19. Erik Lehnsherr

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Título: Hora de partir.

Erik Lehnsherr /Magneto

Comentario: Si pueden escuchen la canción Photograph de Ed Sheeran.💔


◇◇◇


Estabas enojada, muy enojada con Erik, pero sobre todo triste y decepcionada. Hacía ya varios días que se había ido y aún no tenías señal alguna de él.

Te sentaste en el sofá esperando poder distraerte.

El teléfono sonó, tus esperanzas de que fuera Erik te hicieron correr hasta allí. La decepción te golpeó cuando sentiste la voz de Charles al otro lado del teléfono.

—Charles, ¿sucede algo? —preguntaste.

Hubo un silencio al otro lado de la línea. Charles se estaba replanteando el hecho de haberte llamado.

Pero eras la novia se Erik, era lo mínimo que él podía hacer.

—No necesito tener telepatía para saber que algo anda mal, vamos Charles soy tu amiga.

Es sobre Erik —dijo.

Te hizo estar alerta aquella mención.

—¿Qué sucede con él? ¿Sabes dónde está? ¿Esta él bien? —bombardeaste con preguntas a tu mejor amigo.

¿Puedes venir? Necesitamos hablar en persona —evadió tus preguntas.

Eso te hizo fruncir el ceño, Charles estaba demasiado extraño, más de lo usual.

Evadía tus preguntas además de no tener su característico sentido del humor algo raro, pero inusualmente divertido.

—Estaré ahí en 20 minutos —dijiste sin esperar respuesta de su parte.

Tu corazón estaba a mil por hora. No tenías idea de lo que se podía avecinar. Tratabas de prepararte mentalmente para lo peor que sucediera.

Aunque nada te prepara para momentos así.

A las corridas llegaste hasta donde Charles y como una loca preguntaste dónde estaba.

Seguiste las indicaciones que uno de los estudiantes te había dado y pronto llegaste hasta una habitación. Sin que te importara quién diablos estaba detrás de la puerta con tu amigo solo pasaste.

Tu boca cayó al ver a Erik en una cama vendado y con toda la cara magullada.

—Dios santo Erik, ¿Qué te pasó? —susurraste sentándote junto a él en la cama.

Erik rio levemente, pero pronto comenzó a toser. Le acercaste un vaso con agua que estaba en la mesa de luz.

—Soy un maldito, ¿lo sabes verdad? —preguntó.

—Erik...

—Shhh —te cayó—. Déjame hablar a mí, amor —pidió.

Asentiste y tomaste su mano. Estaba fría, al igual que su alma. Sabías que él se culpaba por todo el daño que hizo.

—Hace unas semanas fui al doctor, ¿lo recuerdas? —preguntó con una voz suave y tranquila—. Él me hizo un montón de estudios y esa clase de cosas médicas —reíste aun no entendiendo el punto de todo este cuento.

Aunque reías para no llorar.

—Erik, ¿a dónde quieres llegar con esto? —preguntaste.

Él suspiró mirando a Charles quien seguía sentado en una esquina de la habitación. Tu amigo asintió.

—Amor —Erik te llamó.

Te detuviste a observar al profesor por un minuto, no te habías detenido a mirarlo demasiado por tu preocupación por Erik.

Charles tenía los ojos llorosos y rojos. Su labio inferior temblaba cada cierto período de tiempo y sus brazos estaban cruzados manteniendo su vista gacha. No quería hacer contacto visual contigo.

Te levantaste y comenzaste a pensar en todo lo que Erik había dicho.

La realidad de lo que estaba pasando te golpeó como un balde de agua helada.

El doctor, la desaparición, el tono distante de Charles en el teléfono, su mirada rota y pérdida además del enfermo aspecto que Erik tenía.

—No, no, no —susurraste soltando su mano.

—Amor, ven déjame explicarte —susurró rogándote con la mirada.

Ya habías caído en la cuenta de lo que él pretendía decir. No podías seguir escuchándolo.

—No lo digas —cerraste los ojos suplicantes.

—Estoy muriendo...— dijo no escuchando tu suplica.

Un sollozo escapó de tus labios. Te era imposible creer que un hombre fuerte, poderoso como lo era Magneto podría estar ahora débil, roto y al borde del sueño eterno.

Tus rodillas se doblaron y te sentaste en el suelo con tus lágrimas cayendo, bañando la alfombra roja que ahí se encontraba con un mar salado que caía como diluvio de tus ojos.

—¿Cuánto tiempo...? —preguntaste incapaz de terminar la frase.

—Los doctores dicen que en un par de días mi cerebro será consumido cada vez más —Erik dijo con su rostro bañado en un par de lágrimas también.

Charles se mantenía al borde de la conversación, pero podías escuchar su respiración y sus sollozos entrecortados también.

—No puedo, lo lamento —susurró antes de salir por la puerta.

Lo entendías perfectamente, tú estabas igual o peor que él. Erik era demasiado importante para ambos.

Decidiste levantarte del suelo limpiando tus lágrimas y volviendo al lado de tu amor. Ahora más que nunca lo necesitabas cerca.

—¿No hay nada que ellos...?

—¿Puedan hacer? —terminó tu frase negando.

Lloraste en su cuello, sintiendo su calor y caliente respiración. Lo abrasaste como hacía tiempo no hacías.

Ambos disfrutaron ese abrazo como si lamentablemente fuera el último.

Trataron de decirse mediante ese beso dulce y pasional todo lo que sentían. Como se extrañarían el uno al otro cuando su hora de partir llegase.

—Esto es el karma —fue lo primero que susurró cuando se separaron.

Él seguía culpándose del daño que había hecho a todos en el pasado. Sabía que le perseguiría hasta el fin de sus días, sólo que no pensó que sería tan pronto.

—Nadie merece esto, no importa lo que pudo llegar a hacer en el pasado —le dijiste.

No querías que esas cosas pasaran por su mente en el final.

—Pero...

—Erik cállate y disfruta de este momento o al menos déjame disfrutarte otro rato más —te acostaste sobre su pecho.

Trazaste dibujos en su pecho mientras intercambiaban besos llenos de amor. Ninguno de los dos volvió a decir nada respecto a eso. Sólo se limitaban a permanecer juntos hasta que la hora llegue.

Entre horas y lágrimas el tiempo terminó y con eso la hora de partida se hizo presente llevándose lo más lindo en el mundo para ti. Llevándose a todo tu mundo en un abrir y cerrar de ojos.

Jamás dejarías de pensar en una de las mejores cosas que habías tenido, su amor.

Pero como dicen nada es para siempre... 


ONE SHOTS ❆ MARVELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora