6. Baekhyun

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Cómo habían terminado las cosas así, me preguntaba, arrodillado en el suelo mientras revisaba a Sehun con la esperanza de que Yifan no lo hubiera matado. La actuación se nos había ido de las manos. Sehun se había ido acercando más a mí mientras bailábamos, hasta que de pronto colocó los labios en mi cuello y me mordió suavemente. No pude contener el jadeo. Era imposible que mi ex lo escuchara, pero la expresión que debo haber hecho fue suficiente: de un momento a otro lo teníamos a nuestro lado, tirando del cuello de la camisa del menor para luego propinarle una trompada.

Sehun se levantó del suelo hecho una furia y contraatacó. Estuvieron unos minutos golpeándose hasta que un amigo de Yifan intervino... para retener a Sehun y que su compañero pudiera seguir pegándole tranquilo. Busqué algún conocido con la mirada, pero no tenía idea dónde se habían metido y la multitud comenzaba a rodear el pleito. Decidí ponerme entre los dos, casi ganándome un golpe, pero Yifan, quien parecía estar recuperando la conciencia del violento estado etílico que lo atrapaba a veces cuando bebía, retrocedió y su amigo dejó caer a mi alumno al suelo.

—¡Sehun! —grité desesperado.

—Baek... —De su boca salió un hilo de voz, estaba sin aire por los golpes.

—¡No te muevas! Ya mismo nos vamos.

Tomé mi teléfono y pedí un taxi. Estaba cerca así que no debía demorar más de cinco minutos.

—¿Qué hay de la fiesta? —preguntó Sehun.

—Ya habrá otras.

—¿Y Chanyeol?

Hice una mueca al imaginar a Chanyeol ocupado con la chica de antes.

—Lo veremos después —resolví.

Lo ayudé a ponerse de pie pasando su brazo por mi hombro. La gente nos seguía con la mirada en vez de ayudar, eso me enfermaba. Antes de salir me crucé con Chen.

—¿Qué pasó? —exclamó y tomó el otro brazo de Sehun.

—Luego te explico, ayúdame a cargarlo en el taxi.

***

Una vez en su departamento, lo acomodé en el sillón y lo descalcé. Iba a desprenderle la camisa, pero su mano me frenó.

—Ya estoy mejor, puedo hacerlo solo. Ve a buscar el botiquín al baño —pidió.

Cuando regresé estaba recostado con la camisa abierta. Había moretones en su pecho. Y su cara. Tenía los pómulos violetas y los labios partidos. Gracias a Dios no había llegado a darle en los ojos. Estaba enojado con él, ¿cómo podía haber sido tan imprudente? Y por algo que no valía la pena. Su integridad física era más importante que esa farsa espontánea. Comencé a limpiar la sangre.

—¿Por qué tienes esa cara? —preguntó.

—¿Por qué hiciste eso? —exclamé molesto.

—Deja. Si me vas a regañar luego de recibir la paliza de mi vida, prefiero hacerlo solo —respondió quitándome la gaza.

—¡Cállate, mocoso! —Se la arrebaté de regreso.

Nos quedamos unos instantes en silencio mientras terminaba de curarle las heridas. Me levanté para devolver el botiquín al baño y eché una última mirada a su cuerpo maltrecho. Suspiré con pesadez. No quería tratarlo mal, pero realmente me había preocupado por él.

Salí del baño y había prendido la televisión. Fui al refrigerador y tomé dos botellas chicas de cerveza. Apenas había bebido en la fiesta y necesitaba una buena dosis de alcohol para dejar de pensar qué estaría haciendo Chanyeol e ignorar el malestar que me generaba lo ocurrido. Me sentía responsable. Le tendí una botella abierta a Sehun. Me miró sorprendido pero la aceptó. Me senté a su lado en el suelo, recostando la espalda contra el sillón.

Ayúdame a olvidarWhere stories live. Discover now