Capítulo 11

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Despierta con estrépito, dando un leve salto sobre su colchón completamente deshecho debido a su mal dormir. Las pesadillas nuevamente irrumpen en su sueño, atacando su interior con ferocidad y desestabilizando sus emociones.

Su respiración es irregular, mientras una gota de sudor cae por su rostro. Con una de sus manos, se limpia la cara intentando a la vez, despertar del todo. La oscuridad lo abraza en el lugar y ya no lo soporta. Se levanta de su cama, y enciende la luz, iluminando su desierta habitación.

No puede evitar sentirse enfermo por la sensación de soledad que ha experimentado luego de recordar a su madre en aquel tormentoso sueño. La añora más de lo que le gustaría reconocer, y ello lo enferma aún más.

Sus manos tiemblan inconscientemente, mientras toma asiento de vuelta en el colchón cuya sábana ha desaparecido en algún momento. Alza la cabeza hasta el frente, y divisa cómo en su mesa de noche, la pantalla de su móvil se ilumina y menea levemente debido a las incesantes vibraciones.

A su pesar, se estira para tomarlo entre sus manos y revisar de qué se trata.

"Tengo planes, en 20 estoy en tu apartamento"

Jason. Definitivamente ese chico jamás cambiará. Rápidamente teclea una respuesta negativa, pero alguien llama a su puerta antes de que este enviar la respuesta. Se levanta y camina hacia la puerta sintiéndose extraño. El reloj marca las dos de la madrugada, y no es común que lo visiten a esa hora. Es más, no es común que lo visiten y punto.

Abre la puerta sin molestarse en preguntar quién es, encontrándose con la rizada y pelirroja cabeza de Redd, su vecina. El asombro cae en él cuándo descubre la enorme herida que hay en su ceja derecha.

— ¿Qué...? — la chica no le permite terminar, ya que se introduce en su apartamento y cierra la puerta tras ella con tanta rapidez que ni si quiera pidió permiso.

— Me metí en un problemón—dice asustada, con la espalda recostada contra la madera de la puerta.

La interrogación está en el rostro de Connor, mientras observa el susto en el rostro de la chica con cierta diversión. Su estado aún es complicado, luego del leve shock que siempre le ocasionan las constantes pesadillas, pero se las arregla para parecer normal.

— ¿Qué pasó? — le pregunta con curiosidad, a medida que camina hacia el sofá de su salón. La chica no lo sigue, aún con el susto estampado en su rostro, y con ambas manos pegadas en la madera de la puerta.

— ¿Recuerdas que mi padre es el dueño del gimnasio, no? — cuestiona con la voz más aguda de lo normal. Él alza una de sus cejas, y luego asiente con la cabeza. Se cruza de brazos al sentir el frío en sus brazos desnudos—. Bien, resulta que hoy llegó un chico nuevo, y es ¡gigante! — exclama.

>> Me pidió el saco que estaba ocupando, y por su puesto le dije que no. Ya sabes, es un gimnasio grande, lleno de hombres... la ley del más fuerte...

— ¿Él te golpeo? — cuestiona Connor algo asombrado y enojado a la vez. Imaginarse a un hombre golpear a una mujer le parece un acto repugnante y cobarde.

—Si... digo, no del todo— dice con nerviosismo—. Me golpeó luego de que le tirara mi botella con agua, le rompiera el labio, y creo que le rompí la nariz. Ja, ja.

— ¿Quién es ese imbécil? — cuestiona Connor con el enojo tiñendo su tono de voz. No puede evitar sentir unas inmensas ganas de golpear el rostro de aquel que se atrevió a tocar el rostro de Redd.

Pero antes de que ella pueda responder, unos fuertes golpes en la puerta se presentan. Tan fuertes que movieron el cuerpo de Redd que aún estaba apegado a la puerta.

CONNORWhere stories live. Discover now