Capítulo 4: Pasando un día con Peeta I

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Alarmada y atemorizada de que las pesadillas vuelvan abro los ojos y le llamo antes de que salga por la puerta.

(TN): - Peeta no te vayas... Por favor, ¿puedes quedarte conmigo? -Le digo temerosa. Se acerca y me sonríe.

Peeta: - Claro que si...

Me hago a un lado y dejo que Peeta se acomode a mi lado. Sin vergüenza, Peeta me rodea la espalda y me empuja hacia él, yo me recargo en su pecho y el termina abrazándome con sus musculosos brazos por la espalda y cintura. Es en ese instante que algo hace clic en mi celebro y termino entendiendo que no simplemente me gusta Peeta, sino que estoy completa y perdidamente enamorada de él y todo sin que él se haya dado cuenta. Decido disfrutar de su abrazo y termino durmiéndome.

Me despierto al notar la luz que entra por la ventana. No abro los ojos aún pues quiero seguir disfrutando de los brazos y el calor de Peeta unos segundos más.

Finalmente abro los ojos y miro hacia arriba para encontrarme con una Peeta recién levantado muy sonriente y guapo.

Peeta: - Buenos días...- Me dice con voz ronca. –

(TN): - Buenos días... - Le digo sonriéndole feliz.

Peeta: -Que tal has dormido?

(TN): - Muy bien gracias a ti. Es la primera noche que paso sin que las pesadillas me atormenten. Gracias.

Peeta: - Me alegro mucho por ello. ¿Te apetece desayunar? – No me da tiempo a responderle ya que es mi estomago quien le contesta gruñendo. Me sonrojo por ello y él se ríe. – Vale, me ha quedado claro. ¿Qué te parece si mientras te cambias yo te hago el desayuno?

(TN): - Me parece bien, pero tengo una idea mejor, solo si a ti te apetece. ¿Qué te parece si me enseñas a hacer un pastel? Nunca he hecho uno y me encantaría probar a hacerlo con el experto. – Le sugiero animada. Nuestra charla de ayer me ayudó bastante y aún que el dolor no se ha ido, ahora veo las cosas diferente.

Peeta: - Me parece una gran idea. Déjame ir a cambiarme a casa y a la pastelería a por lo necesario, cuando lo tenga todo vengo aquí.

(TN): - No, déjame ayudarte no quiero que cargues con todo tú solo.

Peeta: - Bueno como quieras, aunque no es ninguna molestia.

(TN): -No importa, quiero hacerlo. ¿En veinte minutos nos vemos afuera?

Peeta: - Perfecto. Hasta ahora entonces. – Salgo de entre sus brazos y él se levanta de la cama. Antes de irse se acerca a mí y me besa la mejilla.

Cuando escucho la puerta de la entrada cerrarse no puedo evitar soltar un gritito de alegría. Nunca hubiese imaginado que pasaría esto con él. Antes de los juegos nunca hubiese permitido nada de esto, pero ahora, después de ellos, me han hecho cambiar. Si una cosa he de agradecer a los Juegos es que gracias a ellos ahora puedo ser yo misma sin tener que crear un caparazón para protegerme sin tener que fingir ser quien no soy.

Me levanto de la cama y corro al baño a ducharme. Al terminar me pongo a registrar el armario repleto de ropa nueva. Me decanto por un pantalón negro, una camiseta de tirantes turquesa, unas zapatillas del mismo color que la camiseta, unos pendientes redondos dorados y una pulsera negra y dorada con tachuelas. Me hago una coleta de caballo alta ya que para cocinar será más cómodo.

 Miro el reloj y al ver que ya han pasado casi veinte minutos, bajo y salgo a esperar a Peeta frente a su casa

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Miro el reloj y al ver que ya han pasado casi veinte minutos, bajo y salgo a esperar a Peeta frente a su casa. Pocos segundos después lo veo salir de su casa y al verme me sonríe. Salimos de la Villa y comenzamos a caminar hacia la panadería de su familia. En el camino le hago preguntas referentes a la pastelería y él felizmente me las contesta. Nos cruzamos con algunos habitantes y nos saludan amablemente, incluso hay niños y niñas que nos piden un abrazo.

Una vez llegamos a la panadería, abre la puerta y me deja entrar la primera. Uno de sus hermanos se encuentra detrás del mostrador atendiendo a dos señoras. Pasamos de largo después de darle un breve saludo y nos adentramos a la trastienda donde se encuentra la cocina. Allí se encuentra su padre amasando una pasta blanca. Le da un caluroso abrazo a Peeta y a mí me saluda muy amablemente. Peeta le explica a su padre lo que tenemos intención de hacer esta mañana y él sin problemas nos deja coger todo lo que queramos y necesitemos.

Cuando ya tenemos todo lo necesario, nos despedimos y emprendemos el camino de vuelta a mi casa. A medio camino nos encontramos con... 

En llamas (Peeta Mellark y Tu )Where stories live. Discover now