Acciones irresistibles parte IV.

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. Me puse de pie y me paseé por su sala de estar, hojeé algunos libros y luego saqué una manzana verde del mesón. Subí las escaleras mirando las pinturas que estaban en la pared. Había una que tenía figuras abstractas y colores muy bien escogidos. Leí el nombre del pintor abajo y decía ''Paul E. Hart'' ¿Había alguna maldita cosa que no hiciera bien? La pintura estaba grandiosa y me quedé unos segundos mirándola. Seguí subiendo mientras masticaba mi manzana. Sentí el agua de la ducha caer y cientos de pensamientos aparecieron en mi cabeza.

¡NO SABRINA! ¡Deja de imaginar al profesor Paul bajo el agua mientras las gotitas caen por su suave piel! Pero era imposible de detener esos pensamientos. Caminé hasta su dormitorio y sentí el ruido del agua mucho más cerca. Mi imaginación se disparaba y era imposible detenerla. Tenía la tentación de abrir la puerta y verlo con el agua escurrir por su piel. Iba a acercarme y el agua se detuvo. Me quedé congelada hasta que la puerta se abrió luego de unos segundos, dejándome a la vista a Paul con una toalla rodeando su cintura. Abrió los ojos como platos y le sonreí tímidamente.

Algo me decía que no estarías mucho tiempo abajo – entrecerró los ojos y reí. Quería mirar su cuerpo pero tenía que concentrarme en lo que me decía. Tarde, porque mis ojos ya estaban recorriendo su torso con gotitas de agua, su pelo mojado y aquellos ojos claros hipnotizadores. Sus fuertes brazos, sus clavículas, su tonificado cuerpo, todo en él encajaba a la perfección. Me daba miedo comenzar a babear frente a él. Volví a mirarlo y se acercó – me asustaste – reí.

Lo siento – confesé con una mirada tímida – soy un poco curiosa – sonreí y acarició mi rostro.

Si lo noté – reímos y mientras nos acercábamos lentamente para besarnos, sonó el timbre interrumpiéndonos y la cara de Paul fue totalmente sorpresiva. Se quedó con ambos ojos como platos sin dejar de mirarme.

¿Qué pasó? – pregunté casi pegada a su cuerpo - ¿ya llegó la comida? – alcé una ceja y él entrecerró los ojos.

No puede ser – miró al suelo tratando de pensar – ellos llegan en media hora más aproximadamente – volvió a sonar el timbre y se acercó a la ventana de la otra habitación para ver. En segundos apareció y puso ambas manos en mis hombros – necesito que te quedes en mi dormitorio y no salgas por favor – dijo con sus ojos fijos en los míos ¿cómo pretendía que me concentrara con su torso desnudo?

¿Por qué? – pregunté asustada luego de unos segundos.

Es una amiga – dijo con inseguridad – y es demasiado curiosa – alcé una ceja – si te ve, comenzará a preguntar mil cosas y no se rendirá hasta saber cómo te conocí con lujo de detalles – asentí - ¿te imaginas te ve en la universidad? Sería un desastre porque uniría los puntos y sospecharía que tenemos algo oculto – asentí otra vez mirándolo fijamente a los ojos – no tardaré – besó mis labios – no hagas ruido – besó mi mejilla y rápidamente se cambió de ropa en el baño para luego salir sin antes cerrar la puerta. Mi curiosidad crecía y crecía por lo que era imposible detenerla. Me quedé unos segundos tratando de escuchar y no lo logré. Caminé hasta la puerta y la abrí sin hacer ruido. Caminé lentamente hasta llegar a la escalera para poder oír.

¡No has contestado mis llamadas! – decía la chica con un toque de humor - ¿ibas saliendo? – preguntó luego mientras caminaba y hacía sonar sus tacones.

No pero estoy esperando a un colega de la universidad que necesita ayuda con algunos documentos – respondió Paul.

¿Estás invitando más personas a tu casa? Lo digo porque no sueles invitar a muchas personas – las palabras de la mujer me habían dejado pensando. Yo estaba en su casa y él me había invitado dos veces sin problema. Me sentí muy bien.

Es un colega con el que tengo bastante confianza – dijo Paul – debiste avisarme que venías – agregó con un tono serio.

Pero si antes venía sin avisar – dijo la mujer.

Sí pero ahora prefiero que me avisen – la voz de Paul se sentía un poco molesta.

Bien, sólo venía a verte, debo ir a una cena más tarde y no me he arreglado aún – la mujer caminó hasta la puerta y me acerqué un poco para lograr verla. ELLA. ERA ELLA.

¡LA MUJER QUE PREGUNTÓ POR PAUL CUANDO YO IBA SALIENDO DE SU CASA!

Una sensación incomoda me rodeó el cuerpo y mordí mi labio preocupada ¿tanta confianza tiene con Paul? Por mi cabeza se pasaban miles de imágenes indeseadas. Esperé a que se despidieran y con un par de miradas incómodas, ella besó la mejilla de Paul y se retiró. Caminé rápidamente al dormitorio de mi profesor y me senté en la cama tal como me había visto antes. Busqué con la mirada algún libro y encontré uno en su mesita de noche. Era Hamlet. Él y su amor por Shakespeare.

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Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora