De lo cual me reiré después...

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Eran las siete de la mañana, Israel, se encontraba preparado para salir, tenía planeado ir a consumir un cigarrillo a mentolado antes de que las clases comenzaran, sin embargo, algo le detuvo. El día había amanecido lluvioso.

Las gotas no cesaban a través de la ventana, parecían plumillas que caían con suma fuerza.

—Hijo prepara un abrigo, no creo que la lluvia sea ligera —Comento su madre desde el pasillo.

El joven hizo caso y saco su chaqueta blanca. La mirada desde la ventana lucia genial, al frente de su hogar había grandes árboles, los cuales se movían ligeramente gracias al viento, la imagen estaba empañada por las gotas que chorreaban el cristal, y el cielo gris daba un toque de iluminación muy peculiar.

Apenas desayunando, Israel cogió su casco, que en raras ocasiones usaba, y salió con destino al instituto.

El camino fue algo arriesgado, pues en diversas calles parecía ser que los neumáticos se deslizaban, eso, sin contar que el casco también se volvía borroso de la parte frontal por la misma razón.

Sano y salvo, finalmente llego a la escuela.

Una de las ventajas de la lluvia había sido el encontrar el estacionamiento casi vacío en cuanto a personas, todos se encontraban en el interior, a excepción, claro, de los que iban llegando.

Otra de las ventajas había sido el que el joven se ocultase bajo el gorro de su chaqueta, de esa manera pasaría un poco más inadvertido, que era lo que ese día, más que ningún otro, deseaba con total fuerza.

El clima era mucho más cálido en el interior, el viento se había penetrado de color a café y chocolate. La mayoría de los alumnos iban abrigados, tal parecía que después de todo, la temporada invernal perduraría unos días más.

Israel aprovecho que todos se encontraban entumidos, sumidos en sus propios asuntos, para pasar de largo y llegar al aula.

Funciono en su mayoría, pero la verdad es que, aun así se encontró con ciertas miradas curiosas. Al llegar al salón correspondiente descubrió que Edmund se encontraba ya allí.

Ambos chocaron sus manos.

—Al parecer este día la cafetería tendrá buenas ventas. —Dijo como primer comentario Israel.

—Sí, probablemente el lugar se encuentra más atestado que ayer —Concordó Edmund, guardo silencio como si estuviese recordando algo, su mueca se formó en una pícara sonrisa traviesa —Lo que me recuerda...

—No, no, no —No quiero que me hables de ello —Interrumpió Israel sabiendo a que iba el tema de Edmund, es, desde luego que no dejaría libre al pobre de Isra.

—Oh vamos amigo, cuéntamelo... ¿Qué tal te sentiste?

—Basta Edmund, no quiero hablar de eso...

—Oh pero que tiene de malo Isra...

—Es que.... No sé, no sé qué sentí, no sé qué pensé, nada paso por mi cabeza, los nervios me invadieron y punto.

—Bueno lo de los nervios hubiese sido normal en caso de que hablaras con ella por primera vez, pero ambos ya habían charlado anteriormente —ante eso, Israel entrecerró los ojos —bueno... ya habías tú conversado con ella.

—Sí, y cosa que me ayudo,... pero ¿a ella?... —Edmund le miro en silencio esperando que prosiguiera —Para ella, probablemente ayer fue la primera vez que le habla, oficialmente ayer me conoció ella y eso que llevamos casi un año dentro del instituto y juntos en diversas clases...

El DefectoWhere stories live. Discover now