–No, no es mi novio. Solo nos estamos conociendo y esas cosas... –le suelto y él asiente.

Veo como Ashton se acerca a lo lejos y  parece que ha pasado una eternidad desde que se fue.

–Bueno, yo me voy –dice Ethan serio –no quiero interrumpir nada. Estaré por ahí –saluda con el típico saludo de los tíos a Ashton y luego me mira –. Me alegro de haberte visto Eli –sonríe de forma socarrona y me guiña un ojo.

Se gira y camina hacia delante. Lo sigo con la mirada, hasta que se pierde entre la multitud.

–¿Me acompañas a por una copa? –le pregunto a Ashton.

–Claro, vamos –me coge de la mano y nos vamos a la cocina.

«Necesito alcohol, necesito olvidar esto».

Al llegar a la cocina me echo vodka a palo seco, me lo bebo todo de un trago y sabe que arde. Dejo el vaso sobre la encimera y le vuelvo a dar la mano a Ashton.

–¿Podemos subir a la azotea? –le pregunto haciendo pucheros.

–Buena idea, verás lo impresionante que es por la noche –lleva mi mano a sus labios y me da un suave y tierno beso.

Nos vamos en dirección a las escaleras y en cuanto llegamos a la azotea no puedo dejar de mirar las vistas.

–Es realmente precioso –le digo boquiabierta.

–A que sí –dice y me rodea por detrás la cintura con sus brazos.

Apoya la cabeza en mi hombro izquierdo y yo giro la cabeza y le doy un beso en la mejilla.

Nos quedamos en silencio un largo rato mirando las luces, los coches que van por la carretera, las casas que se ven a lo lejos... el paisaje en general. Todo parece tan pequeño desde aquí arriba.

–¿Tienes frío? –me pregunta rompiendo el silencio con una voz suave, casi como un susurro.

–Un poco, pero estoy bien –le digo aunque cada vez tengo más frío.

–Te daría la manta pero está abajo... –me gira y nos quedamos cara a cara –si quieres podemos bajar a por ella.

–Vale, porque cada vez tengo más frío –le digo tiritando un poco.

Asiente me coge de la mano y bajamos la escalera. Me lleva a la primera planta.

–Espera aquí un segundo, ¿vale? –me advierte –. Voy a buscar una manta en el armario del garaje.

Yo asiento aunque en realidad quiero acompañarle. No quiero quedarme aquí sola por si me encuentro con Ethan.

–¡No tardes mucho! –le digo cuando todavía está cerca y puede oírme.

–¡Tranquila, estaré aquí en seguida! –tras estás palabras se da la vuelta y se va.

Espero y mientras tanto jugueteo con la pulsera de plata que me regaló mi abuela cuando era pequeña. Tiene un brillante y cuando estoy nerviosa no puedo parar de girarlo una y otra vez. De repente veo la gran aglomeración de gente que hay alrededor de algo frente a mi.

Escucho a la gente vitoreando y de repente escucho una voz que me suena demasiado.

–¡Te vas a enterar gilipollas! –grita un chico. «Oh no, es Ethan».

Corro hacia la multitud y me abro paso entre la gente como puedo. Tras algunos empujones y dos pisotones consigo atravesar a toda la gente. Llego a donde quería y me encuentro a Ethan cogiendo del cuello de la camisa a un chico. Un chico grande y fuerte.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora