Capítulo 19

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Sus ojos se abren con estrépito, y de inmediato, siente un ligero dolor en su mano derecha. Intenta verla por sobre la densa oscuridad que lo rodea, pero le resulta imposible.

Se ve obligado, entonces, a forzar sus extremidades al máximo, para alcanzar el interruptor de la lámpara de noche. Con ella, se ilumina la mano derecha y la examina: libre de vendaje, pero aún con un ligero malestar presente.

Su respiración es irregular, y no es debido a la libertad de su mano, que, por cierto, le resulta extraño luego de tanto tiempo cubriéndola con una venda. Sino que, nuevamente, una de las repetitivas pesadillas irrumpe en su sueño.

Su corazón palpita en su pecho de manera desembocada. Intenta calmar su latir, pero es completamente en vano. Los recuerdos lo golpean de pronto, de una manera brutal y estrepitosa, haciendo que todo se vuelva borroso.

Se levanta de la cama, sintiendo la impotencia correr por su torrente sanguíneo. De camino a la cocina, se aguanta las ganas de golpear, nuevamente, la pared.

‹‹Por el campeonato, Connor. Por el campeonato››.

Llena un vaso con agua, y la bebe. El silencio se vuelve ensordecedor en su apartamento. Busca entonces su móvil, aun con el vaso medio lleno en sus manos.

El reloj digital marca las cuatro de la madrugada, y ya siente el peso en su espalda. Es como si todas las horas que no ha dormido, hayan llegado a él de golpe.

Sus ojos pesan, su espalda duele y siente como si la cama lo llamase. Mira de reojo su habitación, pero se abstiene de ir.

Sería inútil. De todas maneras, las pesadillas llegarían, y lo transformarían todo, en un desastroso despertar. A pesar de lo incómodo que se siente, deambulando por su apartamento a oscuras, sin ningún interés por volver a la cama, comienza a caminar a paso lento por el piso.

Recorriendo con la mirada cada uno de los rincones de su apartamento, se percata de la carencia de recuerdos que le provoca el lugar.

Una crisis existencial lo ataca, de manera sorpresiva. Mira en todas direcciones, deteniendo su despreocupado andar por él, ahora, iluminado lugar, en busca de algo... en busca de alguien.

Busca su móvil y marca, inconscientemente, el número de Redd. Tras unos cuantos pitidos, su somnolienta voz llena el auricular, y una ola de alivio recorre su sistema.

- ¿Hola? - pregunta-. ¿Connor? Son las cuatro de la madrugada...

- Si... Lo sé, lo siento- expresa él, con sinceridad.

- ¿Sucede algo? - pregunta ella, un tanto preocupada pero el chico niega con la cabeza, como si ella pudiese verlo.

- Solo... lamento haberte despertado, Bodoque. Yo no...

- ¿Las pesadillas, ¿no?

De pronto se siente muy avergonzado, y a la vez arrepentido, de haberle detallado aquel aspecto de su vida. Cierra sus ojos con fuerza y se golpea la frente, formando un puño con su mano libre.

Intenta no sonar agresivo, ni mucho menos desconsiderado, al momento de responder; pero le resulta imposible, no sentirse de aquella forma. Quizás pensó, que el hablar sobre aquellos aspectos e historias, que envuelven su día a día con alguien, lo liberaría, y lo hizo, pero no de la forma que imaginó.

De alguna forma, al hablar acerca de todo ello, lo hace sentir más libre, pero a su vez, lo hace sentir frágil y pasado a llevar. Se acostumbró a guardar todos sus problemas y situaciones complejas para sí mismo, ventilando solo el detalle mínimo, a Jason; por lo que, el hablar ahora sobre eso con alguien, de manera tan abierta, lo hace sentir incómodo.

CONNORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora