Especial Redd

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Ella camina por el pasillo desierto y silencioso. Todo a su al rededor parece más tenebroso viéndolo en medio de la oscuridad, y un ligero escalofrío recorre su espina dorsal.

En aquel momento, Redd se arrepiente enormemente de haber decidido volver en medio de la madrugada. Al llegar a donde debería encontrarse el interruptor, se encuentra con que no hay electricidad.

Continúa su camino alumbrando sus pasos con la tenue luz de la pantalla de su celular. Sube las escaleras con cuidado, escalón por escalón, pensando en lo idiota que fue al pensar que sería una buena idea.

Al llegar al tercer piso la oscuridad es la misma, y debe acercarse hasta su puerta en medio de la misma densa y horrible oscuridad. Sus pasos son cortos pero rápidos, casi en un trote inesperado llega a su puerta.

Busca rápidamente las llaves entre sus bolsillos, y con ayuda de la luz del móvil, abre su puerta y se introduce en su hogar.

El maullido de Sin Identidad se hace presente de inmediato. Hambriento, somnoliento y con frío. La ternura acoge su corazón, y lo estrecha de inmediato entre sus brazos, murmurando palabras amorosas en su dirección.

Empuja la puerta con su talón, y camina hacia la cocina con el felino en sus brazos. Enciende la luz de la habitación, y se acerca a la despensa en busca del alimento del pequeño gato.

Realiza su trabajo de manera concentrada y emitiendo el mínimo ruido posible, cuando un descuidado sonido la sorprende desde la puerta principal. Esta es abierta con brutalidad, y se oyen unos pesados pasos en su dirección.

Su alma cae al piso, su rostro palidece y sus rodillas tiemblan. Su sistema completo se ha paralizado ante la inminente presencia en su hogar.

Tan solo bastaron un par de segundos para que la presencia se asomara al cuarto en el que Redd se encontraba, ofreciéndole un susto para el recuerdo. Su ceño fruncido, una sartén en sus manos y vistiendo tan solo un bóxer negro, dejan en evidencia a Luther, el chico que vive a su lado junto a su abuela.

Al ver que era Redd quien estaba dentro, el chico relaja sus músculos y baja la peligrosa arma hasta su costado. La tranquilidad los invade a ambos por igual.

— Solo eras tú...— comenta él en un suspiro. De pronto la voz de la abuela del chico, demasiado gastada pero aun así muy escandalosa, se presenta sobresaltándolos a ambos.

— ¿Qué pasó, hijito? — pregunta ella con preocupación. El chico se despeina el aplastado cabello con sus manos, y luego asoma la cabeza por la puerta.

— Nada, abuela. Solo era ella—le responde.

Redd, a aquella altura, no comprende nada de lo que sucede. Su ceño esta fruncido y el felino ha optado por descender de sus brazos para alimentarse.

— ¿Qué...?

— No digas nada...— dice el chico girando sobre sus talones y yéndose del lugar con una caminata perezosa.

— No, no— ella lo sigue, deteniendo sus lentos pasos— Quiero saber qué sucedió, por qué entraste a mi casa como si un asesino en serie estuviera aquí.

El somnoliento chico gira lentamente sobre su eje y la mira con los ojos entrecerrados por el sueño.

— Saturno, el gato de mi abuela, se perdió— dice el chico con voz ronca—. Mi abuela creyó oír sus maullidos, pero posiblemente eran los de tu gato— expresa mirando al gato, que ha seguido a Redd hasta el lugar—. Me despertó para que fuera a buscarlo, y cuando salí, vi tu puerta entreabierta.

CONNORWhere stories live. Discover now