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CAMILA
Sin duda viajar en bus a estas horas era una mala idea, lo suficientemente lleno como para convertirse en un mar de gente.
Un tipo algo desarreglado desocupó su asiento y de inmediato yo y varias mujeres nos acercamos al sitio, pero yo fui la afortunada, para este momento ya no me interesaban las mujeres mayores mis tacones me estaban matando y sin duda regresar tan tarde de la cafeteria donde trabajo era muy mala decisión.
Pase casi una hora sentada en el asiento esperando llegar a mi parada, las luces de la calle ya eran escasas y al llegar a la parada del bus, vi que Aiden el chico de la pasteleria aún no cerraba. Tenía tantas ganas de un delicioso pastelillo que solo el sabía hacer.
Al bajar mire a ambos lados de la calle para cruzar, iba a metida en mi antojo que fue tarde para percibir que una chica al parecer invidente chocaba con las rejas de la puerta en la pasteleria.
Solo oí el terrible golpe sobre gran parte de su cara y el pequeño sonido que produjo su bastón en la acera.
Me encamine lo más rápido que pude para ayudarle pero en el momento observe como estampó la puerta haciendola a un lado, quizas estaba algo frustada por el golpazo que se había dado pero yo no consideraba que fuera para tanto.
Caminó despacio con inseguridad y con la cara de enfado más fuerte de la historia. Pisaba de forma intermitente con su pie derecho tratando de buscar el bastón, pero no estaba ni cerca de encontrarlo.
Llegué al sitio y tomé el bastón que había sido impulsado varios metros de donde ocurrió el incidente.
-Hey. Dije para llamar su atención. -Aquí lo tengo.
Ella solo se detuvo de hacer lo que hacía y estiró la mano para que lo pusiera en ella.

-Venga tengo prisa. Contestó de mal humor. -No puedo ver por si no te has dado cuenta.
Su exigencia solo me hizó soltar una risita pero eso al parecer solo la enfado más.
-Dameló no tengo tiempo para burlas.

Me acerqué y coloqué el bastón sobre su palma. Pude verla aún más de cerca y me di cuenta que era realmente linda, muy joven y me apenó al instante que tuviera ese problema en sus ojos que gracias a la luz de la pastelería pude ver su color, verde, eran tan lindos que parecía imposible que le fueran inútiles.

-¿Estás bien? Le dije finalmente al notar como extendía de nuevo el bastón y lo movía por el piso para seguir su camino.
Una pequeña marca roja había aparecido en su mejilla derecha.

-Si. Contestó de forma fría y siguió su camino. Solo pude pensar que su comportamiento era realmente grosero así que dije sin pensar.

-Aja, gracias.
Detuvo sus movimientos y trató de girarse a mi dirección. Soltó un suspiro bastante profundo y tocó su mejilla resignada.

-Lo siento, es solo que golpearme ahí fue vergonzoso y bueno eres un desconocido.

-Desconocida. Aclaré. -Y bueno...me llamó Camila.

Sonrió un poco de lado.
-Gracias Camila.

La miré irse calle arriba con solo un bastón y rodeada de oscuridad, no sabía si debía ayudarla a llegar a su casa o debía resignarme a que mi única buena obra del día fuera levantar su bastón.
Entré a la pastelería y compré tres de mis favoritos. Casi corrí para alcanzarle el paso lo cual resultó fácil por que ella no caminaba rápido evidentemente.
Estaba insegura al no saber como acercarme sin asustarla y entregarle lo que había comprado aunque sea solo para quitarle el mal sabor de boca que le había causado el incidente de hace rato.
Caminé tras de ella por una cuadra completa pero de repente su voz me asustó.
-Se que estás atrás. Detuvó su paso.

Pero, ¿como rayos lo sabía? Me pregunté había sido muy silenciosa.
-Amm... soy yo no te asustes.

-Me estas comenzando a asustar, no tengo nada de valor...amm solo mi bastón.

-¿Qué? No quiero quitarte tus cosas.

-¿A no? ¿Entonces por que me sigues?
No sabía que responderle pero más valía que decirle la verdad. La curiosidad y el temor a que le pasará algo me albergaba.
No dije nada por un buen rato y ella comenzó a caminar de nuevo.
-Los vecinos me conocen, así que si tratas de hacer algún movimiento gritaré.
Internamente me reí por su amenaza.

-Bueno pues yo me defenderé.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora