Capítulo 31

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Perdió la pelea, y se arrepiente enormemente de no haber podido mantener su concentración en aquel cuadrilátero. Chris lo regañó como nunca, y la verdad es que era de esperarse. Jason no le habló en todo el regreso a casa, y el número de contacto de Redd parece mirarlo con el ceño fruncido.

Una vez en su hogar, todo fue peor. El silencio parecía martillar en sus oídos, y volvía todo insoportable.

No deseaba continuar así.

Se sentía terrible, y más cuando debió cancelar los pasajes a su lugar natal. Mañana por la mañana deberían ir viajando a enfrentar sus miedos, y el que todo se cancelara bruscamente no hace mas que empeorar la situación.

Sus dedos pican por llamar a la pelirroja, sin embargo, su orgullo es mucho más fuerte. No puede evitar querer tirar el celular a los cielos cada vez que busca su nombre en la lista de contactos.

Ahora, en medio de la oscuridad, despierto en la madrugada de un domingo, sin tener ningún plan para el siguiente día y con miedo a dormir, todos sus pensamientos parecen empedernidos por retorcer sus problemas.

Podría ir de todas maneras a ver a su madre. Podría también enfrentar a Stacy y su hija. Connor también podría ir a la tumba de su padre a disculpar y disculparse también. Podría hacer tantas cosas, pero siempre elige aquello que no esta bien.

Se quedará en su casa ahogado por el rencor, comiendo, probablemente, más de lo que su dieta deportiva le permite. Y quién sabe, quizás hasta compre alcohol.

A estas alturas, su vida parece una real mierda, diculpando el vulgar término. Cuando por fin lograba encontrar aquello que lo hace feliz, algo lo arruina y lo abandona.

Las horas pasaron más lentas de lo que imaginaba. Su espalda comenzaba a doler y un leve cosquilleo se apoderó de sus piernas. Cuando el sol asomó, Connor ya se encontraba tomando desayuno, recién bañado y vestido de forma deportiva.

Unas tostadas, un café y una sonrisa en el rostro. Aquella ducha lo ayudó a reflexionar y obligarse a no pensar en sus penurias. Basta de sufrimiento. Basta de depresión. Basta de frialdad.

¿Dónde esta ese Connor feliz y enamorado de la vida? Probablemente enterrado kilómetros y kilómetros bajo tierra, sin embargo, algo de él debe quedar en la superficie.

Mira la pantalla de su móvil pensando en lo ridículo que es cancelar un viaje a última hora. Busca en la página web, y de alguna u otra manera, logra deshacer aquello que hizo en medio de una noche de depresión y malos pensamientos.

En una hora sale el bus que lo llevará a donde debería haber ido hace años.

(...)

La puerta frente a él parece igual a la última vez que la vió; en realidad, nada en la casa parece haber cambiado. El césped continúa bien podado, las rosas que decoran el borde del jardín parecen igual de coloridas que antes.

El barrio, sin embargo, se ve diferente: más apagado... Con menos vida que antes. Tal vez el clima nublado le hace dar aquella miserable impresión.

Dentro de la casa se oyen ruidos, pasos sobre la madera que se detienen tras la puerta. El corazón de Connor comienza a latir de manera desmesurada, sus extremidades sudan y tiemblan temerosamente, mientras en su mente se arrepiente de haberlo hecho tan rápido.

Sonidos metálicos se presentan, y todos sus sistemas comienzan a reaccionar. Observa la manilla girar y luego la puerta se mueve.

Su mirada se centra entonces, en el piso de manera del intetior de la casa. La persona frente a él se mantiene en silencio, no sabe si sorprendida o simplemente confundida. Ve los zapatos, percatándose de que pertenecen a una niña.

CONNORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora