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LAUREN
-¿Tu y mamá están enojadas?
Preguntó Kilian al día siguiente durante el desayuno, mi mente viajó de inmediato al momento en que el problema se solucionó. Camila besaba mi cuello y yo metí mi mano bajó su...
Detuve los recuerdos al mirar a Ki esperando mi respuesta.
-Todo se arregló. Le despeine un poco y sonreí tanto que me dolieron las mejillas, limpié la cocina al terminar y no supe que hacer. Ki tenía demasiada energía como siempre.
Así que le pedí que me acompañará a la casa mientras ordenaba algo en la habitación, queria tomar algunas fotografías y llevarlas hasta la habitación que compartía con Camila, una de mis padres con mi hermano. De casualidad el teléfono sonó. Ki se quedo sentado sobre la cama mientras miraba algunos albums que había traído de Vancouver. Yo fui a la sala para contestar, miré el identificador y sonreí antes de contestar.
-Hola mamá.
-Lauren, por fin coges el teléfono.
Me regaño y suspiro pesado del otro lado de la línea.
-Oh claro, siento no haber contestado antes quizá sea mejor pasarte el número de la casa de a lado.
-Muy graciosa, no quiero hablar sobre el tema ahora.
-Esta bien. Le dije. Por un instante me sentí mal, ellos aún no querían saber más de Camila y nuestra relación.
-Queria saludarte y anunciarte que la pierna va mucho mejor, tu padre ha solucionado lo del dinero ya no debes ayudarlo.
Entendí lo que quería decir, la deuda sobre la cirugía estaba olvidada.
-¿Como está papá?
-Bien, algo cansado por el trabajo, además de que llega casi congelado a casa, el clima está mucho más frío.
-Lo supongo, aquí hace un poco de fresco por las tardes.
Me agradaba poder platicar con ella algo que hace tiempo era insignificante.
-Oye también debo mencionar que tu amigo ha hablado más de la cuenta a casa, al parecer no logra comunicarse contigo.
-No quise contestar. Le respondí rápido.
-¿Porque?
-Me ha sacado de quicio con algunas cosas, pero no te preocupes son cosas sobre el libro.
-Han ido bien las ventas.
-Increíble. Le dije con una sonrisa. El libro estaba gustandole a los lectores.
Un estruendo se escuchó en la habitación. Hasta mamá lo escucho preguntándome algo asustada que había sido, Ki era el único en lugar. Corrí hacia el para averiguar qué fue, mi corazón latía fuerte.
Cuando entre lo miré tratando de levantar algo del piso.
-Hey Ki.
Lo llamé y el se dió la vuelta, mis ojos casi se salen de mis órbitas al mirar lo que tenía en las manos. Una caja había caído del mueble y el piso estaba lleno de los recuerdos de la universidad.
-Lo siento Lolo. Me dijo apenado. Mamá no dejaba de pedirme explicación por el telefono.
-Esta todo bien mamá sólo fue Ki, el tiró algo por accidente al piso.
-Dios, debes tener más cuidado con ese niño.
Rodé los ojos al escuchar como se refería a él. Tomé el bastón que Ki tenía en las manos y le indique con los ojos que no había problema.
Caminé al armario y lo coloqué ahí.
Ki me miraba aún asustado quizá pensando en que estaba molesta.
-Mamá debo colgar, te mandaré el otro número por mensaje, así podrás hablarme más seguido.
-Esta bien, por favor ten más cuidado con el.
Por un momento me deje engañar por su palabras y fingí que era preocupación por Ki. Era obvio que no.
-Claro, y se llama Kilian la próxima quiero que utilices su nombre.
Gruñó del otro lado. -Cuidate y saluda a mi padre.
Colgué cuando se despidió.
Regresé a donde Kilian y aun estaba asustado.
-Ki, casi tiemblas, está bien mira las cosas están intactas sólo se cayeron.
Le sonreí tratando de calmarlo, dudando se tomó el brazo cubierto con la férula y se acercó a donde estaba juntando las cosas de nuevo en la caja.
-Lo siento Lolo, ¿Era tuyo ese bastón verdad?
Recordé como lo sostenía antes, estaba bastante segura que había jugado a no mirar y buscar a tientas el piso con el bastón así provocó que la caja cayera al piso.
-Si. Dije en un suspiro, no me gustaba recordar que lo utilizaba, me provocaba un escalofrío sentirme de nuevo como antes, sumida en la oscuridad y caminando con la compañía del bastón hacia sitios desconocidos, entre personas que no podía ver.
-He visto a un niño en el colegio que usa uno similar. Continuó el platicando.
-Si Ki, lo usan las personas invidentes.
-Jamás te he preguntado sobre eso ¿Como se siente no poder ver?
Mi cuerpo se tensó un poco cuando hizo la pregunta.
-Terrible Ki, aunque con el tiempo te acostumbras.
-Quise tratar de caminar con la ayudaba del bastón por eso tire la caja. Yo asentí, ya sabía lo que había ocurrido.
-Pudiste haberte lastimado el brazo Ki.
Coloqué el último objeto en la caja y la puse en su lugar, ayude al pequeño a ponerse de pie.
-¡No es para nada divertido caminar con el, así que jamás lo vuelvas a intentar!
Le dije en un tono fuerte, me estaba enfadando, el solo hecho de pensar que alguien más podría pasar por esos momentos me hacían sentirme mal. Mucho más por Kilian. Crecer sin poder ver, me habían creado demasiadas inseguridades y además una sensación de soledad todo el tiempo.
Kilian se quedó quieto para luego salir de la habitación, desde luego era la primera vez en que le hablaba de aquella manera. Cuando entre a la sala el solo miraba la televisión. Traté de reiniciar alguna plática con el pero aún se sentía ofendido o resentido conmigo por la forma en que le hablé.
Regresamos a la casa para poner a Kilian a descansar y el resto de la tarde la pasé sentada sobre el sofá mirando a la nada. El pequeño mantenía su silencio y eso me hizo sentir triste y culpable. Pensé en la mejor manera de discúlpame pero no encontré ninguna, hasta que el sonido del auto se escucho. Camila estaba en casa, había arreglado el auto.
Un sudor frío corrió por mi frente, que le iba a decir cuando se diera cuenta que el pequeño estaba enfadado conmigo o que quizá me odiaba.
Entró haciendo ruido sobre el pasillo para aparecer frente a mi con una sonrisa inmensa.
-Hola amor. Saludó hasta llegar a mi y besar mis labios.
-Hola. Le contesté insegura. Ella por supuesto lo notó así que quiso averiguar qué ocurría.
-¿Y Ki?
-En su habitación.
Le dije y ella me miró dudosa.
Se quitó los zapatos y los dejo en el piso. -Me estas asustando ¿Pasa algo?
Preguntó un poco más interesada, sabía que Ki estaba bien pero no veía lo mismo en mi. El suceso de la mañana me tenía algo agobiada, recordar no me agradaba mucho y el asunto del niño me hacía sentir peor.
Negué. -No, o eso creo.
Frunció el ceño y se separó de mi para ir a donde su hijo.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora