43

8.7K 542 8
                                    

LAUREN
-Mmmmhh. La chica rubia soltó un gemido bastante notable cuando detuve su mano en mi pecho.
Eso me asustó, fue tan ruidoso que seguro la persona del otro lado del teléfono lo escucho, Camila lo escuchó.

-Camila...dame unos minutos y te devuelvo la llamada.
Después de mencionarlo solo se escucharon tres tonos indicandome que colgó. Demonios y ahora que le diría al verla a la cara.
-Debes salir de aquí. Le dije a mi compañía con voz fría, caminé al baño con mi teléfono en la mano, antes de entrar le dije a la rubia que no la quería ver ahí al salir, solo giró los ojos y comenzó a vestirse.
Busqué en mi móvil el teléfono del cual me había hablado y llamé.
Suspiré hondo mientras sonaba.

-Estaré en casa solo antes de las 2. Dijo sin más.

-Ire en una hora.

-Bien, nos vemos.
Colgó de nuevo, estaba molesta de eso estaba segura.

Al tocar a su puerta comencé a sudar, quería verla pero después de lo de anoche sentía que la había traicionado, además no sabía que actitud tenía hacía mi.
Ella abrió y yo solo le sonreí.

CAMILA
La miré, tenía tanto enfado contenido después de terminar la llamada, ella estaba con alguien, el gemido solo podía venir de una acompañante. Pero que esperaba que después de recuperar la vista iba seguir contenida en una burbuja, era obvio que debió estar con otras personas, mujeres o con hombres, nada se lo impedía ella era realmente hermosa.
Al abrir la puerta y ver a sus ojos, luego a toda ella me hizo olvidar el por que estaba molesta, le di media sonrisa antes de saludarla.

-Hola Camila. Se acercó a mi y pude oler ese perfume que le caracterizaba, ahora combinado con una fragancia cara y con su sonrisa coqueta, distinta a hace días cuando lucía triste.
Su intención era besarme la mejilla y al dármelo intentó abrazarme pero me alejé de inmediato dando pasos hacia atrás y dejándola entrar a la casa. No la deje recorrer más espacio dentro y sostuve las llaves frente a su cara.

-Estas son las llaves, dijo que no han hecho cambios solo restauración.

-Pensé que me acompañarían.

-No puedo. Solté en un tono duro y decidido.

-Puede venir Kilian, solo quiero mirar la casa por única ocasión y si es acompañada mucho mejor. Negué y me giré para continuar haciendo algo de limpieza en la casa, hace rato había ido al departamento para traer algunas cosas básicas, Ki ya no queria salir de aquí. Ahora estaba en la casa de Aiden quien había venido temprano a visitarnos y lo invito a su casa para ver algunas películas, mi amigo me dijo que debía distraerse y que podía pasar por el más tarde.
Lauren siguió mis pasos y tomó mi brazo de forma suave.

-Por favor.

-Estoy ocupada ahora y Ki no esta en casa debo salir por el a las 2 así que mejor date prisa.
Lauren solo no dejo de mirarme y soltó una carcajada.
-¿Qué es tan gracioso?

-Tu. La miré y su sonrisa coqueta no desapareció.

-Acompáñame.
Sabía que no me dejaría en paz hasta que la acompañara.

LAUREN
Tenía la esperanza de que Camila me tratara bien, quería que me aceptara de nuevo aunque sea los pocos días que estaría en la ciudad antes de partir a Vancouver.
-Bien ire contigo.
Asentí bastante contenta por hacerla aceptar, era fascinante la actitud molesta en la que estaba por que aún así se veía linda, me daba ternura, por que era más bajita que yo y trataba de actuar como si no le importara mi presencia.
Caminó adelante de mi a la salida y yo tras de ella, así llegamos hasta la puerta de mi casa. Respiré profundo y abrí la puerta de la cerca que estaba muy alta.
Ella suspiró y no dejo de mirar mis manos en la puerta. Caminé mirando el jardín de enfrente, parecía algo descuidado y estaba segura que mi mamá jamás lo mantuvo así, mis manos temblaban y cuando traté de abrir la puerta principal las llaves cayeron al piso.
Camila se apresuró a levantarlas y tomar mis manos, me recargué en la pared.

-¿Estás bien? Solo negué y me perdí en sus ojos.

-Si, es solo que es difícil, ahí dentro no tuve muy buenas experiencias y me parece algo difícil verlo...me hace pensar en como lo viví.

-Yo abriré. Camila soltó mis manos para abrir.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora