Capítulo 24

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Una hora con cincuenta y tres minutos han transcurrido, desde que ambos chicos subieron al bus que los llevaría hacia Hinder Hill, el pequeño pueblo en el cual la madre de Redd reside actualmente.

El calor dentro de la máquina es insoportable. No hay aire acondicionado, y las ventanas que pueden abrirse son inexistentes. Lo único que los salva de morir asfixiados son los pequeños abanicos que Redd fabricó con hojas de su libreta, como una solución desesperada a su problema.

La lentitud con la que transcurren los kilómetros es insostenible. A esta altura ya deberían haber llegado a destino, y ello hace que el genio de Redd no sea el mejor. Ha discutido con dos señoras en lo que va de camino, y parece querer volver a hacerlo con otra, en la entrada del baño.

- ¡Estamos en Estados Unidos, señora, así que no me hable en latín! - grita ella con exasperación, escuchando a la señora hablar en un idioma que desconoce. El español.

- ¡Redd! - la llama Connor.

La chica se voltea a mirarlo, y éste le hace un gesto para que se acerque. La chica gira sus ojos al cielo, y luego camina hacia él, afirmándose en los asientos de los demás pasajeros.

- ¿Qué?

- ¿No crees que ya es suficiente? - pregunta retóricamente. Ella alza su ceja, y mira de reojo a la señora, que acababa de ingresar al baño-. Ven. Siéntate conmigo y durmamos un rato, para que el tiempo pase más rápido.

Ella se plantea aquella descabellada idea. Es ridículo. Pero se siente a su lado de todas maneras. Lo mira con impaciencia y luego le dice: - Tengo hambre.

Transcurrieron los minutos con una calma extrema. Hablaron durante todo lo que quedó de camino, en un desesperado intento de Connor por mantener a la chica alejada de las discusiones con los demás pasajeros.

El calor fue cada vez más intenso, por lo que el sudor y el horrible olor en aquella máquina era sorprendente. Hicieron varias paradas para recoger pasajeros, por lo que el aire que entraba cuando abrían la puerta, era como una calada de aire luego de estar sumergido bajo agua.

Al bajar del bus, todos parecen soltar un pesado, largo, y aliviado suspiro. Ambos recogen sus bolsos y caminan hacia la calle principal. Redd llama a su madre, quien se supone iría a buscarlos allí.

Cuando se encuentran en el lugar indicado, con el aire frío golpeando sus acalorados cuerpos, se dedican a esperar.

- Cuando llegues a casa encontrarás dos bestias. No las mires a los ojos, o será tu perdición- le advierte ella, con tono de broma

- ¿Dos, qué?

Ella ríe con picardía, y luego abre los ojos con exageración. Chilla y corre hacia el sentido contrario de donde se encontraba Connor. Él gira la cabeza hacia ella, y la ve abrazar a una mujer, más baja, pero sin duda, con el mismo cabello rizado y pelirrojo.

Cuando sueltan aquel firme abrazo, la mujer de aproximadamente cuarenta años, mira a Connor, sonríe de lado y dice algo al oído de Redd que la hace sonrojar.

- Rose Cleveland- se presenta ella, abrazando a Connor. Gesto que lo sorprende de sobremanera y no alcanza a devolver.

- Connor- se presenta. Carraspea, y repite su nombre al oírse obstruido por su garganta.

- Redd...- se dirige a su hija con una sonrisa de oreja a oreja-, no dijiste que tu novio era tan guapo.

- Eh...- balbucea ella.

Redd mira a Connor. Connor mira a Redd. Sin embargo, toda la confusión e incomodidad de la situación, es diluida por la interrupción de Rose.

- Preparé pastel de papas- dice orgullosa. Redd le sonríe a Connor, y éste hace un mohín con sus labios.

CONNORWhere stories live. Discover now