Capítulo 2

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Sus ojos se abren de pronto, sintiendo la respiración irregular y el sudor frío corriendo por su frente. Nota entonces, que se encuentra en la habitación de su apartamento, sumido en la oscuridad máxima y siente como una tranquilidad significativa lo llena por completo.

Se incorpora sobre el colchón, hasta sentarse en éste, mientras siente una inexplicable necesidad de correr. Toca su cabeza con sus manos, y luego frota su rostro con las palmas, todo esto, en un intento de aclarar las ideas que revolotean por su mente.

La pesadilla vuelve a sí, y siente como la necesidad de correr incrementa. La desesperación lo llena de pronto, necesita, quiere y exige olvidar aquellos momentos infelices que no le permiten continuar con su presente.

Desearía, alguna vez, despertar en un lugar desconocido; sin recordar, sin saber ni su nombre, un lugar donde lo único que necesite sería vivir el presente.

Se levanta de golpe, y se acerca a su armario. Coge ropa deportiva y luego de bañarse y vestirse fugazmente, sale del apartamento y posteriormente del edificio.

Sus pasos son ágiles, cronometrados, a medida que atraviesa con ligereza la vereda de la calle que tantas veces ha transitado. Mantiene a borde su respiración, tal y como Chris le ha enseñado, respira de forma sincronizada con sus pasos.

Su mente no deja de recordar aquella pesadilla que interrumpió su sueño; aquella pesadilla que no deja de repetirse noche tras noche, como una incesante película que se reproduce una y otra vez en tu televisión.

Imágenes borrosas aparecen en su mente obligándolo a detener su andar desproporcional. Siente rabia, enojo hacia sí mismo por no poder controlar sus emociones.

Las lágrimas queman en sus ojos, pero se encarga de no derramarlas, no quiere llorar y menos por una persona que no merece ni sus mejores momentos.

Los minutos pasaron, y comenzó a resentir los efectos de su esfuerzo físico. Toma el camino de regreso a su hogar, pero esta vez a paso más lento y calmado.

Al llegar al edificio, y entrar a su habitación, se encuentra con el rotundo silencio del lugar en el que vive. Un vacío se arremete en su sistema, haciendo que sienta una desesperación inexplicable.

El reloj marca las seis de la mañana. Es sábado, por lo que ir al gimnasio no está dentro de sus planes. Sin embargo, al pasar las horas sin lograr conciliar el sueño que le fue arrebatado por las tortuosas pesadillas, decide ir de todas formas.

Esta vez no olvida los guantes, y los esconde dentro de su ya gastado bolso deportivo. Camino al gimnasio, recuerda no haber comido nada, por lo que compra una barra de cereal y se la devora antes de llegar al edificio.

Saluda a la recepcionista, y luego se dirige hacia el camerino sin mirar a los lados. Sabe que Jason no se encuentra, ya que es fin de semana; también tiene la certeza de que Chris no asistirá, por lo que la rutina no interesa.

Guarda su bolso en el casillero que le pertenece, una vez tiene los guantes y el vendaje en sus manos.

Su mirada recorre las máquinas y a las personas que se ejercitan en ellas sintiéndose extraño, incómodo al no reconocer el rostro de ninguno de ellos; y es que Connor jamás asiste al gimnasio los fines de semana, puesto que necesita días para descansar los músculos.

Ignora a las pocas personas agitadas mientras camina con paso imponente y determinado hacia el saco que utiliza generalmente. Pero al estar éste al alcance de su visión, una ingrata sorpresa lo llena por completo.

Pelirroja, con el cabello atado en una coleta ya desordenada debido a sus bruscos movimientos, y alta; golpea el saco de manera incorrecta, como si lo hiciese con el único fin de golpear algo.

CONNORWhere stories live. Discover now