Capítulo Diez

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Presioné mi dedo contra la pantalla de mi teléfono y sobre el nombre del chico primero, antes de lanzarme a responder. No sabía porque quería hacerlo, en primer lugar. Su foto de perfil era la de un chico lleno de tatuajes y piercings y aunque era caliente, eso no me decía nada sobre su personalidad.

Podía ser una imagen bajada de Google. No podía saberlo.

En realidad podía ser un viejo gordo, pervertido que sabía que no había ni una maldita buena razón para responderle y por eso acudía a utilizar perfiles falsos, con el fin de enamorar chicas y citarlas, para después violarlas y asesinarlas.

Dios, si siete años atrás había sobrevivido era porque quien me había encontrado había sido un chico y probablemente no tenía idea de lo que hacía —no que eso me hiciera sentir mejor o menos atemorizada de él—, pero un encuentro con alguien experimentado y dispuesto a cualquier cosa, era la peor pesadilla que una chica podía tener.

Una chica como yo, claro está.

Para otras chicas su mundo se venía abajo cuando un chico no respondía sus mensajes o —Dios no lo permita— cuando perdían el período durante nueve meses. Todo se trataba de extremos y estar remotamente cerca de cualquier chico con una intención clara era el mío.

Su perfil no tenía mucho. Sólo tenía una foto, lo que debería confirmar mis sospechas de que era una cuenta falsa; también tenía otros datos como la edad, signo zodiacal, color de ojos y cabello, si quería hijos o no y su estado civil. Otra vez, no era nada que me diera algún indicio de quién o cómo era él.

Aparentemente era sólo dos años mayor que yo, —eso sí me tragaba todo el rollo de que él era real y confiable.

Intentaba convencerme de que era su nombre lo que había llamado mi atención y no el hecho de que el chico era increíblemente caliente con todos esos tatuajes amoldándose alrededor de los músculos definidos de sus brazos y bajando por el también definido torso. Él parecía una especie de arte andante y como cualquier obra muy bien trabajada, mis ojos no podían apartarse.

Bien, lo admitía. Tenía una gran debilidad por los chicos con tatuajes. No del tipo de chicos que se tatuaban hasta el interior de los labios, la cabeza o ugh, otras partes menos visibles. No, me gustaban los chicos con tatuajes que tenían un significado más allá de lo artístico y por artístico no me refería a nombres o rostros de santos o familiares. Sino más bien a frases o imágenes e incluso elementos tribales que tenía un sentimiento más profundo.

Eso no quería decir que iba a correr a acostarme con él, sólo por ser caliente y tener tatuajes. Los chicos, con tatuajes o no, seguían siendo chicos y me hacían sentir como un felino siendo acorralado. Si tuviera pelo en el cuerpo, lo más probable es que estuviera todo erizado.

Además, nadie podía asegurar que los chicos con tatuajes de la vida real fueran iguales a los personajes en los libros.


Regresé al mensaje y lo leí otra vez. Una simple palabra.

RockyRoad1«Hola»

Activé el teclado del teléfono con los dedos ya temblorosos y mi corazón latiendo con fuerza. El chico ni siquiera me estaba viendo y ya me tenía nerviosa.

xAngry_Birdx «Hmm. Hola»

Esperé unos minutos. Me dispuse a navegar por el buscador de usuarios por un rato y cuando estaba por desconectarme ya segura de que él no estaba en línea, la burbuja de su chat parpadeó con un nuevo mensaje.

RockyRoad1« ¿Estás bien? ¿Por qué estás enojada?»

¿Uh?

xAngry_Birdx«Disculpa, ¿De qué hablas?»

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