Capítulo Tres

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Apoyé la barbilla en mis manos y me incliné hacía delante, mientras observaba a mamá desde el desayunador. Ella se movía de un lado a otro, tomando sartenes e ingredientes para la cena. En todo momento mantuvo su espalda hacía mí, como si me temiera. Nunca había visto a una mamá que temiera a su hija y no al contrario.

Edie, deja de verme de ese modo. Es inquietante — dijo ella, sin voltearse ni una vez. Se acercó al refrigerador y con la cabeza metida en él, añadió: — Y molesto.

También es molesto que les hables sobre mí a todos los chicos que consideras "aceptables" — observé —; Y perturbador. Pronto podrías estarme subastando a un hombre.

Finalmente se dio la vuelva y me dio una mirada disgustada. Sin embargo, parecía que la idea ya había cruzado su cabeza porque se vio un poco —demasiado— culpable.

¡Mamá! — exclamé, sentándome erguida y observándola con ojos como platos y la boca abierta.

Ella soltó una carcajada antes de regresar a su tarea. — Estoy bromeando. Nunca te subastaría, ni aunque me asustaras como el infierno cuando te dan ganas de andar sonámbula.

A pesar de mí misma, sonreí. En realidad eso ya había sucedido en numerosas ocasiones a lo largo de mi vida y aunque no era consciente de ello, mamá me culpaba por "sacar la mierda de ella" cada vez. Supongo que debería estar aliviada porque esa razón no estuviera en la lista de MOTIVOS POR LOS CUALES SUBASTAR A MI HIJA.

— ¿Debería yo subastar a mi madre por querer emparejarme con cualquier desconocido?

Tienes que admitir que Jayden es el mejor si lo comparas con los otros. — Se acercó a mí y me pasó una tabla para picar junto con un cuchillo y algunas verduras. — Cariño, córtalas en trozos pequeños.

¡Jesús! Mamá, te escuchas como toda una asaltacunas. — Hice una mueca, acercando más los utensilios que me dio y comenzando mi tarea de picar. Al menos ahora tenía algo en que mantener ocupadas mis manos.

Mi mente por otro lado seguía regresando a lo que me había dicho y aunque no quería pensar en si Jayden era atractivo o no, no estaba consiguiendo resultados prometedores. — Jayden puede ser caliente si gustas, pero es un idiota en mayúscula.

Mamá sacudió la cabeza, con una sonrisa jugando en sus labios. Odiaba que luciera tan mayor y sabia, como si supiera algo que yo desconocía con respecto a mi vida amorosa. No había sentido nada por ninguno de los chicos con los que me había organizado citas a ciegas y tampoco pensaba sentir nada por mi nuevo vecino. Así que no entendía porque sonreía de la forma en que lo hacía.

Yo creo que este es el indicado — murmuró. El sonido de la carne siendo puesta en aceite caliente hizo que guardáramos silencio por un momento. Solo podíamos escuchar el ligero golpeteo del cuchillo sobre la tabla de picar y la carne cocinándose.

Me sumergí en este silencio, necesitando el espacio para que mi mente divagara y se distrajera de la realidad. Aislé los sonidos y los encerré en una burbuja, sintiendo algunas ideas comenzando a fluir como un pequeño arroyo. Sabía que esta noche no dormiría por escribir otra vez, pues la inspiración siempre aparecía en los momentos menos oportunos. Estaba bien conmigo, ya que estaba de vacaciones y podía emplear mi tiempo de la manera que mejor funcionara para mí. Aunque mamá ya me había advertido que al menos consiguiera un trabajo de verano para ir a perder el tiempo en otro lugar.

Seguí picando las zanahorias y tomates, prestando extrema atención al tamaño de cada trozo para que fueran todos iguales —pedazos cuadrados y perfectos—, porque me gustaba que no fueran ni muy grandes ni muy pequeños. Era por eso que siempre me tocaba la tarea de cortar. A mamá le encantaba lo meticulosa que me volvía en momentos así.

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