Capítulo 16 - Muerte y Redención (Parte II)

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- Vengo a entregarme a cambio de ella - dijo Eldar desafiante mientras que tiraba su espada al suelo delante de sus pies - Puedes hacer lo que quieras conmigo si la dejas ir.

- Suena interesante. Podríamos tener muchos hijos, siempre quise tener mi propio ejército - dijo Eysêll ladeando la cabeza - Pero no me interesa, primero la mato a ella y luego a ti... o tal vez podría hacer al revés . Salvo que quieras darme la Daga de los Mundos. 

- Ya es suficiente de estupideces por hoy - dijo Súmmum abriendo sus alas frente a todos.

Eysêll retrocedió tirando a Lyra con ella y los demonios que estaban a su alrededor quedaron desconcertados; solo alzaron sus armas esperando la orden de ataque de su ama. El perro enorme se paró y avanzó unos pasos hacia Summum haciendo un gruñido gutural.

- ¡Tu no puedes estar aquí! - gritó Eysêll totalmente desencajada - ¡Éste no es tu territorio! ¡Estás rompiendo las reglas y sabes que no tienes que estar aquí! ¡Vete con tu Dios y deja las cosas de los demonios para los demonios!

- ¡Muy bellas palabras! - exclamó Súmmum - Pero sucede que este chico es mi protegido. Además, soy un ángel guerrero y aquí hay una batalla. ¿No?

- Nada cambiará las cosas - dijo Eysêll furiosa - Morirá de todas formas. Un ejercito espera fuera del castillo a que de la orden de atacar y ni siquiera mi hermano podrá evitarlo.

- No puede venir de ti mas que traición hacia tu propia sangre - dijo Súmmum - ¿Tanto odio y envidia tienes de Gêldar? Y si no estoy equivocado, el ejército de afuera son la huestes de Gêldar y no las tuyas.

- No te metas en asuntos familiares y vuelve a tu estúpido Edén. Gêldar está acabado y cuando mi padre regrese verás un poder que nunca viste.

La punta de la daga de Eysêll estaba sobre el cuello de Lyra que ya comenzaba a sangrar.

- Eysêll - dijo Eldar en tono grave mientras que comenzaba a caminar a ciegas hacia ella - Soy yo a quien quieres. Aquí estoy.

- Eres tan ridículo como Gêldar - dijo ella riendo - Estas dispuesto a sacrificarte por amor ¡No seas crío! 

Apenas dicho esto separó el brazo con el que sostenía la daga tomando distancia para clavarla en el cuello de Lyra.

Al ver el movimiento, Súmmum y Alex se abalanzaron sobre ella en una carrera desesperada con las espadas en alto. Pero no solo ellos lo hicieron, ya que al ver la actitud agresiva los demonios de Eysêll hicieron otro tanto y fueron al encuentro.

Todo sucedió tan rápido que Eldar quedó en el medio sin comprender lo que pasaba, solo atinó a tomar la espada del suelo con las dos manos y pararse en una posición de defensa girando hacia ambos lados esperando el golpe.

Alex se trenzó con dos demonios mientras que Súmmum caía sobre Eysêll con las alas abiertas. Un demonio tomó a Lyra del cabello y la arrastró sigilosamente hacia la salida de la cámara oculto entre las sombras.

En medio de todo el caos un chillido surcó el aire por encima de Eldar y algo le rozó la cabeza con fuerza. Eldar se agachó instintivamente y comenzó a dar golpes con su espada tratando de defenderse. Nuevamente algo le tocó la cabeza y luego el hombro, entonces se dio cuenta de que era el ave negra que él había herido. ¿Qué no la había matado? Lo que le faltaba era que el ave del demonio lo atacara ahora. Sintió un picotazo cerca de la frente y un tirón en la venda improvisada. Trató de deshacerse del pájaro pero era inútil si no podía verlo. El maldito bicho lo picoteaba de manera persistente. Todo alrededor era un caos. Súmmum luchaba con Eysêll y su perro maldito mientras que Alex se trenzaba con dos demonios en una lucha feroz. El ave arrancó la venda de los ojos de Eldar y dando un giro a su alrededor se posó en su hombro y emitió un chillido cerca de su oreja que lo dejó aturdido. Luego emprendió el vuelo por entre las vigas del techo de la cámara regia. Un fogonazo de luz blanquecina pasó ante los ojos de Eldar ocasionándole una punzada de dolor y una imagen de la cámara apareció por un segundo ante sus ojos. Dio un paso atrás mareado por la confusión y nuevamente sintió al ave en su hombro clavando apenas sus garras y nuevamente el chillido en su oreja. Esta vez el chillido dejó paso a una imagen mas duradera de la cámara regia. Entonces Eldar recordó al enorme dragón del demonio que los había cruzado con su balsa y comprendió que el ave negra no quería atacarlo.

Entre Ángeles y Demonios: La Daga de los Mundos (en edición)Where stories live. Discover now