treinta y cinco

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Los labios de Mauricio no dejaban los míos. Mierda, sé que estaba mal lo que estábamos haciendo pero ya no podía contenerme. Empujó mi cuerpo hacia una de las paredes de la sala, apoyando su cadera contra la mía. Podía sentir cuan excitado estaba y puta, me excitaba. Dejó mis labios y comenzó a atacar mi cuello, dando leves mordidas.

"Mauro" murmuré. "Esto...Esto está... mal"

Como siguiera así estaba segura que iba a perder toda mi fuerza de voluntad.

Volvió a atacar mis labios ferozmente, jalo de mi cabello con suavidad para profundizar el beso, mientras su lengua danzaba con la mía. Mauricio era mi perdición. Estaba acabando lentamente con mi cordura.

Era obvio que esta mierda iba a pasar, pero estaba segura de que no iba a arrepentirme.

Tomó el dobladillo de mi polera y la levantó para sacármela. La lanzó no sé a dónde. Se alejó unos pasos y me observó.

"Había olvidado lo preciosa que eras" murmuró. Sentí el impulso de rodar los ojos. Estaba viendo mis pechos deliberadamente. "Y no lo digo solo por esto" señaló mi cuerpo. "Eres preciosa" dijo antes de volver a besarme.

 Volvió a tomarme y dejarme en la camilla, bajó mis pantalones y me miró. Sentí la necesidad de cubrirme, había pasado harto tiempo desde que un hombre me vio desnuda... En realidad, desde que él me vio desnuda. Mauricio pareció notar lo que iba a hacer.  Tomó mis manos y negó.

"No" dijo con un gruñido. Sentí mi vientre contraerse, ay Dios, por qué me hiciste tan débil.

Tomé su polera y se la saqué, tirándola no sé a donde. Él se subió a la camilla y se puso sobre mi. Sus labios atacaron mi cuello. Arqueé mi espalda, rozando aún más nuestras caderas. Lo sentí gruñir contra mi piel. Estúpido y sensual Mauricio.

Se alejó de mi cuello con una sonrisa. 

"Ahora todos van a saber que eres mía" susurró y volvió  a besarme. No entendía a qué mierda se refería, así que decidí hacer caso omiso a su comentario. 

Llevé mis manos a su pantalón, lo desabroché y él se lo sacó sin dejar mis labios. Lo necesitaba, necesitaba sentir a Mauricio, como en los viejos tiempos, maldita sea.

De un segundo a otro, yo estaba arriba de él, besando su torso. ¿Por qué tenía que ser tan sensual?

Llegué a sus bóxers y comencé a jugar con ellos, aumentando su desesperación. Él soltó un gruñido.

"Valentina" su voz sonó grave y amenazante. Solté una risita y lo bajé con lentitud. Hueón, no lo recordaba tan... así. Me quedé como embobada viéndolo.

Mauricio tomó mis caderas y volvió a ponerme debajo de su cuerpo. Pasó su mano por mi espalda con rapidez, desabrochando mi sostén. Me miró fascinado y comenzó a jugar con mis pechos. Había enloquecido, ya no había ningún rastro de voluntad en mí. Quería entregarme a él de una vez por todas. Solté un gemido al sentir su mano sobre uno de mis pechos, mientras el otro se encontraba en su boca. ¡Maldita sea! 

"Mauro..." susurré lo mejor que pude. Él rió, causando una vibración directa en mi vientre y más abajo.  Tomé su pelo y atraje su rostro al mío. Ya no iba a esperar más, y si él quería que le rogara, iba a hacerlo. "Te necesito" gemí. Él sonrió y volvió a besarme mientras bajaba mis bragas.

"Valen... Yo... tu sabes que yo no uso condón" murmuró. Eso ya lo sabía. "¿Estás segura de que...?" miró nuestros cuerpos. ¿Y qué mierda sacaba con preguntarlo si aún así iba a pasar? Lo habíamos hecho así todo el tiempo cuando estábamos juntos, y ahora se preocupaba... Asentí frenéticamente. Él volvió a besar mi cuello, pasando su lengua y dando leves mordiscos. Arqueé mi espalda, esperando por él. "¿Por qué tan impaciente, cariño?" se burló. Se posicionó en mi entrada y entró en mi. ¡Maldito paraíso! Iba a morirme.

Éste hombre me volvía loca, aún después de todo el tiempo que pasó.. Seguía logrando volverme loca. Y yo no tenía espacio en mi cabeza para nada más que él en estos momentos.


Estábamos los dos recostados en la camilla. Aún estábamos desnudos y nuestras respiraciones no terminaban de acompasarse.

"Eso fue... Bueno" susurró. Llevó su mano a mi hombro y con un dedo comenzó a recorrer esa zona de mi cuerpo.

Asentí perezosamente, aunque mi cerebro me gritaba que había sido más que bueno.

Estaba por caerme dormida cuando recordé dónde y por qué estaba ahí. Me levanté de golpe en busca de mi ropa, me vestí lo más rápido que pude bajo la atenta mirada de Pinilla.

"¿Qué pasa?" se atrevió a preguntar.

Pasa que tenía que ir a ver a mi bebé, y en cambio me había acostado con él... Y más encima en la clínica.

"Tengo que ir a ver a mi bebé" él se levantó de la camilla y pude apreciar su desnudez. Me sonrojé como tonta y miré a otro lado.

"No es nada que no hayas visto antes" lo escuché decir, pero no iba a mirarlo, ni loca.

"Cállate y vístete" él soltó una risa. Pasaron unos minutos y sus manos se ciñeron a mis caderas. Lo miré.

"Tenemos que repetir ésto" sonrió y besó mis labios.

Definitivamente no. Eso no iba a ser posible. Esto solo había sido producto de la calentura del momento o algo por el estilo. No iba a repetirse. Me solté de su agarre y abrí la puerta con cuidado y lentamente, no quería llamar la atención... No más de lo que seguramente ya llamamos.

Mauricio apoyó sus manos en mi cintura y me siguió.

"Vale, te quiero" susurró en mi oído. 

"Mauro, aléjate" pedí. Teníamos que guardar compostura. Me giró para mirarme a la cara. "Tengo que ir a ver a mi bebé..."

"Si sé, es mi hijo también" murmuró. Se acercó a mis labios y volvió a besarme. Adiós compostura, adiós fuerza de voluntad nuevamente. 

"¡¿Qué mierda está pasando?!" 

Puta la hueá, no a mí, no ahora. Pinilla alzó su vista y sonrió triunfante. Me giré despacio y me encontré con la cara enrabiada de Cristopher.

"¿Para ésto querías tu puto tiempo?" me sorprendió el escuchar un garabato de su boca. "¡Respondeme!" exigió.

Y así tal cual, todo se había ido a la mierda.

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CONTINUARÁAAAAAA SKLFASKFLS

y a las pervertidas que querían esto, es lo más decente que pude hacer en estos momentos asdjkfnweljkbf




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