Capítulo Diecinueve

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Había esperado que Jayden se despidiera la mañana siguiente, pero me encontré con que para cuando yo salía para el trabajo, él tenía una hora de haberse marchado. ¿Decepcionada? Tenía dificultades admitiéndolo y sabía que nunca sería capaz de dar voz a esos sentimientos, pero no había otra forma de describir la punzada que atravesó mi pecho cuando me di cuenta de que no lo vería de nuevo en algún tiempo.

La sensación de malestar perduró durante todo mi trayecto al café y gran parte de mi jornada.

En realidad nunca desapareció, solo fui muy buena en mi misión de no pensar en él y mucho menos en nuestro beso de la noche pasada. Tampoco había hecho mención del mismo a Cassie —aunque me moría de ganas de contárselo—, ni le había informado a mamá de los planes que teníamos a su regreso. Quería que todo lo relacionado a Jayden se quedara en secreto.

Lo quería solo para mí.

Sentir algo por un chico era tan extraño para mí que ahora que sabía que mi vecino me gustaba, lo quería disfrutar tanto como podía. Temía que la influencia de lo que mi familia dijera afectara lo que comenzaba a desarrollarse entre nosotros. Si es que acaso había algo.

Además, me avergonzaba un poco confesar mi atracción por Jayden. Incluso después de haberlo conocido, tenía la intención de buscarme un chico que fuera todo lo opuesto a lo que mamá quería para mí y al final terminaría siguiendo su mandato. Si ella se enterara comenzaría a trepar las paredes de la emoción e incluso —probablemente—, olvidaría la animosidad que nos acechaba desde nuestro... intercambio de opiniones.

******

—No estás molesta conmigo, ¿verdad? — Un par de brazos me rodearon por detrás y me apretaron contra un pecho fuerte y duro.

Era la cuarta o quinta vez que lo hacía desde que me había visto esa mañana. La primera vez me tensé tanto, que era casi como un globo inflado en su punto máximo. Un poco más y me rompería con un estallido. Juraba que mi mente quedó en blanco en ese momento o al menos eliminó todo a mi alrededor, dejándolo solo a él como punto de enfoque. No hallaba que hacer con las sensaciones que su contacto provocaba. Era totalmente diferente a Jayden y aun así similares al mismo tiempo.

Ahora solo me quedó rodar los ojos y soltar un suspiro. —Te juro que me molestaré contigo si sigues con esto.

Caleb soltó una risita divertida antes de soltarme y separarse. — Solo me gusta estar seguro.

—Me hiciste prometerlo desde la primera vez— comenté, dándome la vuelta para hacerle una mueca que solo ensanchó la sonrisa en su rostro.

—Entonces solo me gusta abrazarte— dijo, guiñándome un ojo.

—Limítate de hacerlo. Tengo suficiente con Jayden.

—Hablando del rey de Roma... ¿Qué hay entre ustedes?

—Nada...

Caleb entrecerró los ojos con suspicacia antes de ofrecerme una sonrisa triunfante. Chasqueó los dedos y me señaló con el dedo índice. — Tu cara roja te delata. Comienzo a descubrir que eres un libro abierto, encanto... En realidad tiene su lado bueno. Las mujeres son tan complicadas que es más fácil cuando dan a relucir todo lo que pasa por esas cabecitas.

Sonreí a pesar de mi misma. — ¿Y a ti te gusta solo lo fácil, no?

Sus ojos brillaron con picardía. — Mientras más fácil, mejor.

—Cerdo.

Él soltó una carcajada y sacudió la cabeza hacía mí. — Un buen desafío es bueno de vez en cuando. De hecho... — levantó mi barbilla con dos dedos, forzándome a verlo directamente a los ojos. Comencé a hiperventilar con el pensamiento de él besándome, también. —... las chicas difíciles son ardientes. — Inclinó su rostro y depositó un beso en mi mejilla. — Lastimosamente, no he conocido una chica difícil que me haga mantener el interés por mucho tiempo.

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