No me importa esperar, acabara saliendo el sol y podre jugar

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Israel recupero la conciencia, el audio volvió a el de manera clara y precisa. Pero su visión seguía en negro. Las voces que escuchaba eran desconocidas.

—....En mis años, algo así —Decía un hombre maduro.

— ¿Y esto puede traer consecuencias graves? ¿Doctor?—Pregunto otra voz masculina pero más joven.

—No lo sé con exactitud —Respondía la primera voz.

— ¿Y cómo ha sucedido?

—Un accidente en el laboratorio de la escuela según dicen...

El resto de lo que Isra podía captar con su sentido del oído eran diversos pitidos, un sonido de silencio como un agujero que aspirara, el pi pi pi pi a su derecha le hacia recordar algo que preferiría seguir dejando en lo desconocido. Un hospital. Si allí es donde se debía encontrar. Vagas y borrosas imágenes llegaban a su cabeza, la verdad es que no tenía muy en claro las cosas, el inmenso dolor durante esos minutos le habían impedido almacenar lo esencial. Apenas y recordaba estar en el laboratorio de química de la escuela, recordaba la impresión de sus compañeros con el experimento que había hecho, y de allí en adelante... solo dolor, era lo único que podía recordar, alarmas que le ponían los pelos de punta, gritos desgarradores, gente yendo y viniendo. Gritos que pedían apartarse. Y de pronto el silencio reino por largos segundos, en medio de la inconsciencia volvió a distinguir voces, pero ya no recordaba con exactitud, solo sabía que la oscuridad había vuelto por él. Y ahora se encontraba donde mismo, inconsciente y venerable, así se sentía. Recuerdos perdidos y voces desconocidas que ahora le rodeaban.

Escucho una puerta abrirse y después cerrarse.

A continuación más pasos pesados a su alrededor.

— ¿Y bien doctor...? ¿Alguna otra novedad?

—Hasta ahora todo ha seguido igual.

—Tenemos que quitarle la venda de los ojos una vez más, tomaremos diversas pruebas.

El que se suponía era el doctor suspiro.

—Bien... Bien pero asegúrense de inyectarle un calmante.

—Desde luego —Respondió la primera voz, hasta ahora no lo había notado Israel, pero dicha voz se escuchaba robótica, era como hablar por medio de un pequeño micrófono a algo así, pues había eco que le seguía después de hablar.

Un pinchazo lo devolvió a la inconsciencia.

Los días seguían transcurriendo, el primer, segundo y tercer día no se hablaba de otra cosa, pero ahora, sin noticias ni novedades, los alumnos parecían olvidar lo sucedido con Israel, aunque no del todo, pues la tensión seguía sintiéndose levemente, especialmente en el laboratorio.

Rolando desgraciadamente volvió a su antiguo papel de chico malo, recuperaba la confianza, aunque Edmund tenía muy presente que esa burbujita de seguridad podía romperse en cualquier momento, la situación de Israel no quedaría en el olvido.

— ¿Alguna noticia de Israel? —Pregunto Laia a Edmund. Ambos se encontraban en una de las fuentes, Laia lo conocía lo bastante bien, para saber que su silencio se debía a eso.

—No —Respondió Edmund tardando tres segundos en volver al presente —No, sus padres dicen que no han dado más novedades de él.

—Bueno, sabemos que esta fuera de peligro y eso es algo.

—No lo sé Laia, tengo un mal presentimiento...

— ¿Por qué?

—Es difícil de decirlo, algo extraño sucede, ¿Por qué no permiten verlo?

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