cinco

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Luego de que las chiquillas se fueron y mi bebé volvió a dormirse, me acosté en la cama, intentando conciliar el sueño. Y lo logré, pero pronto terminé teniendo pesadillas, volviendo a mi pasado.

Para cuando desperté, eran pasadas las once de la mañana. Me sorprendió que mi bebé no me hubiera despertado con sus llantos.

Me levanté a verlo y me llevé una sorpresa al ver que no estaba ahí.

Salí corriendo a la pieza de las chiquillas, pero tampoco estaban. Escuché unas risas en el living, así que me encaminé hacia allá. Al llegar, me relajé al instante al ver a mis amigas con mi Joaquín, jugando, o intentando jugar.

"Bah, apareciste" habló la Consu.

"Me desperté y no vi a mi bebé... Me asusté" hice una mueca.

"Qué bueno que llegaste, porque tienes que darle leche y nosotras tenemos que irnos" comentó la Fran.

Se levantaron y la Consu me entregó al Joaquín. Se fueron como diez minutos después, dejándome con mi bebé.

Amamantar era algo realmente incómodo, pero iba a tener que acostumbrarme me gustase o no. Mi celular sonó, pero no pude ir a buscarlo. Estaba en el living de mi casa, sentada amamantando a Joaquín, y tenía la tele prendida para no aburrirme. Lo sé, soy la mamá del año.

Cuando terminé, y mi bebé estuvo satisfecho, me volví a poner la manga de la pollera y caminé por el pasillo a mi pieza, en busca de mi celular.

Me sorprendí al ver que tenía dos mensajes.

Dejé a mi Joaco en la cuna y me senté en la cama. El primero era de la Carla.

De: Carlita.
Mateito está preguntando
cuando es que vas a venir.
¿Cómo estás?

¿Cuándo iba a poder ver al Mateo? Igual iba a ser difícil. Tenía planeado estar con mi porotito toda esta semana, y no salir, porque soy una mujer aburrida. Pero quizás ellos podrían venir.

Para: Carlita.
Pucha, mi ahijado lindo.
Dile que lo recibo cuando
él quiera en mi casa.
Hablamos cuando vengas,
xx.

Abrí inmediatamente y fruncí el ceño. Era un número que no tenía registrado. Me quedé de piedra cuando una idea cruzó por mi cabeza. Busqué en mis llamadas. Era él. Era Pinilla.

Mis manos empezaron a temblar al instante. No, no, no. Mierda. No de nuevo.

Las lágrimas se asomaron en mis ojos. No podía con esto. ¿Por qué me hablaba? Puta la hueá. Me sequé las lágrimas con violencia.

"Enfócate" murmuré.

Tomé el celular y abrí el mensaje.

Disculpa por lo de
ayer... ¿Podemos hablar?
Me alegro tanto de haberte
vuelto a ver.

Ésta hueá no era verdad. Me rehusaba a creer que de verdad había tenido el descaro de mandarme ese mensaje. Reuní valor y le escribí una respuesta.

Disculpa, no sé quien
eres, quizás te equivocaste
de número.

Así tal cual. Crucé los dedos, esperando que se lo creyera. El mensaje que me envió después solo corroboró que estaba equivocada.

Valentina, sé que éste
es tu número. No te
hagas la desentendida.

Solté un suspiro mientras sentía mi corazón amenazando con salirse por mi garganta.

Déjame en paz.
No me hables, creo
que lo dejamos claro
la última vez que nos vimos.
No quiero volver a verte, ni
hablarte, Mauricio.

Cerré los ojos, intentando canalizar mi ira y calmarme de alguna forma. Mi teléfono comenzó a vibrar en mis manos. Abrí los ojos y solté un jadeo.

Mi corazón volvió a latir normalmente al ver el nombre de la Carla en la pantalla. Deslicé el dedo por la pantalla y contesté.

"¿Aló, Vale?" nunca había estado más feliz de escuchar su voz.

"Carla."

"Oye, te pregunté por mensaje que si podía ir ahora, ¿no te molesta?" intenté centrarme en lo que estaba diciendo, pero mi cabeza estaba aún con los mensajes. "¿Vale?" preguntó.

"Sí... Eh, sí, sí. Vengan no más, cero atado"

"Perfecto, porque ya vamos en camino" comenzó a reír. Tan típico de ella. Cuando cesó su risa, sentí un cambio en el ambiente. "Pero a ti te pasa algo, y me vas a tener que contar apenas llegue, ¿ok?" rodé los ojos.

"Sí, te lo voy a contar, tranqui"

"Ya, nos vemos." dijo y cortó.

No alcanzó a pasar ni media hora cuando el timbre comenzó a sonar incesantemente. Carla estúpida, siempre tan desesperada.

Mi celular vibró en el bolsillo de mi pantalón, mas no le di importancia. Salí de la pieza con el Joaquín en brazos y fui directo a abrir la puerta. En la entrada me esperaba Carla, Claudio, Emmita y Mateo. Fruncí el ceño. Pero si estos tipos tenían cuatro hijos.

"¿Y las niñas?" pregunté.

"Hola, Carlita. ¿Cómo estás, amiga mía?" dijo ella con una voz chillona. "Hola, Valen, yo muy bien gracias. Las niñas se quedaron en la casa, con los abuelos y unas amigas"

Rodé los ojos y la abracé. Después saludé a Claudio y a Mateo, que me retó prácticamente por haberme ido tan temprano de su cumpleaños.

"Yo quería que me cantaras el cumpleaños" hizo un puchero y entró de lleno a living. Se sentó en uno de los sillones y Claudio lo siguió.

La Carla se aseguró de que no estuvieran escuchando.

"Vamos a tener que distraer al Claudio para que podamos hablar. Tengo algo que contarte, algo realmente serio, y él me mataría si sabe que te lo digo" susurró. Yo asentí.

"Déjamelo a mi" entramos las dos al living y me paré frente a Mateo. "Oye, mi hombrecito" él alzó su vista a mi. Me causaba ternura la forma en la que insistía en parecer enojado. "¿Y si te canto ahora y comemos torta?" su rostro se iluminó totalmente.

"¡Ya!" gritó, alargando la última letra.

"Pero para eso, tienen que ir a comprar una torta..." miré a Claudio. "¿Puedes ir con él? De verdad quiero compensar lo que hice" miré al suelo. Onda, igual me daba vergüenza.

"Oye, no hiciste nada malo, Vale" murmuró. "Pero si eso librará tu mente, entonces está bien" miró al Mateo y se levantó. "Vamos por esa torta."

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