Cuagesimosegundo plato

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[Jin]

Desperté abruptamente con el sonido de un golpe, seguido de otro aún más alto, aunque este último lo provocara yo al intentar levantarme. Mi portátil estaba tirado en la cama, apagado, y yo aún seguía sobre Namjoon. Me había quedado dormido sobre él. Quizás me avergonzaría si no fuera la primera vez que pasaba, y no solo en este caso, sino también a la inversa. Teníamos algo con transformar al otro en nuestra almohada personal cuando nos apetecía. O al menos, solíamos tenerlo.

- ¡Losiento,losiento,losiento! -me reincorporé, soltando un bostezo y mirándole mientras el agitaba las manos con preocupación. Este tipo de momentos era en los que se veía más tierno de forma natural que la mitad de la población haciendo aegyo -No quería despertarte.

- No importa -volví a bostezar y froté los ojos, adaptándome a mi nueva realidad. Había estado soñando con árboles que hablaban y lombrices gigantes que podían llevarme encima suyo, pero a las cuales, obviamente yo rechacé. Además, durante todo el viaje yo estaba buscando la maldita bufanda rosa que le regalé a Namjoon, cosa que me agobiaba bastante. Definitivamente prefería estar de vuelta en el mundo real. -¿Qué hora es?

- La una y treinta y cuatro -respondió tras echar un vistazo al despertador de mi mesilla. Yo lo comprobé, y efectivamente estaba en lo cierto. Volví a mirar a Namjoon, quien se había puesto de pie para despejar la cama de los cuencos de palomitas, el plato de pizza ahora vacío, y el ordenador. -¿Terminaste el drama?

- Ahora mismo ha terminado, por eso te desperté, el ordenador hizo mucho ruido al cerrarse.

- ¿Y te gustó?

- ¡Hina ha matad-

- A GiTae -le interrumpí con tono obvio. Él me miro perplejo y empezó a balbucear preguntas inconclusas acerca de cómo lo había adivinado. -No, no lo vi, ya te he dicho que me quedé dormido.

- ¿Estás seguro?

- ¡Pero si me viste tu mismo, Namjoon! -rodé los ojos y suspiré, recordando la paciencia que tenía que guardar en varias ocasiones con él, independientemente de que me compensara. - Era obvio. Tenía una foto de él en la cartera, por si no te diste cuenta.

- ¿Y? Yo pensaba que estaba enamorada de él.

- ¿Cómo puedes pensar eso? ¡Si cada mañana clavaba una aguja a la foto!

- Pensé que estaba haciendo un conjuro para que su amor fuera correspondido... o yo que sé, me pillo por sorpresa...

Reí y le hice un hueco en la cama para que se volviera a tumbar. Sin pensarlo dos veces, al ver que se sentó frente a mí, me acerqué, quedando yo entre sus muslos y rodeándole también con mis piernas. Sonreí y no pude evitar besarle. Estaba tan guapo, con sus hoyuelos, la sonrisa, esos ojos tan negros y aún la gorra despejando cada centímetro de su precioso rostro. A veces parecía incluso más guapo que yo.

Seguimos besándonos, olvidando todos los problemas recientes, todo lo que nos habíamos alejado el uno del otro sin quererlo. Hacía dos horas ni quería verle, y ahora estaba casi comiéndole de las ganas que le tenía. Definitivamente era débil frente a Namjoon, todas mis barreras caía con un solo toque suyo.

En algún momento del beso, su gorra cayó. O se la quité, tampoco tiene importancia. El caso es que cuando nos separamos para tomar aire, me percaté de algo que me dejó mudo. Namjoon me acercó, agarrándome de la cintura y juntando a él, para volver a besarme, pero le interrumpí y señalé su cabeza.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? -echó un rápido vistazo hacia arriba y llevo las manos a la cabellera, agitándolas como si tuviera un bicho. -¿Qué tengo? ¡Dime Jin!

Taste it [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora