Sasuke creía firmemente que debían tomarse con seriedad todo eso, no debía dudar en sus ataques, y ella tampoco en su defensa. Si no podía darle un golpe, ¿Cómo se protegería de la serpiente o del mundo? Sus intentos por hacerla caer no se detuvieron mientras sus ojos oscuros salvo por su dojutsu miraban el de ella. Dorado contra carmín.

—La derecha, cubre tu derecha.

Así lo hizo para que él atacara por el otro lado.

—Nunca le hagas caso a tu rival.

Y cayó.

—Eso no es justo, Sasuke-san —Reclamó poniéndose de pie con cierto esfuerzo. Su camiseta estaba sudada y pegada a su cuerpo como la de él. Ambos estaban exhaustos, ambos querían descansar y... él no lo permitía. En esos momentos, deseaba dejar de lado las formalidades, pero no podía. Su padre la había educado bien.

La lucha volvió a iniciar y ella se dedicó a tratar de derribarlo y bloquear sus golpes. Observó entre otras cosas, cómo la mano del Uchiha hacia girar con facilidad su arma sobre sus dedos, empujando en el camino la katana de la chica para volver a arremeter contra ella. No obstante, con una velocidad increíble, Yumi desvió el ataque, complaciendo a Sasuke que sonrió de lado. Ese gesto que raras veces veía, en lugar de tranquilizarla un poco, terminó asustándola más, pues pensaba que quizás tal vez aquello le había molestado, quizás sí quería lastimarla, por lo menos un poco y el haber bloqueado su ataque la había llevado a su condena.

"Estoy exhausta", pensó Yumi, sintiendo como su cuerpo pedía a gritos descanso. Sus músculos se quejaban cada vez que se movía y anhelaban como sea un descanso que nunca llegaba.

Sasuke bajando su mirada a las piernas de la chica, notó cómo ambas parecías gelatinas, lo que hizo que ralentice sus ataques. No recordaba cuántas horas habían estado entrenando, había perdido la noción del tiempo, y aunque siempre lo hacía, últimamente aquello lo había llevado al extremo. Es decir, ya ni siquiera había descanso de cinco minutos, ni para detenerse a beber agua. No es que fuera un adicto a las peleas, no a ese extremo, pero necesitaba que Yumi mejore con su Taijutsu antes de que Orochimaru intentara algo.

La necesitaba viva.

En toda esa semana habían estado practicando desde el amanecer hasta que el sol desaparecía. En definitiva, abusaba de las horas y era un maestro terrible, pero aquello no le importaba, sobre todo al ver con el transcurrir de los días el avance de la chica que ahora respiraba con dificultad y se esforzaba por mantenerse de pie frente a él. Era fuerte. Yumi Hikari tenía tanta fuerza de voluntad que a veces le sorprendía. A veces, muy pocas.

Alejándose unos pasos, Sasuke enfundó su katana con un elegante movimiento, y después giró sobre sus talones, dándole la espalda. La muchacha de negros cabellos hasta la mitad de la espalda y atado en una coleta alta, suspiró aliviada y se dejó caer de rodillas al suelo, mostrando solo entonces cuán cansada estaba. Tomó casi desesperada de su botella y una vez la sed fue apaciguada, lo miró dar un sorbo largo a su bidón de agua.

—Has mejorado —dijo Sasuke una vez se limpió la boca con el dorso de su mano—, pero aún te falta algo...

—¿Qué? —preguntó Yumi pasándose la toalla por la frente perlada de sudor.

Tarde se dio cuenta que el azabache caminaba hacia la salida sin ella. Con esfuerzo, se levantó y lo alcanzó, pero las palabras que él soltó luego la detuvieron de seguirlo o alargar la charla como a veces se permitía hacer.

—...Odio.

Con aquello, Sasuke desapareció del lugar dejando a una Yumi confundida. Su corazón le decía que él sufría más de lo que mostraba, que necesitaba a alguien a quien soltarle todo, pero que era tan frío, tan orgulloso y terco que no lo haría.

Kimi ga suki | Tú me gustasWhere stories live. Discover now