Capítulo 25: Mags muere

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Alzo mi mano sintiéndome tentada a tocarla, pero cuando la niebla entra en contacto, un alarido de dolor se escapa de entre mis labios y me levanto de un salto girándome hacia los demás para despertarlos. En los pocos segundos que me ha llevado despertarlos, la piel que ha tocado la niebla, empieza a llenarse de horribles ampollas dolorosas.

(TN): - ¡¡Venga vamos!! ¡¡Corred!! ¡¡Corred!!

Finnick se despierta al instante y se levanta para enfrentarse a un enemigo, pero cuando ve la niebla, se lanza hacia Mags que continúa durmiendo sobre la espalda y sale disparado huyendo de la niebla. Peeta se encuentra de píe, pero no tan alerta, aún está desorientado por haberse despertado y por lo ocurrido con el campo de fuerza. Le agarro del brazo y prácticamente lo arrastro conmigo en la carrera detrás de Finnick.

Peeta: - ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿De qué huimos?

(TN): - La niebla! Tiene algo, no sé, gas venenoso, ácido... Pero provoca apoyas. ¡Date prisa Peeta! -Le digo desesperada. Sé que no lo hace a propósito y que está dando todo lo que puede, pero no puedo evitar gritarle por no ir más rápido a causa de la desesperación que siento. Lo ocurrido con el campo de fuerza aún le está pasando factura y me preocupa. La maleza me hace perder el equilibrio y al tropezar. Me invade un impulso terrible de huir para salvarme y salvar a mi bebé, pero luego recuerdo quien es y consigo mantener a raya mi terror. Recuerda, el objetivo esta vez es mantener a Peeta con vida. Cierro los ojos cerrando con fuerza en torno a los suyos y le doy un corto beso en los labios para ver si así se espabila más.

(TN): - Peeta, Peeta cariño, mira a mis pies, interna pisar donde yo piso. – Eso le ayuda y conseguimos movernos mucho más rápido, pero no lo suficiente como para parar a descansar ya que la niebla sigue pisándonos los talones.

Conforme las gotas de niebla alcanzan nuestra piel, un dolor intenso nos envuelve en el sitio a causa de la sustancia química que debe llevar. Finnick se da cuenta de que vamos atrasados y que estamos teniendo dificultades por lo que empieza a gritarnos para darnos ánimos.

De repente, el pie de Peeta se enreda en un montículo de maleza y cae de bruces al suelo haciéndome caer a mí de rodillas. Me levanto lo más rápido que puedo y le ayudo a levantarse- Al hacerlo, veo que el lado izquierdo de su cara está más flácido, como si el músculo estuviese muerto.

 Me levanto lo más rápido que puedo y le ayudo a levantarse- Al hacerlo, veo que el lado izquierdo de su cara está más flácido, como si el músculo estuviese muerto

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(TN): - Peeta...- Comienzo asustada, pero no puedo terminar porque un intenso ardor se instala en mis brazos haciéndome gritar. - ¡Ahhh! – Comienzo a notar las manos dormidas y entonces entiendo que lo que provoca la niebla es atacar a los nervios.

Un nuevo miedo se instala en mí y tiro de Peeta con todas las fuerzas que reúno y que no sabía que tenía. Consigo tirar hacia delante a Peeta, pero eso causa que vuelva a caer y cuando levanto la vista hacia la niebla, ya se encuentra a un metro de nosotros. Las piernas de Peeta se mueven como las de una marioneta. Cuando me doy cuenta, Finnick ha comenzado a arrastrar a Peeta hacia delante. Cojo a Peeta por el otro brazo y al final conseguimos mantener una distancia de aproximadamente unos nueve metros cuando Finnick se detiene.

En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora