Capítulo 6

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La sala de espera del hospital está desierta. Las únicas personas presentes son Reddange y Connor, quienes aguardan con impaciencia a que el lavado de estómago del chico acabe y puedan darle una respuesta definitiva que deje tranquila a Redd.

Ambos no han hablado nada desde que la espera comenzó. Connor mira la pantalla de su celular, solo para saber que ha pasado un minuto desde la última vez que miró la hora.

Gira su mirada hacia la pelirroja que mantiene la cabeza recostada en la muralla detrás de ellos, mientras sus ojos luchan por mantenerse abiertos unos minutos más.

- ¿Por qué no vas a dormir? Te ves horrible- le dice Connor llamando su atención. La chica quita el cabello que caía sobre su rostro y alza su castaña mirada hacia el rostro de Connor.

- Porque, aunque lo intentase, sigo pensando que ese imbécil morirá en cualquier instante- espeta ella. Parece tan furiosa pero preocupada a la vez que resulta ser hasta un poco cómico.

- El doctor dijo que estaba fuera de peligro...

- Los doctores son capaces de decir hasta que los unicornios existen con tal de que no entres en desesperación- su mirada está baja y se ve derrotada.

Luego de un par de segundos, en los que todo se transformó en un silencio cómodo, Connor no pudo evitar sentir la necesidad de seguir hablando con ella, seguir oyendo sus teorías.

- ¿Vives en mi edificio? -pregunta Connor con el único fin de continuar la conversación. La mirada de Redd se alza hasta que sus ojos conectan.

- No te pertenece. Pero sí, vivo ahí- responde con ironía. Connor no sabe si sonreír es adecuado en este momento, por lo que prefiere no hacerlo y guardar las diversas emociones para sí mismo.

- ¿Desde cuándo? -cuestiona nuevamente.

- ¿Es que eres detective o algo por el estilo? - el rostro de Redd cambia; ahora parece haber un brillo diferente, algo que le da un poco más de vida.

- ¿Sabías que sólo los tontos responden a una pregunta con otra pregunta?

- ¿Sabías que entonces eres retonto porque tú también lo hiciste? - Connor se queda en silencio durante un corto lapso de tiempo. Ambos se miran con complicidad para luego sonreír levemente al mismo tiempo.

Nuevamente, un cómodo silencio se instala entre ambos y Connor se sorprende a sí mismo observándola de manera cariñosa. Viendo cómo sus rizos caen desordenados por encima de su hombro. Observando cómo el naranja de su cabello se mezcla con un rojo potente, y podría hasta jurar, que con un poco de rubio también.

Miró su rostro: sus pecas que cubren casi toda su cara, sus gruesos labios, su nariz no tan perfecta y sus comunes ojos castaños que no provocan ninguna sensación en él. Y entonces su mente viaja hacia ella, hacia el otro hemisferio de su cerebro donde resguarda a su morboso pasado: cabello rojizo y rizado, pecas en el puente de su perfecta y respingada nariz, unos labios como de muñeca y sus ojos color celeste, que hacen sus rodillas temblar.

Los recuerdos comenzaron a llover por su memoria y no pudo evitar sentirse demacrado. Recordando momentos en los que quizá, su vida sí valía la pena. En los que, al mirar hacia el futuro, tenía un plan de vida perfecto y era junto a ella.

Momentos que se encuentran guardados en su memoria, pero que a la vez son opacados por la serie de hechos sucedidos posterior a la felicidad del comienzo. La traición le golpea el pecho, y lo deja sin respiración cada vez que intenta pensar en ello.

Connor no quiere recordar que, por un error, perdió a lo que más amaba en el mundo, y que, si tal vez fuera un poco más valiente, podría tener el valor suficiente para decir aquellas dos palabras de ocho letras que, a pesar de ser corta, cuesta un mundo decirla con sinceridad.

CONNORWhere stories live. Discover now