Capítulo 4

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The Fray - You found me.

El pasado era como una oscura pesadilla que lo seguía cada noche a pesar de fingir en el día. El vivir una farsa desde pequeño lo hizo perder su identidad, quién era el realmente. No poder saber si a quien veía en el espejo era el o una simple marioneta de sus padres, una marioneta de sus amigos, una marioneta de la vida, lo asustaba.

Los seres humanos no somos invencibles, no somos fuertes, no somos sinceros ni con nosotros mismos ni con los demás. Somos como una simple marioneta, un muñeco de trapo para la sociedad que pueden manejar a su antojo.

Aquellas noches en que las pesadillas eran más fuertes de lo común, lo único que podía hacer era hacerse ovillo en la cama mientras lloraba por ayuda. Una ayuda que nunca vendría. Los insultos y golpes se amontonaban en su mente y la escena de una vida feliz lo hizo sentir repulsión.

Si para ser feliz tenía que fingir ser alguien que no era, ¿para qué quería ser feliz? El castaño toda su vida creyó que la homosexualidad era un castigo de Dios. Dios había creado al hombre y la mujer para que estuvieran juntos y con ello dieran vida al fruto de su amor. Los homosexuales no podían ser padres, ¿eso quería decir que ellos no se amaban?

Nos paramos ante la sociedad y fingimos clase para no ser criticados. Nos reímos de cosas sin gracia sólo para seguir a los demás. Preparamos nuestras mentes y la de nuestros hijos para que no piensen por si propio. La vida ya no tendría sentido si pensamos de esa manera.

Hoy era un nuevo día. Era su oportunidad para tener un buen futuro, era por primera vez en cuatro años un motivo de una verdadera esperanza. Hoy se suponía que sería su primer día de práctica.

—¿Estás preparado para hoy?— escuchó la suave voz de Isaac detrás suyo.

Se podía sentir la alegría en el departamento. El día estaba soleado, no se veía ninguna nube por todo el cielo, casi parecía ser truco de magia, todo estaría bien mientras el hechizo no terminase.

—Quiero que hoy sea un día especial— respondió sinceramente—. El día de hoy no están permitidas las tristezas mi fiel compañero— terminó con una pizca de burla mientras acariciaba lentamente la espalda del rubio.

Aún era visible el moretón que tenía en su mejilla izquierda de aquel día en el que tuvo que llamar a Isaac para que lo ayudase. Ese había sido su peor momento en lo que llevaba del mes, no era la primera vez que le sucedía pero no por eso era menos horrible. Cada cuatro meses aparecían un grupo de religiosos que se enteraban de su trabajo y lo intentaban "sanar", lo que ellos no sabían era que no estaba enfermo, solo era distinto a ellos.

Sintió como sus ojos se humedecían y sonriendo forzosamente las retiró mientras caminaba por su cámara bajo la atenta mirada de Isaac que lo observaba preocupado desde la esquina de la habitación.

Salieron del departamento con el estómago vacío al no estar acostumbrados a desayunar, usualmente se despertaban tarde para todo pero al ser un día especial hicieron una excepción.

Caminaron hasta estar frente a un gran edificio cubierto de cristal, no parecía tener ni un solo rincón sin tener vidrio pero se veía muy elegante con su nombre al frente. Antes de entrar a recepción siente como su amigo toma su mano y se dirige hacia su oído para hablarle.

—Haré que se enamore de Isaac Lahey y no del chico de la máscara.

Esa simple frase hace que su pecho se infle de orgullo. No lo esperaba pero era justo lo que necesitaba, el saber que su amigo estaría bien.

—Me alegro, aunque ya te estabas tardando.

Siguieron su recorrido hasta la recepción donde hicieron una parada para observar el lugar. Era más grande que su departamento y las personas entraban y salían como si no fueran la gran cosa aunque para ellos era como un mundo nuevo.

Una señora los detuvo y mirándolos de pies a cabeza les dijo que esto no era un lugar para todo público. Sintió la rabia crecer en su pecho y toda la educación que pudo reunir en ese momento le respondió a que iban y que no se irían porque una simple recepcionista quería hacerse la importante.

La risa del rubio no se hizo tardar pero paró abruptamente al ver algo que llamó su atención.

—¿Van a ver a los jefes?— preguntó un chico que no conocía pero era bastante guapo.

—Si— dijo al ver como Isaac no respondía.

Todo parecía ser muy raro, una parte de él le decía que ya había visto a ese muchacho pero por otra parte le causaba curiosidad el cómo su simple presencia había hecho callar a Isaac, usualmente su amigo nunca se callaba mientras se reía por eso le parecía tan gracioso.

—Por cierto, me llamo Jackson Whittemore, y es un placer conocerles.

Eso no se lo esperaba, siempre había querido conocer al chico que había cautivado el corazón del rubio pero nunca había esperado conocerlo de una manera tan "inadecuada".

—Creo que eso todos lo saben Señor Whittemore —escuchó como su amigo respondió y una suave carcajada escapó de sus labios, esa manera tan coqueta pero desinteresada de su amigo al coquetear siempre le causaba risa—. Me llamo Isaac Lahey, el placer es mío.

—Y yo creo que sobro acá— musitó solo para sí.

¿Alguna vez han sentido que sobran en algún lugar? Bueno, eso era lo que sentía en ese momento. Era hermosamente incómodo observar como su amigo miraba el amor de su vida mientras el solo podía ver como los números del ascensor subían.

Su incomodidad era tanta que ni cuenta se dio cuando su amigo lo presento al verse absorbido en sus pensamientos. Eso era algo que le sucedía desde pequeño.

Tenía dos grandes problemas, uno era que no prestaba atención y se perdía en sus pensamientos, y otro era que estaba pendiente de todo.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron se vio frente a una gran sala con tres personas dentro de ella. Parecía ser que discutían y el temor por haber llegado en un mal momento se sentía presente en sus manos que temblaban cada vez que pasaba.

Escuchó como el modelo tosía exageradamente para hacer notar su presencia y bajando la mirada intentó pasar desapercibido.

—¿Ustedes son los dos muchachos en práctica?— preguntó la única mujer presente en el salón y acercándose cariñosamente a ellos se presentó con una sonrisa—. Yo soy Talía Hale y él es mi hermano, Peter Hale.

Saludó lentamente pero su mirada se desvió hacia el moreno que estaba de espaldas.

—Él es mi hijo, Derek Hale.

El moreno se dio la vuelta mostrando unos hermosos ojos esmeraldas que hipnotizaban con sólo verlos. Se sintió ridículo por sus pensamientos y desviando su mirada de nuevo hacia la mujer escuchó como el chico hablaba.

—¿Tú no eres el chico de la cafetería?

Y con esa frase sintió su mundo derrumbarse.

Máscara- SterekWhere stories live. Discover now