Capítulo Treinta y cuatro

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Pase los siguientes días sin salir de mi habitación. Ocasionalmente, Jayden entraba por la ventana a pesar de su aversión a las alturas y se quedaba conmigo hasta ya entrada la noche. No volvió a quedarse a dormir conmigo por miedo a que nuestras madres se dieran cuenta. Eso, y que tampoco quería abrumarme de emociones. Todo era demasiado reciente, demasiado nuevo y todavía no estaba segura de cómo lidiar con todo.

Después de que todos se habían ido el día del funeral, mamá intentó hablar conmigo pero estaba demasiado enojada con ella para permitírselo. Dejó de insistir cuando notó que no planeaba ceder.

Ahora llevaba una semana sin hablar con ella.

Y llevaba el mismo tiempo sin verla.

Usualmente se marchaba desde temprano y no regresaba sino hasta bien entrada la noche. Rose y Trevor se iban con ella, pues si se quedaban conmigo, probablemente no les haría tanto caso. Estaba bien con ello. Aunque... llegaba un momento en el que la soledad resultaba ser abrumadora.

*****

El timbre que avisaba de un nuevo mensaje me sacó de mi estado autocompasivo.

Era de Jayden.

Arréglate. Pasaré por ti en una hora.

Yo: ¿Por qué? ¿Adónde vamos?

Jayden: ¿Podrías solo hacerme caso? ¿Una vez?

Resoplé.

Yo: Sabes que no tengo ganas de salir.

Jayden: Lo sé. Es por eso que lo hago. Te veo después, sin peros. TA.

No pude evitar sonreír al ver el final del mensaje. Sabía que decían Te Amo, a pesar de que no lo había vuelto a mencionar desde esa noche. Apreciaba que no me presionara al respecto, pero también me gustaba que todavía lo hiciera a su modo. Quizás era uno de sus encantos. Seguía siendo directo, pero de una forma más sutil para no hacerme sentir presión.

Sin embargo, salir en mi estado era una presión y era ahí donde él se volvía un ser contradictorio. ¿O era yo? No podía decirlo con exactitud. Lo único que sabía es que él era como una corriente y después de haber peleado contra ella, ahora decidía seguir su curso. Era más fácil. Y podía apreciar mejor la vista.

Así que hice como me dijo. Me di una buena ducha y me vestí para salir. Dado que él no me había dado ningún detalle, simplemente me puse un par de jeans y una camiseta negra con el nombre de una banda de rock. No sabía quiénes eran, pero aun usaba esa camiseta por ser un regalo de Cassie. Era uno de sus grupos favoritos.

Tal y como él había dicho, una hora más tarde estaba tocando mi puerta principal. Cuando abrí y lo vi ahí parado, con su cabello negro revuelto por el viento y sus ojos azules observándome con cariño y una sorpresa evidente al notar la camisa que vestía, fue imposible negar que sentía algo por este chico. Lo quería. Más de lo alguna vez había querido a algún chico.

—No sabía que te gustaba Nirvana— observó, acercándose a mí para darme un beso.

—No lo hacen. Mi mejor amiga me regaló esta camisa así que la uso de vez en cuando.

Él rió ante esto y puso los ojos en blanco.

—Eso lo explica todo.

— ¿Qué se supone que significa eso?

—Bueno, no pareces el tipo de chica que escucha rock. Desde que te conocí, nunca te he escuchado oyendo música. ¿Al menos te gusta alguien? Y no me digas que Justin Bieber o consideraré esta relación.

Había un brillo divertido en su mirada que me encantaba. No solía notarlo mucho antes porque me irritaba como el infierno todo lo que de él se trataba, pero mientras más lo iba conociendo, más notaba cosas de él y más me gustaban.

—Me gusta Enya— dije con las mejillas coloradas. Probablemente él no sabía quién era ella. Lo comprobé cuando vi su expresión confundida. —Es una cantante irlandesa.

Él sonrió y me besó de nuevo. —Deberías ponérmela más tarde. Quiero escuchar lo que escuchas.

