—Hazte a un lado que ya me quiero largar de aquí —dije haciendo referencia a que se apartara de mi coche.

Vi como él se retiraba de donde estaba parado con pasos más lentos de lo normal. Me subí a mi auto y lo último que pude ver antes de arrancar hacia la salida fueron aquellos ojos que más que nada reflejaban un perdón. Aceleré rápidamente para perder de mi vista aquella imagen que me sacaba el alma, mientras comía la dona en mi mano para poder distraerme un poco más. Era cierto que me estaba comenzando a creer que lo de Steve era en serio, pero aun quería hacerlo sufrir un poco más por todo lo que yo había tenido que pasar antes de que desenredara su mente, después de todo aun seguía desconfiado, aunque era jodidamente difícil. Desde muy joven me dedicaba a ocultar mis verdaderos sentimientos, pero con Steve era diferente, casi imposible. Él tenía algo que me hacía sacar la mayoría de veces quien era en realidad y el que en estos momentos estuviera ocultando mis emociones con falsas mascaras era solo por obra del espíritu santo, no podría mantenerme mucho tiempo así y más si él se mantenía con esa actitud tan positiva sin importar mis groserías.

Capitán me esperaba como siempre enfrente de la puerta, con su lengua de fuera y moviendo su cola de un lado a otro mientras daba saltitos. Si me fijaba detenidamente podría asegurar que ya tenía un tamaño más grande que en un principio, era increíble el cómo los cacharros crecían a una velocidad sorprendente. Jugué con el solo un rato para después encerrarme en un reducido taller que tenía por debajo de mi casa en donde realizaba todos mis bocetos. Aunque estaba haciendo lo que más me apasionaba no podía evitar el que en ratos pasara el rostro de Steve por mi mente, pero ciertamente me distraía con mis juguetes. Cuando escuché mi celular lo tomé para ver que me llegaba un mensaje de Steve, deseándome buenas noches, como lo solía hacer en un principio. Cuanto había AÑORADO aquellos mensajes, no pasaron por alto cuando los deje de recibir, pero ahora los volvía a tener, ahí en mi celular, grabados en aquella pantalla digital. No le respondí, aunque yo más que nadie sabía que esas pequeñas letras provocaban más de una emoción satisfactoria en mí. Esa noche pude dormir como no lo hacía en días, después de todo Capitán y yo éramos los únicos conscientes de que los últimos días me sumía en un baño de lágrimas al sentir vacío en el corazón.

"Tú eres mi objetivo, mi meta para amar, mi camino para conocer la felicidad, mi refugio de paz y mi vida para soñar.

S. R."

Eran las palabras escritas en aquella tarjeta que se encontraba ahora en mi asiento al igual que ayer, solo con un diferente significado y también contando que ahora no se encontraba un bombón de chocolate que la acompañara. Supuse que Steve seguramente había pensado que no me gustaba el chocolate y por eso omitió el pequeño dulce esta vez. La verdad es que fue bastante inesperado el volverme a encontrar con algún detalle de parte de Steve y más aún por la forma tan ruda en la que me comporté. Todo indicaba que para él no era solo un juego y más aún porque yo sabía que Steve no era del tipo de chicos que hacen este tipo de cosas a menudo, Steve no era el tipo de hombre que jugaba con los sentimientos de los demás (como yo), al contrario, cuando él buscaba algo iba completamente en serio y no había nadie que pudiera detenerlo ¿estaría mal el permitirme soñar nuevamente? ¿Sería un error el volver a entregarle todo de mí? no lo sabía, todo esto era tan nuevo para mí y sus cursilerías me parecían totalmente majestuosas. Era algo muy extraño, ya que yo soy la clase de persona que odia las cosas melosas, no por nada me paso molestando a Loki y Thor o Bruce y Nat, pero si venia de parte de Steve todo cambiaba.

Mi cabeza estaba flotando en pequeñas nubes rosadas por aquella nota que ni siquiera me di cuenta que Steve estaba muy atento a mi reacción. Cuando finalmente reaccioné, aproveché para sentarme rápidamente y perderme de la vista de Steve al esconderme simultáneamente detrás del chico que se sentaba delante de mí, después de todo Steve iba casi hasta delante mientras que yo me encontraba unas cuantas butacas hacia atrás. La oración era tan linda y más si era para mí, provocando que lo guardara discretamente en el bolso de mi chaqueta en vez de tirarla nuevamente a la basura como ya lo había hecho en el caso anterior.

Finding true loveWhere stories live. Discover now