientras mirábamos otras cosas deportivas, Alex tocó mi hombro y lo miré de manera divertida - ¿qué? – se acercó para susurrarme en el oído.

Creo que lo conoces – murmuró y me giré. Sí, Paul estaba revisando unas camisetas con su rostro serio y unos audífonos en sus oídos. Se veía precioso pero tenía que contenerme.

Sí – respondí y como si fuese telepatía, Paul me miró y se quedó unos segundos así.

¡Vaya mirada! – burló Alex - ¿te das cuenta de la intensidad? – me ruboricé y lo miré.

Como sea – seguí mirando la ropa - ¿buscaste los parches para músculos? – pregunté y él suspiró.

¡Cierto! – se giró – ya vengo – Alex se alejó y me quedé mirando unas zapatillas. Paul volvió a acercarse y traté de relajarme.

Sabrina – habló y lo miré.

Hola – saludé de vuelta.

Necesito que hablemos pronto – mi corazón estaba acelerado pero tenía que contenerme. Miró a Alex y volvió a mis ojos – cuando puedas – suspiré.

Tu novia puede morir de celos – burlé - ¿eso quieres? – negó con la cabeza.

No es mi novia – sentí una pizca de esperanza y traté de no hacer notar mi emoción. Deseaba a Paul, lo extrañaba y quería cada centímetro de él para mi sola.

No parece – volví a burlar – tengo la graduación Paul – seguí – no creo que pueda – él asintió.

Estoy invitado – otro salto en mi corazón – el dueño me invitó y decidí aceptar – asentí.

Entonces nos vemos ahí – respondí de manera cruel y asintió.

Así será – murmuró y nos quedamos mirando.

¿Qué tal? – saludó Alex y Paul lo miró fijamente.

Muy bien – respondió – veo que están muy bien – mi vecino asintió.

Tratando de volver a las pistas – comentaba Alex mientras movía los productos en sus manos – veo que también haces deporte – Paul asintió.

Bastante – respondió – bien, debo irme porque tengo que ir a comprar un traje, nos vemos – se despidió – Sabrina – murmuró con una mirada fija en la mía y asintió para luego retirarse. Me quedé mirándolo y solté un suspiro. Otro traje para acumular su perfección y aquellos ojos inquietos me habían robado el aliento, otra vez.

¡La maldita graduación es en dos días! – exclamó Tonka mientras me acompañaba en la florería.

No puedo creerlo – comenté – todo va a terminar – ella asintió.

¿Irás con David? – preguntó Natalie y Tonka asintió con un gesto coqueto.

Y luego tenemos que celebrar – dijo de manera divertida y reímos.

En honor al arte – burló Natalie sacándonos risas.

Iré a comprar café – comenté mientras me ponía de pie - ¿quieren algo? – pregunté y Natalie asintió eufóricamente.

¡Sí! – exclamó – dos cafés, para Tonka y yo, dos muffins, dos cajitas de goma de mascar y lo tuyo –alcé una ceja.

Wow – murmuré y sonrió inocentemente.

Puedes tardar – dijo de manera divertida y alcé una ceja – para que te relajes, claro – la miré con los ojos entrecerrados y reí. Eso había sido extraño. Salí de la florería y entré a la cafetería para mirar los muffins con atención, elegí los cafés, tomé dos cajitas de goma de mascar y avance hasta la caja. Los chicos me conocían y siempre me trataban muy bien al comprar, dejé las cosas sobre el mesón de manera y puse azúcar en los líquidos calientes. Puse un poco de canela en polvo sobre la espuma de mi café y cerré los ojos al sentir el delicioso aroma. Paolo se acercó y se ofreció para ayudarme a llevar las cosas. Entramos a la florería y Natalie hizo un gesto rápido y luego sonrió ¿qué diablos le pasaba? Dejamos las cosas sobre el mesón y las chicas se acercaron para tomarlas.

¡Gracias Paolo! – exclamé y él sonrió.

¡Cuando quieran! – respondió amablemente. Bebí un sorbo de mi café y estaba delicioso, iba a morder mi rollito de canela hasta que Natalie me interrumpió.

Resorte – dijo mientras comía y reí - ¿cuántas orquídeas hay ahí? – bebí un sorbo más y caminé para verlas. Justamente Stefan la llamó y lanzó un grito feliz. Cuando me acerqué para contarlas, noté una tarjetita blanca con algunas líneas trazadas. La tomé con cuidado y la miré por ambos lados. Estaba escrita con una pluma negra y decía ''Lo que tienes en común con las flores es la belleza plasmada a la perfección'' Alcé una ceja sin entender y me puse a pensar en los clientes que habían ido a comprar orquídeas en el día. Nadie sospechoso.

¿Chicas? – pregunté y Tonka me miró con curiosidad - ¿saben si alguien dejó esto entre las orquídeas? – ella negó y miré a Natalie, ella colgó la llamada y alzó una ceja.

Ni idea querida – murmuró y volví a mirar la notita. Guardé la pequeña tarjeta en mi bolsillo y seguí contando las flores. Tulipanes, rosas, claveles, orquídeas, hortensias, lirios y muchas flores preciosas estaban siendo anotadas en el inventario. Había sido una jornada tranquila y divertida con mis amigas. Cuando llegué a casa, John, el conserje me entregó un sobre blanco con mi nombre y dirección. Lo leí en mi sofá mientras Bruce jugaba en la alfombra.

Dios mío

Lo había logrado

¡QUERÍAN ENTREVISTARME PARA SER PARTE DEL MUSEO DE LAS ARTES!

No podía contener la felicidad y lancé el papel lejos para luego tomar a Bruce en mis brazos y girar por mi sala de estar. Había luz en el túnel, la tristeza tenía que alejarse y era mi turno de sonreír. Iba a cumplir uno de mis sueños y debía prepararme para la entrevista. Corrí hasta mi habitación y lloré de emoción, llamé a mamá, a Natalie, a David, a Tonka y a Jess. No lo podía creer.

Pero en pleno ataque de felicidad, recordé al hombre que me quitaba el sueño y al mismo tiempo los atormentaba con su frialdad. Yo seguía pensando en él

Aunque...

¿Paul pensará en mi? 

Quizás algún día lo sabré.

Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora