Cuidados

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Al momento de pedirle la dirección de Steve fue que recibí una mirada prolongada de Bucky, sin embargo, después de unos segundos escuché un suspiro resignado seguido de la pronunciación de las calles por las que vivía Rogers. Tomé nota rápidamente para después agradecerle con una sonrisa y alejarme de ahí. Mientras el tiempo pasaba entre clase y clase, yo evitaba el cuestionarme si lo que estaba a punto de hacer era correcto, ya que si me ponía a pensar en ello, probablemente me arrepentiría y no me atrevería a hacerlo. No era la gran cosa, pero cuando se trata de Steve todos mis sentidos se descolocan y me es muy difícil pensar con claridad.

Acabando las clases me dirigí a mi coche para salir a comprar algunos medicamentos básicos para un resfriado (descongestionante nasal, analgésicos etc.). Recordé que cuando era pequeño mi madre solía hacerme un remedio de miel con limón bastante efectivo, así que sin perder más el tiempo también compre lo necesario para poder llevar a cabo ese remedio casero, no sin antes también tomar unas pequeñas bolsitas de bicarbonato para que también me las pusieran en la cuenta. Una vez hechas las compras, me dirigí a la dirección que me había dado Bucky, llegando rápidamente y sin complicaciones.

La casa era pequeña a comparación de mi enorme hogar, pero no por ello era menos bonita. Desde afuera se podía percibir una buena vibra hogareña. Me baje del auto con las bolsas en mis manos y fue ahí, estando frente al timbre, que me puse extremadamente nervioso. ¿Qué mierdas estaba haciendo? ¿A Steve le parecerá raro mi comportamiento? ¿Y si abre su mama? ¡Su familia ni siquiera me conoce! Además cabe mencionar que Steve no me mando ni un solo mensaje en todos estos días, debo admitir que eso me dolió un poco, ya que esperaba que el me dijera cualquier problema que tuviera. Sin embargo, no es como si él me tuviera que dar explicaciones o algo parecido pero aun así yo quería que me tuviera la suficiente confianza como para hablar de este tipo de cosas que a pesar de ser bastante simples, me preocupaban. Pero ahora todos mis pensamientos parecían no importar, ya que me encontraba enfrente de su puerta como un idiota. Ya no había nada que hacer, ya me encontraba ahí y no podía echarme para atrás. Con todo mi valor reunido fue que toque el timbre. Esperé unos segundos y nadie abría, así que volví a tocar el timbre. Esperé un poco más, al parecer no había nadie en casa, di un largo suspiro de alivio y justo cuando estaba por girarme para volver a mi coche pude escuchar como la puerta era abierta.

Steve asomaba su cabeza con una expresión sorprendida por mi presencia, llevaba ropa de dormir y de verdad se veía en mal estado. Su piel tenía un color más pálido de lo normal y tenía un peculiar color rojizo alrededor de sus ojos y nariz.

—¡¿TONY?! —preguntó bastante exaltado, era obvio ya que me había presentado enfrente de sus casa sin siquiera avisar—, ¿Qué haces aquí? —preguntó de nuevo sin dejar su tono sorprendido. Mierda, no podía responderle algo como "vine a cuidarte Steve" o "me preocupe mucho por ti y vine a verte" definitivamente sería extraño. Debía de pensar en alguna excusa y rápido.

—El profesor de redacción me pidió que viniera a prestarte mis apuntes para que no perdieras nada de la clase de hoy —soy un puto genio ¿Cómo le haces para ser tan inteligente y genial Stark? me cuestionaba a mí mismo en la mente.

—Oh ya veo ¿y esas bolsas? —cuestionó con un tono ya más tranquilo en su voz, gracias a ello pude notar que se escuchaba algo congestionado. El virus si le estaba atacando fuerte.

—Pensé que sería buena idea el traerte algunos medicamentos para tu resfriado, me comentaron que desde el domingo te estabas sintiendo mal —dije con simpleza.

—Vaya, muchas gracias Tony, por favor pasa —dijo a la vez de que se hacía a un lado para dejarme entrar—. Perdón por el desorden —se disculpó ¿Cuál desorden? Este chico debería ver mi taller, eso sí que es un desorden.

Finding true loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora