Persistencia

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Charlé solo un poco más con Bucky para después cada quien tomar su propio camino. Cuando ya me encontraba solo recordé aquellas deliciosas donas que había traído todo el día en mi mochila. No podía creer que por estar pensando tanto en Steve hasta se me hubiera olvidado aquella grandiosa creación. Las saqué con urgencia de mi mochila, rezando porque aún no se hubieran arruinado. El glaseado ya estaba bastante derretido y las donas se veían más blandas de lo normal, todo a consecuencia de los grados que habían tenido que soportar todas las horas escolares y más en un lugar encerrado. La verdad es que todo este hecho me vino importando poco, como si nada tome una de las donas y me la comencé a comer, después de todo no solo eran donas glaseadas, sino que eran donas glaseadas de parte de STEVE.

Sin más que hacer en la escuela fue que me encaminé hacia el estacionamiento para poder seguirle a uno de mis proyectos que últimamente consumía la mayoría de mi tiempo libre. La idea era simple, inteligencia artificial. Podía darme el lujo de presumir que ya había tenido éxito creando uno que otro pequeño robot, nada complejo, pero ahora mi idea iba mucho más allá. Sería una inteligencia artificial capaz de hacer cualquier tipo de tareas por medio de la red, algo así como un mayordomo pero con capacidades inimaginables, capaz de resolver códigos y ecuaciones al instante, agregando a todo el que pudiera responder cualquier pregunta como una persona real. Hace poco me había llegado la idea y hasta ahora no tenía casi nada, apenas iba comenzando con mi fantástico invento pero estaba seguro que dentro de unos años, todo lo que tenía en mi mente podría estar plasmado en la vida real, solo era cuestión de trabajo y esfuerzo.

Estaba emocionado, no solo por mi propósito de llevar la tecnología a otro nivel, sino que también por todo lo que estaba ocurriendo con Steve. Debía admitir que las palabras de Loki y Pepper me animaron mucho más, porque eso quería decir que no me estaba haciendo ilusiones a lo tonto. Yo era más que consciente que cuando alguien está perdido en las olas del amor, es prácticamente imposible mantener un buen juicio respecto a las situaciones. La persona querida puede hacer una simple cosa y lo ves todo brilloso y como si fuera lo más grandioso del universo. Así que claramente no es del todo seguro el basarse en la perspectiva propia, es bueno el tener opiniones de alguien más, ya que esa tercera persona es la que no está atontada con el amor y ve las cosas con completa claridad, como realmente son, sin espejismos ni delirios.

Cuando ya estaba llegando a mi auto con la segunda dona en mi mano, me pasmé al ver una figura recargada en él. Yo podría reconocer aquella ancha espalda en cualquier maldito lugar y a cualquier distancia disponible, no me equivocaba al pensar que esa era nada más y nada menos que mi hombre de ensueño al que hasta hace unos segundos le estaba dedicando incontables pensamientos. Cuando el volteó a verme me mostro su ya inconfundible expresión de alegría y anhelo. Mi corazón instintivamente comenzó a bombear más rápido y yo hice mi mayor esfuerzo por mantener el control.

—¿Qué haces aquí? —pregunté formulando un tono de fastidio que claramente no sentía.

—Quise esperarte para poder verte solo un poco más el día de hoy —respondió con sinceridad a lo que yo pensé que este hombre solamente me quería matar de un paro cardiaco. Vi como posó su vista en la dona que traía en la mano e inmediatamente amplio su sonrisa—, ¿te gusto mi sorpresa Tony?

—¿Estás de broma? ¿Es enserio Rogers? ¿Rosas? ¿Acaso crees que soy una chica? —expresé algo despreciativo mientras veía como poco a poco su sonrisa se borraba para dar pasos a unos ojos decaídos—. Solo tomé las donas porque sería un pecado el también tirarlas a la basura, no te molestes en seguir haciendo regalos mediocres e irritantes.

Cuando finalice mi oración Steve ya tenía la mirada en el piso, con sus cejas acentuando lo afligido que se sentía por mis palabras. Por mi cabeza paso el pensamiento de que me iría al mismísimo infierno al crear aquella mirada triste en una persona tan más buena. Nadie dijo nada hasta que yo me armé de valor para seguir hablando y poder huir de ahí.

Finding true loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora