El valor es la virtud, sin la cual ninguna otra tiene sentido...

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Una semana después.

El cuerpo de Israel ya se había adaptado a las rutinas del gimnasio. El dolor prácticamente había desaparecido, habían sido días difíciles, pues el solo hecho de sentarse o levantar algún brazo, el dolor le invadía. Por alguna razón era dolor del bueno, pues el ejercicio iba a hacer efecto.

Caminaba con dirección a su casillero, había descubierto que melina era muy puntual, llegaba en punto de la hora que comenzaban las clases, cosa extremadamente rara pues antes de que todo ocurriera, acostumbraba a llegar quince o veinte minutos después. Pero bueno, que llegara puntual y siempre a la misma hora, le daba a él una solución sencilla, llegar más temprano. Cosa que talvez no iba durar mucho, tarde o temprano Melina repararía en ello y aprovechando que ya le habían entregado su coche de nuevo legaría a la hora que quisiera, así faltasen cuarenta minutos, si así lo quería podría estar presente esperando a Isra.

El joven saco un pare cuadernos de su casillero. Ese día tendría que pedir salida temprano de la escuela, pues en punto de las doce tenia cita con el doctor. Cada cierto tiempo le estarían revisando los ojos. Su apariencia seguía la misma, azul y blanco alrededor, pupilas y lagrimales del mismo tono de azul y cejas y pestañas nevadas. No sabía si la gente ya no le miraba tan sorprendida como antes, o era que él ya se había acostumbrado.

Subió a la segunda planta del instituto. Dio vuelta y el pasillo contiguo y tropezó. por un pelo logro sostenerse y evitar caer de golpe al suelo. Risas burlonas y graves de hicieron presentes.

Rolando y sus amigos se burlaban de él, el primero era quien le había metido el pie para que tropezara.

Israel calculo sus posibilidades, cuatro grandulones para uno de tamaño promedio y con una semana de gym. Era muy poco, se podría decir que nada.

De pronto un borrón amarillo pastel, paso a su lado y fue a atacar a Rolando.

—Estúpido, te he dicho que lo dejes —Decía entre dientes melina al tiempo que golpeaba a su hermano en el rostro. Hicieron falta los compañeros de este último para apartársela. Israel no había visto antes a Rolando tragarse tanto coraje, en parte porque era mujer y en parte, su propia hermana, no podía hacerle mucho.

—Eres una estúpida por defender a este debilucho bueno para nada.

Israel dio un paso al frente, pero alguien lo detuvo jalándolo del codo.

Era Edmund,

—Solo ignóralo quieres —Exclamó este. Israel miro como todos ya se habían amontado a su alrededor.

Melina quiso atacar de nuevo pero los chicos la detuvieron. Finalmente frustrada se dio la vuelta, cogió a Israel de la mano y ambos se salieron del círculo.

— ¿Qué te han hecho? ¿Te han lastimado?

El joven si saber exactamente qué decir, negaba todo con la cabeza.

La verdad es que el también sentía la impotencia del coraje y no se quería exceder. Le causaba enojo Rolando y por alguna extraña razón, tal vez debido a la sangre que ambos compartían, no podía ver a _Melina a los ojos. Su respiración era agitada.

—No Melina...Descuida...no me... hizo nada.

El joven ese día iba muy presentable, con pantalón negro, camisa blanca y corbata negra. Era el día de su exposición, el único coraje era el sudor que expulsaba por la adrenalina y que ahora manchaba la ropa.

—Si te hizo algo solo dímelo, es mi hermano, no le tengo miedo y no me puede hacer anda, además...

Paso lo más raro le pudo haber sucedido a alguien, especialmente a un chico. El coraje es una adrenalina, pero la adrenalina se puede representar de mil formas. ¿No es así? Nunca se imaginó hacer eso, nunca se imaginado en el instituto, en medio de un pasillo cubierto de casilleros y vacío de alumnos. El formal y ella fina.

El DefectoWhere stories live. Discover now