Asentí, sonriendo en respuesta. — ¿Y bueno, adónde vamos?

Hasta ese momento no me había dado cuenta del coche estacionado frente a la casa. Observé a Jayden con las cejas levantadas y la curiosidad carcomiéndome por dentro más fuerte que nunca. Me estaba acostumbrando a las sorpresas, pero todavía no me gustaban del todo.

—Iremos a... mi casa. No exactamente donde papá, pero si a visitar a unos amigos. Ellos tienen una banda y me invitaron a su pequeña presentación en un bar local. No es rock, así que creo que te van a gustar.

— ¿Y el auto?

—Lo renté. He escuchado que viajar por carretera alivia los problemas del corazón y despeja la mente.

De verdad no tenía ánimos de salir y socializar, pero el viaje sonaba tan tentador y la idea de alejarme de casa era... bueno, quizás podría prepararme para cuando finalmente llegara mi momento de marcharme. Nunca había viajado tan lejos antes. Al menos no después del incidente con André y eso lo hacía aún más emocionante. Sentía que era como romper una de las cadenas que me ataban al pasado y a esta ciudad. Fue por eso que acepté la propuesta de Jayden sin pensarlo una segunda vez.

******

El viaje era de cinco horas. La universidad en la que estaría, quedaba a una hora de la ciudad a la que íbamos y a seis de la mía. Si Jayden regresara a vivir a su ciudad natal, probablemente sería más fácil para nosotros seguir saliendo. Pero con seis horas de distancia, no estaba tan segura.

La idea de dejarlo no era tentadora para nada.

Decidí no pensar sobre ello —de nuevo— y elegí enfocarme en lo hermosa que era la vista de afuera. La carretera despejada, el cielo de un azul brillante, que solo se veía interrumpido por enormes y esponjosas nubes blancas. Y no podían faltar los árboles, de un verde oscuro, que enmarcaban ambos lados de la autopista.

De todo —o nada; dependía el punto de vista— lo que podía admirar, era el cielo del que no podía apartar la mirada. Era tan vasto, tan puro... tan inalcanzable, que me resultaba difícil quitarle los ojos de encima. Estaba casi segura que de todos los animales en el mundo, las aves eran las que más libres se sentían. Poder volar con las alas completamente extendidas y sintiendo el aire acariciar tu cuerpo, sin ataduras, debía ser la cosa más excitante que alguna vez haya existido.

Bajé la ventana completamente, dejando entrar el cálido aire de verano al auto. Cerré los ojos, imaginándome volando, dejando ir una a una las cadenas que me habían atado hasta ese momento. En ese momento me olvidé de mamá, de papá y de André. Ni siquiera pensé en Jayden, quien estaba sentado a pocos centímetros de mí. Simplemente decidí no pensar, solo sentir.

Jayden me dejó disfrutar, en completo silencio. En cierto punto, tomó mi mano en la suya, entrelazando nuestros dedos y llevándolos a su boca para besarlos. Sonreí, aun con los ojos cerrados. Me sentía tan dichosa, que temía que todo fuera un sueño.

Me asustaba regresar a la vida que tenía antes.

No. Si no podías pensar en el pasado con al menos una sonrisa, entonces ni siquiera podía llamarse vida.

— ¿Fue una buena idea venir, cierto?— Preguntó Jayden, al cabo de un largo rato, finalmente interrumpiendo mis pensamientos.

Giré mi rostro para verlo. Mantenía la vista en la carretera, con una mano en el timón y la otra sosteniendo la mía sobre mi regazo. Una sonrisa torcida hizo aparición y con ella, un hoyuelo. Lo encontré tan atractivo que terminé concluyendo en que esta era una buena vista también. Con Jayden podía experimentar la libertad que las aves sentían al volar.

—Definitivamente.


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Disculpen por la tardanza en publicar... u_u por motivos de salud no había tenido oportunidad de escribir.

Aparte de eso, gracias por todos los votos/visitas y seguidores que he tenido en los últimos días. :3 *-*

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