Narra 2D
-¡Aaarrgghh! Mi cabeza... Hace mucho calor aquí... No puedo moverme... Me cuesta mucho respirar... - mientras hacía intentos por levantarme – Noodle...
De pronto todo pareció calmarse por un sólo segundo.
-¿Ves? Y tú creíste que estaba fingiendo - escuché a lo lejos la voz de Noodle.
-Bueno, está bien. Tienes razón, se ve terrible. Peor que siempre - dijo Murdoc.
-¿Puedes traer una toalla limpia? Hay que quitarle el chaleco y secarlo. Está todo empapado - dijo ella.
Con dificultad pude abrir mis ojos lentamente. Ahí estaba ella, con su mano en mi frente y una expresión de tal preocupación que me hizo sentir culpable. En el marco de la puerta estaba apoyado Murdoc con cara de ¿preocupación?
-¿Too-chi, estás bien? ¿Qué sientes? – susurro sin quitar su delicada mano de mi frente hirviendo.
-Hola, Noods – dije un una voz delicada, débil y afónica. Carraspeé mi garganta – Sí, estoy bien – mentí y fingí una sonrisa – Sólo tengo calor y un poco de dolor de cabeza. Debe ser migraña. Enseguida bajo a desayunar – cerré mis ojos.
En realidad me sentía horrible. Me dolía todo el cuerpo, apenas conseguía moverme. Mi cabeza estaba ardiendo y el dolor apenas me permitía abrir los ojos. Mi garganta era otro tema, dolía mucho y se notaba en mi voz.
-¿Por qué es más importante tratar de dejarme tranquila en vez de decirme realmente lo que te pasa? – dijo con angustia. Abrí mis ojos.
-Noods... - musite con dificultad. Ella tomó delicadamente la mano que tenía destapada.
-Tranquilo, Too-chi, no te esfuerces. Llamare a un médico – dijo ella.
Tomó su celular y marcó el número. Mientras hablaba cerré lentamente mis ojos y podía sentir cómo acariciaba mi mano con su dedo pulgar.
Recordé lo que había pasado ayer. ¿Qué debía hacer con eso? Noodle cortó la llamada.
- Sólo hay médico a domicilio para las tres de la tarde, y son las once – dijo preocupada.
- Puedo esperar... Estaré bien – intenté sonreir. Noodle me otorgó una mirada compasiva.
- Acá está la toalla que me pediste – dijo Murdoc entrando a la habitación.
- Too-chi, te dormiste con el chaleco puesto. Tenemos que quitártelo, ¿Puedes sentarte?
- Yo – suspiré – Para ser honesto, creo que necesitaré un poco de ayuda...
- ¿Muds, me ayudas? – preguntó volteándose.
- Claro, cariño... - dijo con algo de indiferencia. Murdoc me ayudó a sentarme mientras Noodle acomodó varias almohadas para mi espalda.
- Ahora necesito sólo que extiendas tus brazos para quitarte la ropa húmeda – dijo dedicándome una pequeña sonrisa.
- Eso sí puedo hacerlo – sonreí. Me quitó el chaleco.
- ¡Dios, Stuart! ¡Tu playera del pijama está mojada! ¿Por qué no me llamaste antes de llegar a esto?
- N... no me di cuenta hasta ahora – suspiré. Quitó mi polera.
- Murdoc, ¿Puedes dejar esto en la ropa sucia? – preguntó entregándole mi ropa.
- ¡Puaj! – exclamó – ¿Y por qué tengo yo que llevarme esto? – reclamó.
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Desde El Mañana
FanfictionCuenta una leyenda oriental, que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado en sus dedos meñiques. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni el tiempo que pases sin verla, ni en qué parte del mundo estén uno del otro...