El país de los libros

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I.

[Normal]

Pasto mojado, el asfalto también, incluso sus zapatos ya se encuentran cubiertos por una capa de lodo que no propició él.

—¡Iugh! —masculló luego de que un auto, de esos en los que viene un loco conductor, casi rozara la banqueta por donde caminaba. La desgracia llegó segundos después a un par de vociferaciones de su parte al sentirse húmedo de la cintura para abajo. La lluvia de hace un rato había dejado charcos de agua acumulada como vestigio, y ante la irresponsabilidad y el descaro de ese conductor, ahora se encontraba completamente empapado. Ni siquiera el intenso sol de ese día había sido capaz de evaporar el agua sobrante, y siendo las siete de la noche el frío comenzaba a calarle.— "hn, vaya clima de locos" —ironizó rodando los ojos, abrigándose un poco más mientras se acomodaba mejor la mochila.

Había estado perdiendo el tiempo. No, quizá simplemente era pésimo en organizarlo, como muy común en él pero ahora estaba ahí, caminando en las infestadas banquetas de gente rumbo a la librería para devolver los libros prestados y posiblemente escoger otro. Si lo hubiese hecho con anticipación ahora estaría seco.

—Si mi puntaje fuera decente ahora no necesitaría de una buena nota para pasar la materia —rezongó bajito, dejando sus hombros alicaídos. Su rostro era la irritabilidad inmaculada, muy distinto al semblante ansioso de la persona que vehementemente lo seguía.

A unos cuantos metros de él, cubriéndose de cuanta señal se le presentara para evitar ser descubierta estaba ella. Tropezandose con la torpeza propia de su inexperiencia ante el mundo que conocía y a la vez había dejado de hacerlo. Anticipando cada molesta reducción de velocidad del andar de Sasuke, ella también se detenía fingiendo ser una transeúnte más, curiosa mirando la Luna. Inspeccionando si se trataba de un conejo o si solo era una falacia inventada cubierta de infantilismo que se les dice a los niños.

Las luces de los aparadores -que pegaban directamente a su rostro- la hacían ver más blanquecina de lo que era pero también acentuaban el negro del gabán permeable que había cogido del perchero del estudio de Sasori, mismo que usaba para cubrirse y guardar la identidad. El brillo de sus ojos era como el mil luces verdes de navidad. Centelleante, intenso, lleno de deseos.

Con ojos ansiosos continuó observándolo sin perder de vista sus pasos dejando de lado perder tiempo en excusarse con la gente con la que chocaba. Sabía que si lo perdía de vista no solo perdería la oportunidad de conocer El país de los libros -como solía referirse- sino que también se perdería ella.

Le había costado librarse de la vigilancia de su casa fingiendo demorar en tomar el baño que Shion le había preparado. Aprovechando la oportunidad del tiempo, del sonido del agua correr -resultado de dejar el grifo abierto- y de la destreza que aún poseía, haciendo uso de la ventana como vía de escape, se trepó en ella y se infiltró con agilidad por el ala derecha de la mansión, atravesando la habitación de Sasori, abriendo ahora su ventana y cayendo en el árbol de cerezo. El ala derecha no era lo suficientemente custodiada por la seguridad, así que fue no hubo mayor dificultad. O eso creía.

Tan orgullosa estaba en rememorar su hazaña que al volver a alzar la vista al frente Sasuke ya no estaba.

"Maldición" —se alarmó, apresurándose unos metros más con la esperanza de poder alcanzarlo. No demoró mucho pues su mirada se perdió rápidamente en los aparadores de cristalería que habían a su derecha. Sus ojos se engrandecieron enormemente y una sonrisa afloró en sus labios. Libros, pensó. Una cantidad exhuberante de ellos aguardando en el interior y unos cuantos en los anaqueles giratorios de exhibición. Para Sakura fue maravilloso, tanto que al apegarse al cristal y alzar su mirada para descubrir un poco más sobre como lucía ese mundo pudo ver al de cabellos negros muy sonriente mientras devolvía esos libros que le había mencionado —"Ahí está..." —mordiéndose el labio se adentró a la pequeña librería y , volviendo a hacer uso de las habilidades que siempre leía en uno de sus cuentos de ninja, se escabulló.

Permite sanar tu corazón [SasuSaku]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora