Hay cosas buenas aun en lo malo; solo observando se puede distinguir.

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Fue algo complicado comenzar una conversación, Israel había agarrado valor solo por esos veinte segundos, al parecer Melina también, pues ahora las palabras parecían haber escapado en su totalidad de la boca de ambos. Eso sin contar que el paladar de Isra misteriosamente se había secado.

Afortunadamente Melina no vivía tan lejos de la escuela.

— ¿Y... y tus amigas? —Pregunto Israel, refiriéndose al porque las acompañantes de la joven no se había visto ya. Desde que el había regresado a la cafetería, estas ya no estaban presentes.

—Oh... tomaron mis cosas, y mi coche y fueron a por mí a la procuraduría....pero aun no me daban la libertad.

—Oh.... —Isra tuvo la ligera sospecha de que había mentido en la última parte, además, siendo sus amigas, obviamente le habrían esperado, eso sin contar que coche y las pertenencias eran de Melina. Si la joven decía eso era por algo, Israel no se mostró necio y decidió al menor fingir que no lo dudaba. Freno justo al frente de la casa de la joven.

Dicha casa, como la mayoría de las que había en la colonia, era de dos pisos, el color era blanco con retoques café roble, es decir, pareciera que tenía detalles de madera. Un par de pilares custodiaba la entrada y algunos escalones eran necesarios subir para llegar a la puerta principal. La madre de la joven era muy amante de la naturaleza, por lo que diversos senderos se extendías a los costados de la casa, todos verdeados y floreados. El lugar al parecer se encontraba vacía. Justo en ese momento el celular de la chica comenzó a sonar.

— ¿Alo? —Contesto esta. —Si... si—Su voz se fue apagando —...Papa...Pa...Si pero... ¿Rolando?

Israel le había ayudado a bajar de la moto, se retiró un poco del lugar, dándole espacio a Melina para que esta hablara con su familia.

Desde lejos Israel podía notar que la joven se encontraba en medio de una discusión con su padre, o su madre, no se sabía con quien hablaba ahora exactamente, no obstante, se mostraba cabizbaja, como si estuviese arrepentida de los hechos, su boca apenas se movía. Israel pensó que lucía muy diferente a la joven que se presentaba día a día en la escuela, derrochando seguridad ante todo, caminando con paso firme y mirada al frente, siempre al lado de sus secuaces. Ahora era justamente lo contrario, la chica caminaba de un lado a otro mientras escuchaba con atención lo que le decían al teléfono, su rostro era de arrepentimiento puro, e incluso sus ojos ya comenzaban a verse llorosos. Israel no sabía exactamente que pensar, mucho menos que hacer, en caso de que rompiera en llanto. ¿Pedirle perdón? Si, tal vez sin pensarlo lo haría, eso seguramente le quitaría culpa a la joven y le devolviera algo de seguridad.

Al cabo de ciertos segundos después, su voz aumento un poco, dándole a entender a Isra que se estaba despidiendo. Bajo el teléfono y se acercó al joven.

Israel en cuento la vio supo lo equivocado que estaba, bueno, al menos en sus presentimientos. Melina venía con una gran sonrisa, si, esta de más decir que no era exactamente igual a la de siempre, sus ojos brillaban también, solo quede una manera un tanto normal, no como un minuto atrás que los tenia llenos de lágrimas,. No, ahora era todo lo contrario.

— ¿Y bien? —Pregunto Israel sin poder creérsela aun, la joven era un roble, realmente tenía el valor y la fuerza de fingir verse tan bien después de un momento difícil,

—Todo bajo control, mis padres se...—Por un momento la tristeza volvió, pero enseguida desapareció —Se molestaron... si, un poco, pero ya es agua pasada.

Israel se rasco la nuca.

—Melina... yo...

—No Israel, no digas nada, todo ha sido mi culpa, la verdad es que fui muy exagerada al comenzar tal lio. Fue algo muy inmaduro de mi parte.

El DefectoWhere stories live. Discover now