Capítulo treinta y ocho

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Está bien. Eva me había dejado tan embelesada como el chico que había cantado antes que ella. Debía admitir que tenía una voz única y eso había hecho la presentación aún mejor. Estaba segura que si alguien más la hubiera cantado, no habría tenido el mismo efecto. Sin embargo, no sabía cómo sentirme con respecto a ella bajando del escenario para acercarse a Jayden.

No había malicia en su rostro -de hecho se vio bastante culpable cuando llegó hasta nosotros- al tomar la mano de mí novio para llevarlo con ella.

Las personas del restaurante aplaudieron con emoción al ver una presentación diferente al resto. Yo por otro lado ya no estaba tan contenta. Aunque una parte de mí seguía sintiendo curiosidad, por lo que me incliné hacía adelante, con los codos apoyados en la mesa, esperando que la voz de Jayden sonara en los altavoces.

Tomó unos segundos antes de que esto sucediera. Él se veía indeciso y tenía las orejas enrojecidas de vergüenza, pero al final terminó acercando su boca al micrófono y dejó que la letra fluyera de entre sus labios. Eva sonrió. Kyle también. Amplias sonrisas, llenas de orgullo por su amigo que tuvo que dejar este mundo para mudarse con su mamá y hacerse cargo de sus hermanas.

El fantasma de una sonrisa también jugaba en las comisuras de los labios de Jayden. Podía decirlo por la ligera hendidura que hacía un hoyuelo en su mejilla. Sus ojos se mantuvieron cerrados durante toda su parte y solo los abrió cuando Eva se acercó para cantar el coro junto a él; entonces su mirada viajó hasta donde me encontraba y no los volvió a apartar.

Era obvio que la canción era acerca de ellos, pero el hecho de que era yo a quien Jayden estaba viendo, hizo que dejara de ser así. Lo amé un poquito más por eso.

Al terminar, ellos se abrazaron antes de que él regresara a mí y ella hiciera una ligera inclinación en agradecimiento por los aplausos que estaba recibiendo. Ella y el chico de los tatuajes eran quienes más vítores habían recibido.

Jayden se dejó caer en su silla, dejando escapar un enorme suspiro. Me giré lista para hacerle todas las preguntas que estaba reservando, pero al ver sus ojos azules resplandecientes y sus mejillas sonrojadas, lo pensé mejor. Él deslizó una mano por mi nuca y atrapó mi boca en la suya antes de que pudiera decir cualquier cosa. Era un beso apasionado. Estaba tan sorprendida por el mismo que para él fue fácil deslizar su lengua en mi boca.

Cuando sentí que mis oídos se tapaban y lo único que podía escuchar era un ligero silbido, me alejé. Sin pensarlo llevé mis dedos a mis labios y limpié mi boca. Él me observó, confundido primero y luego su expresión pasó a una de culpa.

Todavía no comprendía que había pasado en ese lapso de tiempo en el que él bajó del escenario y se sentó conmigo pero no me sentía bien. Iba a vomitar.

Dios, mi visión se estaba poniendo borrosa.

- ¿Ed?

Podía escuchar a Jayden hablándome, pero no podía responder. Si lo hacía, no iba a ser muy bonito... o agradable. Me levanté, sin estar segura de a dónde dirigirme. Él se levantó conmigo, tomó nuestras cosas y tomándome de la cintura me llevó afuera.

******

- ¿Cómo te sientes? - preguntó por tercera vez.

Estábamos afuera del restaurante, con mi espalda apoyada contra la pared y Jayden parado frente a mí mientras sostenía una lata de soda fría contra mi cuello para refrescarme. Ya no sentía que me iba a desmayar, pero todavía me sentía extraña.

- Ya estoy bien.

- Lo siento - soltó de repente, haciéndome levantar la mirada.

Sus ojos estaban clavados fijamente en la lata que mantenía contra mi piel. Ni siquiera cuando alejé su mano, vio en mi dirección o en cualquier otra para variar. No estaba segura de que decir, pues todavía no comprendía que había pasado, pero no me gustaba la expresión en su rostro. Para nada.

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