Capítulo 12. "Incertidumbre"

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Con la frustración a flor de piel, me levanté del rincón en donde me encontraba, y tomé la pila de libros con dificultad. Ahora parecían más pesados que antes, si eso era posible. Okey, debería pensar que aquello no había sido tan malo. Había conseguido aprender algo, al menos. Tal vez podría conseguirme un diario y comenzar a escribir allí lo que sabía por el momento, y lo que descubriese a medida que sucediera.

Me giré hacia la estantería, considerando esa idea... y me di el rostro de lleno con algo duro.

-¡Aagh! –Exclamé a puro pulmón, sosteniendo mi mejilla izquierda.

Alcé la vista, lista para lanzar unas cuantas maldiciones porque se me habían caído todos los libros al suelo, cuando vi que me había chocado contra una persona. Y, como era de esperarse, mi rostro se tornó rojo.

-¡Oh, Dios! ¡Lo siento!

El chico se agachó a recoger los libros que parecían habérseme caído justo en sus pies. Hombre, no solo me había estampado contra él, sino que le había tirado los libros encima. Ahora mi descoordinación había pasado al siguiente nivel.

-No, no, yo no he visto por donde iba. Toma.

Comenzó a pasarme los libros a medida que los iba recogiendo, y noté como su rostro cambiaba cuando cayó en cuenta de lo que trataban.

-¿Te gustan las leyendas?

Hice una mueca, algo incómoda. –Pues en este momento, no mucho.

Mi respuesta pareció no tener mucho sentido, porque me observó con una ceja levantada, antes de darme el último libro.

-¡Hey! Yo te conozco. Estás en alguna de mis clases. ¿Brad....? ¿Sam?

-Matt. –Me corrigió.

-Oh. Yo soy-

-Ariel. Lo sé.

Me sentí aún más avergonzada de no tener ni idea de quién era el chico, más que de vista. –Sip. O mejor conocida como, "La nueva".

-Nah, ya ha pasado un tiempo.

-Bueno, supongo. Oye, lo siento de nuevo por el golpe. O golpes. –Murmuré. –En serio que no te vi.

El timbre que señalaba el comienzo del tiempo de almorzar resonó por toda la librería, y solté un suspiro de alivio casi automático. –Oh, gracias a Dios. Estoy muriendo de hambre. –Comenté. –Lo siento otra vez, Matt.

Le saludé con la mano como pude, me dirigí hacia la estantería, y una vez guardé los libros, caminé apresurada a la cafetería, que estaba en la otra punta del instituto. La mujer que atendía me echó una mirada extrañada, probablemente porque lucía agitada o algo.

Cuando ya tuve mi almuerzo, busqué con la mirada a Lydia y Allison por toda la cafetería, y después de dar una vuelta completa, encontré sólo a Allison. Con Jackson. No había rastro de Lydia. Me acerqué a ellos, con las cejas enarcadas, y me detuve en medio de donde estaba. Jackson le había limpiado la comisura del labio a Allison, y luego se había llevado el dedo a la boca. Yo podría no estar muy familiarizada con el tema, pero estaba segura de que ese gesto era bastante íntimo para dos amigos. ¿Qué demonios tenía Jackson en la cabeza?

Solté un suspiro y caminé hacia ellos, decidiendo que, para variar, no debía meterme en asuntos que no eran míos. Dejé caer la bandeja con mi almuerzo sobre la mesa, y Allison se sobresaltó ligeramente. Me observó con un gesto extraño, y se metió en la boca un trozo de lo que parecía una galleta.

-Hola, chicos. –Saludé, y comencé a llenar mi boca con la ensalada de pollo que tenía. -¿dónde están todos?

-No tengo ni idea. –Me respondió ella sin observarme, y Jackson sólo se encogió de hombros, sin prestar atención.

bounded spirit ⋄ stiles stilinski // 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora