Estas botas están hechas para caminar

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—Melina tenemos que hablar —Jamás en su vida pensó sentirse así. Impotencia y dominación era lo que pasaba por su cabeza y una fuerte adrenalina recorría su cuerpo.

LA chica borro su sonrisa al ver el rostro contorsionado de Israel.

—Mi amor ¿sucede algo?

El cerró los ojos con fuerza. ¿Lo creía? ¿Realmente lo creía? Era tan... difícil de siquiera pensarlo, tan difícil siquiera de imaginárselo, pero... bueno cuando ella se lo proponía, especialmente con las personas que tenía como enemigas, llegaba a ser fría, cruel, sin corazón y muchas cosas de ese estilo. ¿A caso era capaz de portarse de la misma manera con Isra?

El joven respiro hondo, las pruebas decían más.

Levanto la mano con todas las notas sostenidas.

—Sucede esto —Respondió.

La expresión de ella era de confusión. Era buena actriz.

— ¿Qué es? —

—Muéstrame tu cuaderno, el de esta materia.

Ella frunció el ceño pero obedeció, claramente estaba nerviosa, insegura, no sabiendo que debía hacer. Saco su cuaderno y se lo paso al joven.

—Isra dime exactamente qué está pasando por que no entiendo nada y comienzo a poner nerviosa y...

—Tranquila, solo quiero ver.

Abrió el cuaderno en una hoja al azar.

Juntando los pedazos las notas, veía como se formaba una hoja, una hoja tamaño carta bordeada de corazones azules y rosas, un estilo femenino.

— ¿Qué son esas hoja que tienes? —Pregunto ella.

El joven puso el cuaderno en alto con las notas sobre este. Se lo paso a Melina y la chica comenzó a leer.

—si querías que me alejara solo tenías que decirlo, no tenías que darme tal susto, no tenías que traerme como loco buscando las pistas, no tenías que decírmelo por escrito, solo decirlo al rostro hubiera sido más que suficiente— A continuación se dio la media vuelta y se alejó, la joven siguió allí, sin comprender exactamente qué había sucedido.

Edmund fue tras su colega.

Ambos caminaron en silencio hasta el estacionamiento. A las afueras había muchos alumnos dado que la gran mayoría ya había terminado las clases.

Caminar con tal tensión había sido muy difícil para Edmund, no estaba acostumbrado a lidiar con un Isra enfadado, decepcionado y desilusionado. No obstante él le había mostrado al mismo Edmund un gran apoyo cuando este se había portado de la misma manera.

Al estar al aire libre, Ed decidió hablar.

— ¿Amigo? Lo siento.,.

Isra detuvo el paso, Ed hizo lo mismo.

—No te preocupes bro, gracias por ayudarme —Exclamo con la mirada perdida más ellas del instituto. El cielo estaba cargado de nubes, por fortuna se miraban blancas e indefensas.

—Andas, vayamos al trabajo —Dijo Edmund tratando de hacer que Isra poco a poco olvidara lo que había pasado.

El joven aun con la mirada más allá, asintió y dio un paso. En ese momento alguien grito su nombre.

—Isra, ¡espera! —Melina a sus espaldas era quien gritaba, haciendo a un lado a todo aquel que se le atravesaba. Corría con gran facilidad gracias a que aún mantenía las zapatillas deportivas brillosas.

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