37. Hank McCoy

8K 608 104
                                    

Título: Ayuda

Hank McCoy

♦♦♦

Los pasillos de la mansión estaban vacíos ya que era muy temprano en la mañana.

Te habías levantado mucho más temprano que lo usual para estudiar con tu profesor favorito, Hank.

Estabas feliz que él haya aceptado ayudarte con ciencias, aunque simplemente fuera una excusa para estar a solas con él.

Hank no era mucho más mayor que tú, sólo que él era un genio y había ido a la universidad cuando debería recién estar en la secundaria.

El profesor te había citado a las siete de la mañana en la biblioteca, lugar hacia el cual te dirigías en estos momentos.

El reloj marcaba que faltaban aún unos 5 minutos por lo que estabas a tiempo. Abriste con cuidado las puertas de la biblioteca mirando hacía todos por si Hank había llegado. Efectivamente lo encontraste de espaldas a ti ya sentado en una mesa.

Caminaste hasta él y tocaste su hombro. Él te recibió con una hermosa sonrisa.

—Buenos días, ¿cómo has amanecido? —preguntó cuando te sentaste.

—Muy bien, ¿qué tal tú? —preguntaste interesada en el apuesto profesor de ojos azules.

—Eh. Bien, todo bien —dijo con un leve nerviosismo que sólo se te hizo adorable.

Sus mejillas se enrojecieron al ver la forma en que lo mirabas. Él trató de evitar tu mirada por lo que se acomodó las gafas y abrió el libro.

Bufaste levemente y comenzaste a prestar atención a sus palabras, aunque tú ya supieras de lo que estaba hablando, sólo querías una excusa para poder verlo fuera de clases y tenerlo cerca para poder admirarlo.

Se te hacía tan linda la forma en la que se iba por las ramas cuando algo de lo que estuviera hablando le interesaba, pidiendo disculpas por eso, cosa que respondías con una leve risita.

—Sabes algo que no entiendo —comenzó a decir parando de hablar sobre protones y electrones.

—Es raro que tu no entiendas algo, pero ¿qué es? —reíste haciéndolo sonreír.

Debías ser tu quien tuviera iniciativa, su moral no le permitía si quiera tutearte, siendo que eras su alumna.

—¿Por qué una de las mejores alumnas de la clase me pide ayuda con un tema que entendió? —te miró interrogante.

Lo miraste de la misma forma antes de encogerte de hombros.

Te había descubierto, pero a ti también se te hacían raras algunas cosas por lo que hablaste.

—Si sabías que yo era buena estudiante ¿Por qué aceptaste?

Él se encogió de hombros y rascó su nuca. —No lo sé —dijo, aunque si sabía por qué había aceptado.

—Bueno, yo sí sé porque pedí tu ayuda —dijiste—. Quería pasar un tiempo con mi profesor favorito —le dijiste con una sonrisa admitiendo lo que sucedía.

Tú sabías que él probablemente jamás admita eso, ya que su timidez no se lo permite. Alguien aquí tenía que confesar las cosas, ese alguien ibas a tener que ser tú.

—¿Qué? —dijo él bastante perplejo.

Inconscientemente él sabía a dónde iría aquella conversación.

—Vamos Hank, sé que eres listo, no creí que no notaras que me gustas —admitiste mirándolo a los ojos, poniéndolo aún más nervioso.

—Y-yo, bueno, e-es que —comenzó a tartamudear.

Odiaba ser tan nervioso frente a las personas.

—Por favor no digas que no creías que yo podría gustarte, eso es tan cliché —rodaste los ojos divertida, haciéndolo reír.

—¿Sería muy cliché si te pido permiso para besarte? —preguntó.

Hiciste una seña con tus dedos, respondiéndole "poquito".

Él se quedó pensativo hasta que volviste a reír y te acercaste a él. Uniste dulcemente tus labios con los del chico, quien se tomó eso con sorpresa, pero no dudo en seguir el beso.

Colocaste tus manos en sus mejillas y sonreíste en medio del beso, aquello era simplemente muy hermoso.

—Sabes que Charles se enojará si nos descubre besándonos en la biblioteca, ¿no? —le dijiste al separarte de él.

Hank iba a responder, pero otra voz lo hizo antes.

—Charles dice que al menos cierren la puerta la próxima vez —pudieron ver a Charles parado en la puerta de brazos cruzados, aunque con una sonrisita.

—Lo lamento.

Él rio antes de darse la vuelta para salir.

—También deberías dejar de pensar tan alto pequeña —te dijo—. Tienes suerte que Hank no sea telépata, créeme que le asustaría escuchar todas las cosas que planeas —soltó una carcajada antes de cerrar la puerta.

Un sonrojo apareció en las mejillas de ambos.

Hank te sonrió y volteó a verte.

—¿Qué piensas hacerme? —preguntó bastante curioso.

Jamás admitirías lo que le harías, al menos no de momento. Charles tenía razón. Podrías asustarlo si lo sabía.

—Por ahora sólo besarte, luego ya veremos si estás listo para lo que planeo —dijiste con una sonrisa antes de volver a besarlo.




ONE SHOTS ❆ MARVELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora