La leyenda del Tanabata

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Dedicado a littlesister. Por ser una seguidora de hierro desde mi época en Fanfic.ES y haber esperado tanto por la historia.

I.

(Normal)

La mañana del día siguiente Sakura se había despertado como acostumbraba. Iniciando, como siempre, con su rutina diaria, vigilada por Amaru y Shion. Sin embargo, había algo en su actitud que era motivo de asombro. Quizá las señales del tan repentino cambio eran demasiado claras como para pasarlas desapercibidas. Una de ellas era el tiempo que se había demorado dentro de la bañera.

Si bien dicen que el niño interior nunca muere, Sakura aprovecharse de ello la mayor parte del tiempo al comportarse de manera infantil pero a menudo, cuando se encontraba sola, se permitía ser todo lo solitaria posible. A pesar de que su pato de hule siempre le hacía compañía no era muy fanática de jugar en la bañera. Por eso, ese gran detalle fue notado por ambas mucamas.

La razón por la que la pelirrosa no salía aún de la bañera era porque se encontraba jugando en ella. Amaru y Shion presenciaron, y fueron partícipes, de la primera guerra de agua que en mucho tiempo había visto.

Los buenos vestigios siguieron apareciendo luego de casi sacar a Sakura a rastas del baño solo para comenzar la segunda batalla. La gloria en la sonrisa de la de ojos esmeraldas era casi bendita mientras continuaba saltando, esta vez, encima de su cama, renuente a los vestidos que ambas muchachas intentaban ponerle.

Y fueron felices por ese momento, contagiándose de la risa de Sakura y de la buena alegría con la que había amanecido esa calurosa mañana.

—¿Un peinado? —preguntó Shion asomando su cabeza a un lado de ella mientras se veían ambas al espejo del tocador de la pelirrosa.

Luego del desayuno, el cual había prácticamente devorado Aoyama menor, Amaru había indicado a su compañera que fuera ella quien se encargara de arreglar a Sakura ese día mientras la apiñonada continuaba recogiendo los platos.

—Si, lo que se te ocurra.

La rubia sonrió comenzando a cepillar las largas hebras rosadas de Sakura. La agradable mañana parecía albergar una risa también en el aire, y Sakura estaba dispuesta a sonreír, aunque fuese, a su reflejo frente al espejo.

II.

Debajo de los botones colgantes de glicinas, junto a sus ramas trenzadas entre las pérgolas*, todo parecía un bello amparo que le brindaba protección del sol en la terraza. Sakura acercó su mano y tocó un par de ellos. Eran tan suaves como las recordaba. Su madre solía cargar con ella cada mañana, cuando aún era pequeña, para que pudiese tocar los botones lila y reír ante el frío rocío que aún había en ellas.

El árbol de glicina era el recuerdo de la madre que ya no tenía ahora. Y justamente hoy se había esmerado en observar con detenimiento como los racimos aterciopelados de éste se mecían, haciendo que un par de ellos se desprendieran por la fuerza natural del viento y cayeran sobre ella.

—Señorita Sakura —la pelirrosa volteo con tranquilidad no esperando encontrarse con que Shion trajera compañía desde tan temprano. Sasuke, junto su hermano, la miraban desde dentro del ventanal—Emm, ellos...

Mientras Sasuke intentaba inventar una excusa que pudiera explicar el por qué Itachi estaba ahí con él, el mayor prefirió abrir la boca maravillado, desbordando su lado más excéntrico. Sasuke dedujo que se debía a que Sakura entraba en la categoría que Itachi nombrada "cosas extremadamente lindas", y no era para menos dado que la pelirrosa se encontraba en medio de una danza de pétalos de glicinas*.

Permite sanar tu corazón [SasuSaku]Where stories live. Discover now