—¡Qué emocionante! como usted mande mi coronela ya me cambio y vamos.

Hoy no eran necesarios los lujos, ni siquiera la ropa extravagante, pensaba hacerla vivir un día en el que las etiquetas no importen, mientras ella se vestía yo me puse ropa deportiva, un poco de brillo en los labios, rímel en las pestañas y listo, cuando salió de mi habitación se veía tan hermosa, como si hubiese adivinado ayer lo que el día de hoy haríamos había traído ropa deportiva también, se veía preciosa. La llevaría a un camping bastante copado, bastante soñado, que queda a una hora de la ciudad, ahí podes andar en canoas, hay un restaurant muy lindo, y un parque de diversiones tipo americano, es todo muy rupestre. En el micro íbamos hechas unas niñas, hablando de todo un poco, haciéndonos cosquillas, debo de admitir que ¡detesto las cosquillas! Viajaban muy pocas personas, ojalá hoy pasemos un día divertido y que sea significativo para Tatiana.

—Nunca vine por estos lados, ¿a donde me llevas?.

—Ah... no se, ya veras preciosa, ¡la vamos a pasar súper!.

El día estaba espectacular, no hacía demasiado frío, la primavera se estaba aproximando, el lugar se veía muy limpio, Tatiana miraba todo muy asombrada, siento que jamás imaginó que la traería a un lugar así.

—¡Me encanta!, ¿Qué vamos a hacer primero?.

—¿Qué te parece si vamos a almorzar? después vemos qué hacemos..

—¡Si, tengo hambre!.

Fuimos a un restauran del lugar, era fabuloso, en esa sencillez existía el orden más estructurado, los empleados del lugar eran súper amables, tan amables que daba placer ser atendidas por ellos, nos atendió una chica de unos 30 años, era muy mona, tenía los ojos muy lindos color café, luego de tomar nuestros pedidos se retiro no sin antes guiñar un ojo a Tatiana, en ese momento me entró rabia, me puse como un tomate, mis ojos emanaban fuego, pero no dije nada, no debía, ella era libre, una mujer casada que además de todo era heterosexual, no hay chance.

—¿Qué pasa?.

—Pasa que esa estúpida se quiere robar a mi chica, que no sabe que es mi chica, y yo te vi primero", pensé —no pasa nada ¿por qué?.

—No sé, sólo pregunto, estás muy colorada...

—No te preocupes ya pasará...

—Me encanta el lugar gracias por traerme aquí.

—Me encanta que te encante preciosa.

—¿Preciosa yo?, creo que tienes que usar anteojos.

—Para mi, sos una belleza.

—¡No! mira la arruga en mis ojos, esas son patas de gallo, aunque recién empezaron a salir están ahí. Los años no llegan solos.

—Tan difícil somos las mujeres a veces, sos un ángel, tus años llegarán acompañados pero tu alma conserva una jovencita dulce.

—¿Me crees si te digo que nadie fue tan tierna conmigo?.

—Me agrada ser la primera, además lo que te digo son realidades, quizás si te vieras con los ojos que te veo, entenderías que sos algo más que la sumatoria de años, sos perfecta.

—Me vas a hacer llorar, ¿Qué debo de haber hecho en la vida para que alguien como vos aparezca en mi camino? Algo muy bueno seguramente.

—Quizás no hiciste nada y solo fue la vida actuando, llegó el momento en el que nuestros caminos se cruzaron, quizás algo tenemos que aprender la una de la otra.

—Te quiero tanto mi Sole, me gusta mucho mirarte y saberte tan madura, hasta me siento orgullosa de vos.

—Yo te quiero más mi reina —la guiñé un ojo y agarre una de sus manos.

Algo nos interrumpe, la mesera con nuestros platos y con una sonrisa diciendo algo que nos causó mucha gracia. La única que se limitó a hablar fue Tatiana.

—¡Ay pero cuánto amor!.

—Si nos queremos mucho.

—¿Hace cuánto tiempo están de novias?.

—Hace 2 años y el mes que viene nos vamos a casar.

—¡Qué lindo!, ¡Felicidades chicas!, ¿Me invitan?.

—Con gusto, ¿Cómo te llamas?.

-Guadalupe, ¿ustedes?.

—Yo me llamo Tatiana y ella Soledad, ahora si no es mucha molestia ¿nos dejas almorzar que se enfría?.

—Si perdonen, que tengan buen provecho y felicidades otras vez chicas.

No podía creerlo, había mentido que éramos novias, me encantaría que haya sido verdad todo, pero bueno, eso apreciaba de Tati, su habilidad para jugar cuando hay que jugar.

—Me dejaste muda con lo que inventaste —le dije.

—¿Ves? Yo soy tuya nada más.

—Si, si, ¡si!.

—Qué ricas pastas por Dios, me encantan Sole.

—Obvio, si las preparé con mis propias manos —dije levantando una ceja — cocinan muy rico aquí.

—Bueno, pero no son más ricas que las mías, algún día te voy a cocinar, según mi hija son las más ricas que probó en su vida.

—Te tomo la palabra, cuando quieras, donde quieras y a la hora que quieras.

—¿Siempre lista?.

—¡Siempre!.

Después de almorzar fuimos a andar en canoa, pero no queríamos remar, así que un chico remó por nosotras era una escena sacada de Venecia, la luz del día y los ojos de Tatiana eran la combinación perfecta, podía perderme en ellos y no me importaría, ella me complementaba, deseo tanto besarla, pero tendré que acostumbrarme a estar así.

—Mereces ser feliz Tati...

—Lo estoy siendo con vos a mi lado.

—Mereces ser feliz siempre...

—No se que hacer, me armo de valor, luego pienso en mi hija y simplemente no puedo dar el siguiente paso.

—En algún momento vas a poder y yo estaré ahí para apoyarte.

—¡Gracias mi niña!.

—¿Cuándo es tu cumpleaños Tati?.

—¡Qué curiosa! El 28 de noviembre ¿por qué?.

—Sólo pregunto.

El día iba de maravillas, fuimos al parque, nos subimos a varios juegos, en uno de tiro al blanco me gane un peluche grande en color rosa era una conejita, y se la regale a Tatiana, luego subimos a una montaña rusa, confieso que mi miedo a las alturas es extremo estuve a punto de no subir pero no podía dejarla sola, así que subimos ambas, morí de miedo, bajé casi llorando pero estuvo magnífico, ya había llegado la noche, fuimos por una copa al restaurante donde almorzamos y de ahí directo al micro. Subimos y nos sentamos atrás de dos chicas, que en un momento se pusieron muy cachondas.

—Estas muchachas derrochando calentura y yo sin tener a quien besar —dijo frunciendo el ceño.

—Opino lo mismo, pero bueno ya llegará alguien en algún momento.

—Así es mi niña, pero mientras estés a mi lado yo no necesito a nadie.

Nos abrazamos y fuimos todo el viaje así, al llegar a casa guardamos todas sus cosas, cuando levanté el peluche que le regalé me pidió que le pusiera mi perfume para recordarme, después de eso se dispuso a regresar a su casa, la acompañé hasta afuera.

—Adiós bonita, gracias por el día estupendo que me hiciste pasar, te quiero con toda mi alma.

—No me des las gracias, te quiero mucho más.

En ese instante tomó una de mis mejillas y la comenzó a acariciar, creí que iba a besarme en los labios, cerré los ojos, sentí un beso húmedo en mi nariz.

—¡Adiós mi vida!.




Entre libros y sus ojosWhere stories live. Discover now